domingo, 23 de junio de 2019

Manuel Belgrano y la libertad. -23 - 06 - 2019 -


LOS ANDESOPINIÓN  Jueves, 20 de junio de 2019 | Edición impresa

La libertad en Manuel Belgrano - Por Antonio Las Heras

Por Antonio Las Heras - Escritor, filósofo y profesor universitario
Nadie me separara de los principios que adopté cuando me decidí a buscar la libertad de la patria amada, y como éste solo es mi objeto, no las glorias, no los honores, no los empleos, no los intereses, estoy cierto de que seré constante en seguirlos. 
(Manuel Belgrano)
“La vida es nada si la Libertad se pierde”, expresó Manuel Belgrano. Como todo prohombre deseoso de ver a su pueblo dirigiéndose hacia horizontes esclarecidos, advirtió la piedra angular que implica el ejercicio de la Libertad. 
“Quiero más una Libertad peligrosa que una servidumbre tranquila” había manifestado años antes Mariano Moreno. 
En el mismo sentido se halla la frase del presidente John F. Kennedy: “La comodidad es la carcelera de la Libertad”. 
Pensar sobre la servidumbre, tranquilidad, supuestas seguridades tal vez haya sido lo que hizo que Belgrano dejara en claro: “El miedo sólo sirve para perderlo todo.” 
Ya con estas pocas frases sería suficiente como clase magistral de qué es la condición humana. La cuál requiere, para definirla con precisión, ésta idea de Libertad cuya escritura nosotros preferimos hacerla con su primer letra en mayúscula; por concebirla con un real nombre propio. 
La Libertad es inherente al ejercicio humano, pero requiere para ello el entramado de la razón y la espiritualidad, de la Ética y el sacrificio, entendido éste como lo refiere su acepción de “sacro oficio”, oficio sagrado. 
¿Qué otra cosa que tal decisión de sacrifico ha de hallarse cuando el triunfador de la Batalla de Salta afirma: “No hallo medio entre salvar la patria o morir con honor”?
Puede decirse que un animal “está en libertad” cuando se lo ha quitado de su celda y devuelto al hábitat que le es natural. Pero no es ésa la libertad a que nos estamos refiriendo y, por eso, la anotamos con todas las letras en minúscula. 
La Libertad, en la persona, es algo que – ante todo – requiere de una decisión personalísima. ¡Hay que tomar la decisión de ser Libre! De allí que sea el Padre de la Patria, Libertador general José de San Martín quien nos deja por herencia aquellas frases señeras: “Seamos libres y lo demás no importa nada. La muerte es mejor que ser esclavos... …    juremos no dejar las armas de la mano hasta ver el país enteramente libre, o morir con ellas como hombres de coraje.”
Es, reiteramos, un entramado que ajusta armónicamente – cual procedimiento de alambique alquímico – al pensamiento racional con la presencia espiritual que nos vincula a la Arquitectura Universal del Omnipotente iluminado por los criterios éticos y la capacidad desplegada de ir más allá de lo posible, de lo común. 
Lo que queda en evidencia cuando leemos a Belgrano: “Se apoderaron de mí las ideas de libertad, igualdad, seguridad, propiedad, y sólo veía tiranos en los que se oponían a que el hombre fuese donde fuese, no disfrutase de unos derechos que Dios y la naturaleza le habían concedido”. 
Para que tenga lugar el cumplimiento de que “el hombre fuese dónde fuese” ha menester de manera previa tomar decisiones sobre – parafraseando a San Ignacio de Loyola – “a dónde ir y para qué ir”, lo cual requiere de análisis racional y despliegue espiritual. 
Y en cuanto a la Ética es el mismo Belgrano quien viene a nuestro auxilio con: “Ni la virtud ni los talentos tienen precio ni pueden compensarse con dinero sin degradarlos.” 
Libertad para todos los ámbitos del quehacer humano: “El comerciante debe tener libertad para comprar donde más le acomode, y es natural que lo haga donde se le proporcione el género más barato para poder reportar más utilidad”.
Será igualmente Belgrano quien pone en nuestras manos con frase breve, precisa y concreta cuál es la manera en que proceden los mandatarios que hacen de la Libertad una herramienta de uso cotidiano: “Los gobiernos ilustrados, conociendo las ventajas que prometen el premio y el honor, han echado mano de estos principios motores del corazón humano para todas las empresas.” 
Claro que, expresado como lo hemos estado haciendo hasta este momento, podría alguien – en una lectura superficial o, quizás, impregnada de algún prejuicio – que la idea de Libertad, así, como nombre propio, resulta inherente al individualismo egoísta. 
Mas no es a lo que nos estamos refiriendo habida cuenta que Belgrano esclarece: “El camino seguro de la libertad es la lucha por la libertad social.” 
Por qué, convengamos, ¿de qué tipo de Libertad podría tratarse si ha de serlo sólo para uno…   o unos pocos? Se trata de la Libertad del pueblo. Del pueblo todo. Para que – en la individualidad de cada uno – le sea posible informarse adecuadamente, analizar en forma deductiva, sacar conclusiones y tomar decisiones acordes a sus deseos, intereses
y necesidades. 
Llegado este punto viene a nuestra mente la frase concreta de Domingo Faustino Sarmiento: “Hay que educar al soberano”. 
La educación es el combustible que alimenta al motor del ejercicio de la Libertad. De allí que el mismo Belgrano escribe: “Un pueblo culto nunca puede ser esclavizado.”
La mente de Belgrano no trabaja sólo en abstracciones. Está muy atento a lo que en verdad ocurre en el pueblo y advirtiendo, entonces, lo que ocurre, analiza lo que ha de hacerse o modificarse. 
En sus Escritos Económicos dejó por ello plasmado: “Los niños miran con fastidio las escuelas, es verdad, pero es porque en ellas no se varía jamás su ocupación; no se trata de otra cosa que de enseñarles a leer y escribir, pero con un tesón de seis o siete horas al día, que hacen a los niños detestable la memoria de la escuela, que a no ser alimentados por la esperanza del domingo, se les haría mucho más aborrecible este funesto teatro de la opresión de su espíritu inquieto y siempre amigo de la verdad. ¡Triste y lamentable estado el de nuestra pasada y presente educación!”
Manuel José Joaquín del Corazón de Jesús Belgrano, como persona dispuesta al ejercicio pleno de la Libertad es junto con su condición de pensante, de permanente ejercicio racional, alguien sensible, capaz de acompañar al sufrimiento de otros. 
Es la única forma en que puede entenderse el siguiente texto donde el secretario perpetuo del Consulado de Comercio de Buenos Aires señala en un informe: “He visto con dolor, sin salir de esta capital, una infinidad de hombres ociosos en quienes no se ve otra cosa que la miseria y desnudez; una infinidad de familias que sólo deben su subsistencia a la feracidad del país, que está por todas partes denotando la riqueza que encierra, esto es, la abundancia; y apenas se encuentra alguna familia que esté destinada a un oficio útil, que ejerza un arte o que se emplee de modo que tenga alguna más comodidad en su vida. Esos miserables ranchos donde ve uno la multitud de criaturas que llegan a la edad de pubertad sin haber ejercido otra cosa que la ociosidad, deben ser atendidos hasta el último punto”.
(Cfr. Tenemos Ejemplos. Difusión para docentes y alumnos. Prof. Lic. Luis Angel Maggi). 

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