LOS TRES FUNERALES DEL GENERAL BELGRANO.
"Ese 20 de junio de 1820 la mayoría de la población de Buenos Aires estaba preocupada por el momento político anárquico que ocurría. Ese día la provincia no tuvo Gobierno.
En su diario Juan Manuel Beruti anotó: “El 20 de junio de 1820. Se hizo saber por bando, al haber el señor gobernador don Idelfonso Ramos Mejía abdicado al mando, e ínterin estaba el gobierno en el excelentísimo Cabildo”.
Lo que no escribe Beruti, por no saberlo, es que ese día a las 7 de la mañana falleció el general Manuel Belgrano en la casona paterna de la calle de Santo Domingo. Si bien por entonces en Buenos Aires había cuatro periódicos, sólo uno anunció la noticia de su muerte: “El Despertador Teofilantrópico” del Padre Castañeda.
Ese mismo día fue enterrado, vestido con el hábito de la Tercera Orden de Santo Domingo, en un sepulcro preparado al pie de la pilastra derecha del arco central del frontispicio de la basílica de Nuestra Señora del Rosario, anexa al convento de Santo Domingo.
Sepultado en una caja de pino cubierta por un paño negro y cal, bajo una losa de mármol confeccionada de una cómoda de su hermano Miguel, don Manuel descansaba en paz.
El día 28 en ceremonia íntima, casi secreta se realizó el segundo funeral, rindiéndole homenaje el jurisconsulto Manuel Antonio de Castro.
Un año después, Buenos Aires y sus gobernantes se dieron cuenta del penoso olvido incurrido y dispusieron realizar un tercer funeral en su homenaje el domingo 29 de julio de 1821.
Ese día “El cadáver o tumba (figurada) salió de su casa junto al Convento de Santo Domingo a las 9 de la mañana, cargado sólo por los brigadieres y coroneles, acompañado de todos los cuerpos civiles y eclesiástico, comunidades religiosas y las cruces de todas las parroquias a las que presidía la del Cabildo eclesiástico, descansando en cada bocacalle en donde se hacía una posa; concurrieron todas las tropas formando calle cuyos soldados, oficiales, banderas, tambores e instrumentos musicales llevaban lazos y bandas negras, e igualmente las armas a la funerala. A las 12 horas este cortejo entró a la Catedral y hasta las 14 horas se celebró misa y dio responso el canónigo Valentín Gómez acompañando vigilias de honras con cánticos y música honrando al héroe como militar y ciudadano elogiando su valor y virtudes.
Por la tarde se celebró un banquete en casa de Manuel de Sarratea, en diagonal a la casa del prócer con la concurrencia de más de 80 ciudadanos notables, jefes y magistrados y el gobernador. El entonces Secretario de Gobierno Bernardino Rivadavia dio un breve discurso sobre el mérito y carácter de Belgrano por la libertad de la Patria. En esta reunión se propuso que la primera ciudad que se fundara en la provincia llevara el nombre de Belgrano. Culminó este “virtuoso” encuentro a las 23 horas.
Años más tarde, en 1903, en ocasión de la inauguración del mausoleo que hoy conocemos en Santo Domingo se realizó el traslado de los restos en lo que podríamos llamar un nuevo funeral donde ocurrió el episodio de los “ministros odontólogos”, pero esa es otra historia.
Nota. Aquí va la otra historia.Lo que no escribe Beruti, por no saberlo, es que ese día a las 7 de la mañana falleció el general Manuel Belgrano en la casona paterna de la calle de Santo Domingo. Si bien por entonces en Buenos Aires había cuatro periódicos, sólo uno anunció la noticia de su muerte: “El Despertador Teofilantrópico” del Padre Castañeda.
Ese mismo día fue enterrado, vestido con el hábito de la Tercera Orden de Santo Domingo, en un sepulcro preparado al pie de la pilastra derecha del arco central del frontispicio de la basílica de Nuestra Señora del Rosario, anexa al convento de Santo Domingo.
Sepultado en una caja de pino cubierta por un paño negro y cal, bajo una losa de mármol confeccionada de una cómoda de su hermano Miguel, don Manuel descansaba en paz.
