domingo, 22 de diciembre de 2019

Francisco de Gurruchaga, abogado salteño.- 22-12-2019.-

El 20 de diciembre de 1846 falleció en Salta, Francisco de Gurruchaga, Había nacido el 7 de diciembre de 1766 en Salta. Abogado y virtuoso patriota. Recibió el título de bachiller en jurisprudencia en la Universidad de Granada, España, tierra de sus antepasados.
 Regresó a Buenos Aires en el año 1809. Producida la Revolución del 25 de mayo de 1810, fue uno de los primeros que dirigieron el movimiento emancipador de Salta. En el mismo año fue elegido diputado por la Primera Junta. Se lo considera el creador de nuestra Marina de Guerra. 
 El 2 de marzo de 1811, perdidos los tres buques de la escuadrilla de Azopardo, que había armado Gurruchaga en el combate de San Nicolás de los Arroyos, se presentó ante la Junta y les expresó: " vengo a ofrecer otra escuadra ". 
A principios de agosto del mismo año entregaba una nueva escuadrilla compuesta de siete unidades y así, gracias a su patriotismo, desinterés y diligencia, los patriotas tuvieron desde aquel momento una fuerza naval capaz de poner freno a las incursiones que realizaban los buques realistas en los ríos, hostilizando las poblaciones ribereñas, interceptando su comercio y ejerciendo una guerra de lo más devastadora para los intereses de los independientes.
 No obstante su invalorable servicios a la Patria, sufrió también la sombra de la ingratitud y el olvido.
vivió sus últimos años en el límite de a pobreza, no tuvo hijos, cuando se le acercaba su último suspiro exclamó: "Les dejo la mejor herencia, la Patria libre".
 

lunes, 16 de diciembre de 2019

Neuquén, Fortín Guañacos y los malones cordilleranos. -16-12-2019.-

Era un lugar perdido en el Neuquén, al pie de la Cordillera de los Andes. Paisaje hermoso, pero en el medio de la nada.
Unos treinta y pico de soldados guarnecian aquel lugar olvidado de la mano de Dios, llamado "Fortín Guañacos". Acompañaban a aquellos hombres algunas mujeres, las fieles "fortineras", y unos pocos niños.
El Teniente Sebastián Astrada era el Jefe de aquel puñado de hombres. Y lo era desde 1879. Tenía por misión el controlar diversos pasos cordilleranos, camino habitual de entrada al territorio argentino de malones de mapuches y criollos chilenos, que sabían asolar a las poblaciones civiles.
Ese día de enero de 1881, había recibido una información importante. Un comerciante le había dicho que ha visto un gran malón reunido en uno de los pasos. Astrada debía confirmar la información, y de ser cierta, pedir refuerzos. El peligro de la indiada era palpable.
Reunió a diecisiete hombres, pertrechados hasta los dientes, y decidió explorar por el mismo.
Dejó al mando del Fortín a un muy joven Alférez, llamado Eliseo Bóer, junto a apenas quince soldados, algunos auxiliares, mujeres y niños...
Boer no dijo nada. Se cuadró, hizo el saludo militar, sabiendo que los terraplenes de tierra apisonada, los palos clavados a pique, no serían defensa si la indiada atacaba.
Era la mañana del 19 de enero de 1881.
Un centinela entró al rancho miserable en dónde dormía el Alférez Boer:
- ¡Se vienen los indios mi Alférez!
A medio vestir, Eliseo se subió al mangrullo, y oteó el horizonte. Quedó horrorizado. Más de quinientos indios y criollos, armados con fusiles, se preparaban para atacar el Fortín Guañacos.
Boer organizó lo mejor que pudo su puñado de soldados, sabiendo que cualquier resistencia sería inútil. Pero aún así sabría morir cumpliendo con su deber.
El Teniente Astrada, volviendo de su patrulla, divisó desde lejos el humo que se elevaba de los restos del Fortín. Apuró el paso, para descubrir a un centenar de muertos rodeando la fortificación, que evidentemente había caído.
Los ranchos aún ardían. El mangrullo derribado, y todos los soldados muertos. El cadáver del Alférez Boer, acribillado a lanzazos. Pero alrededor de cada soldado caído, varios indios muertos, señal que los uniformados vendieron caras sus vidas.
Las mujeres y los niños fueron llevados como cautivos.
Astrada dió sepultura a aquellos bravos que murieron cumpliendo con su deber, en una tumba que hoy nadie sabe dónde está..
El Fortín Guañacos nunca fue reconstruido, y su lugar, su historia, ya nadie recuerda.
Es de buenos Argentinos rememorar a aquellos hombres, que al mando de un joven Alférez, dieron sus vidas, sentando soberanía, en los confines de la Patria.
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