Cuando se removió la lápida y comenzó la excavación y no se encontró el ataúd, el ministro Ricchieri hizo desalojar el lugar. Dijo que podría tratarse de un presunto caso de sabotaje. No contaba que, con el paso del tiempo, el modesto ataúd, de madera de pino, se había desintegrado. Finalmente, los huesos encontrados, muchos de los cuales se rompían ante la manipulación, junto con algunos dientes, fueron colocados en una bandeja de plata que sostenía el padre Modesto Becco, párroco de Santo Domingo. A las 16 horas había culminado el procedimiento.
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