El día 28 en ceremonia íntima, casi secreta se realizó el segundo funeral, rindiéndole homenaje el jurisconsulto Manuel Antonio de Castro.
Un año después, Buenos Aires y sus gobernantes se dieron cuenta del penoso olvido incurrido y dispusieron realizar un tercer funeral en su homenaje el domingo 29 de julio de 1821.
Ese día “El cadáver o tumba (figurada) salió de su casa junto al Convento de Santo Domingo a las 9 de la mañana, cargado sólo por los brigadieres y coroneles, acompañado de todos los cuerpos civiles y eclesiástico, comunidades religiosas y las cruces de todas las parroquias a las que presidía la del Cabildo eclesiástico, descansando en cada bocacalle en donde se hacía una posa; concurrieron todas las tropas formando calle cuyos soldados, oficiales, banderas, tambores e instrumentos musicales llevaban lazos y bandas negras, e igualmente las armas a la funerala. A las 12 horas este cortejo entró a la Catedral y hasta las 14 horas se celebró misa y dio responso el canónigo Valentín Gómez acompañando vigilias de honras con cánticos y música honrando al héroe como militar y ciudadano elogiando su valor y virtudes.
Por la tarde se celebró un banquete en casa de Manuel de Sarratea, en diagonal a la casa del prócer con la concurrencia de más de 80 ciudadanos notables, jefes y magistrados y el gobernador. El entonces Secretario de Gobierno Bernardino Rivadavia dio un breve discurso sobre el mérito y carácter de Belgrano por la libertad de la Patria. En esta reunión se propuso que la primera ciudad que se fundara en la provincia llevara el nombre de Belgrano. Culminó este “virtuoso” encuentro a las 23 horas.
Años más tarde, en 1903, en ocasión de la inauguración del mausoleo que hoy conocemos en Santo Domingo se realizó el traslado de los restos en lo que podríamos llamar un nuevo funeral donde ocurrió el episodio de los “ministros odontólogos”, pero esa es otra historia.
"El 4 de Septiembre de 1902, en Buenos Aires, durante la ceremonia de exhumación de los restos mortales del general Manuel Belgrano, el Ministro de Guerra, PabloRiccheri y el Ministro del Interior Joaquín V. González, se roban varios dientes. Una comisión designada por el Gobierno nacional, presidido entonces por el Gral. Julio A. Roca, procedió a exhumar los restos de Belgrano para trasladarlos a la urna que sería depositada en el monumento que, en su homenaje, había sido levantado por suscripción popular en el mismo atrio del Convento de Santo Domingo. Levantada la lápida en presencia del escribano mayor del Gobierno Enrique Garrido, se retiraron los huesos del prócer y fueron colocados en una bandeja de plata. También se encontraron algunos dientes, dos de los cuales fueron tomados, uno por el Ministro del Interior, Dr. Joaquín V. González, y el otro, por el Ministro de Guerra, Coronel Pablo Riccheri. Este insólito proceder provocó la categórica condena de los principales diarios de Buenos Aires y el incidente sólo se dio por terminado cuando fueron devueltos al prior del Convento Santo Domingo, quien al informar que los había recibido, expresó que el Ministro González le dijo "que se los había llevado para mostrárselos a sus amigos y que el Ministro Riccheri, le había expresado que los había llevado para entregárselos al Gral. Bartolomé Mitre".
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"Muero tan pobre que no tengo dinero para devolver lo que prestaron, ni para pagar los gastos médicos, pero nadie me separará, mi estimado General Lamadrid de los principios que adopté cuando me decidí a buscar la libertad de la patria amada, y como este solo es mi objeto, no la gloria, no los honores, no los empleos, no los intereses, estoy cierto que he sido y seré constante en seguirlos. Solamente le pido que le cuente a mi hija, que su padre, no ha vivido para él, sino para un sueño: el de una patria libre, generosa y justa con sus hijos, mis hermanos." Eso lo pronunció MANUEL BELGRANO.
(Cfr. Tenemos Ejemplos. Difusión para docentes y alumnos. Prof. Luis Angel Maggi).
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