martes, 30 de junio de 2020

Construcción de las Baterías Libertad e Independencia.- 30 - 06 - 2020.-

Belgrano llegó a Rosario el 07 de Febrero de 1812.
Construcción de las Baterías "Libertad e Independencia". Diario de Marcha de Belgrano desde Bs.As. a Rosario. Día 6 de febrero del año 1812Nos hallamos campados a la inmediación del Arroyo Pabón, ya referido y son las ocho y tres cuartos de la mañana; la tormenta que amenazaba descargó con grande huracán que nos echó por tierra algunas tiendas; el agua ha sido abundante y fuerte, aún continúa ella y el viento, bien que este no se ha fijado y ha corrido todos los puntos de la aguja; esperamos que abonance un poco para emprender el paso del referido Arroyo lo más pronto que sea posible, es bastante barrancoso y mayor la elevación de los terrenos en su Costa Norte; el terreno que pisamos es muy gredoso y desigual">"He contestado al Coronel del Regimiento de Caballería de la Patria con el número,(en blanco).>Son las 10 y ½ de la mañana y recibo el papel del Capitán de la 5ta. Don Silvestre Alvarez, número, (en blanco), a que he contestado con el mismo número, (en blanco); El agua sigue pero parece que el tiempo va a aclarar".En efecto a las doce cambió el viento a la parte del Oeste y nos dio tiempo para orearse la ropa y poder seguir  nuestro camino a las 3 de la tarde y verificamos el paso del Arroyo sin mayor trabajo sin embargo de que es barrancoso y fangoso en sus orillas; continuamos por terrenos muy llanos hasta el Arroyo Seco en donde campamos a las 9 de la noche a las inmediaciones de la Casa de Doña María Gómez y otra cuyos pozos aunque de agua bastante  mala nos sirvieron para refrigerar la sed; se dispuso quedasen los  bueyes atados a las ruedas para marchar al salir la luna, y sin más novedad se tocó a silencio". año 1812."A la una y media de la mañana se tocó generala y marchamos por caminos y campos muy llanos, sin dificultad alguna y con poco trabajo que se hizo en la barranca de salida de una Cañada que han formado las aguas de lluvia, y llaman Saladillo, pasaron muy bien las carretas y hallándonos a distancia del Rosario de cerca de una legua y se formó la tropa, sacaron las banderas y con todo orden seguimos hasta este pueblo, cuyo Comandante Capitán Moreno y el Alcalde con otros vecinos salieron a recibirnos y ofrecérsenos". >"Llegados a la Plaza Mayor se formó en batalla y habiéndose depositado las banderas en la casa que me estaba preparada;marchó la tropa al Campamento que ya; estaba señalado por el Capitán Álvarez en una buena situación cerca del Río y bajo unos árboles que favorecen mucho por la estación en que nos hallamos. "El pueblo no tiene casas ni galpones para colocar la gente; se ha encontrado una a propósito para parque de las municiones que traemos y almacén de los vestuarios y demás útiles del Regimiento". >"El Coronel y Oficiales de Caballería de la Patria y el Capitán de Artillería , Herrera, como igualmente el Capitán Rueda, encargado de la construcción de la Batería se me ;han presentado; he tenido mis conferencias con los dos últimos, para la pronta conclusión de la obra en la que me dicen se trabaja con bastante; anhelo, sin embargo de la falta de gente, y lo que es peor del dinero; pienso esta tarde ir a verlo todo por mimismo, a fin de tomar los conocimientos prácticos que se requieren”. >Al día siguiente de llegada el 8 de Febrero de 1812; Manue Belgrano, se ocupó de supervisar personalmente “los trabajos que se realizaban en las baterías; en construcción, del Rosario, tras la ceremonia de recepción”. ">Belgrano recibió una carta desde Buenos Aires, despachada el 3 de Febrero,en la que anunciaba "la salida de varios carpinteros con el propósito de reforzar el personal especializado que no debía abundar en la región”. ">Belgrano respondió por carta que "desde la Posta de Areco por la fatiga; y los grandes calores el personal se iba enfermando, continuamos el viaje en Carreta y a pie con cuanta celeridad ha sido posible”. Al día siguiente Belgrano envía informe: "el viento pampero nos derribó las tiendas de campaña, arrastró al río ropas y vestuarios. Estas carpas so sirve para vivir, sería bueno sustituirlas por barracones, en caso que se destine guarnición permanente. Hubo algunas deserciones. La ayuda que recibió Belgrano para construir las Baterías. El día 13 escribe: "llegaron de refuerzo Los Dragones de la Patria y los Granaderos de Fernado VII del sistema defensivo progresan con a dirección eficaz del Capitán José Rueda, los soldados con vecinos voluntarios,otros adiestrándose en el manejo de sables, fusiles y lanzas, algunos recorren las costas.Tengo también los ayudantes, jinetes con caballos ensillados que esperan al chasqui del sur para  el recambio en San Pedro o Arroyo Seco, siempre al galope, para alertar el avizoramiento de la "Flotilla Enemiga" o las últimas noticias de Buenos Aires. Las Mujeres patriotas colaboran con la fabricación del pan y alimentos para el ejército y voluntarios; y el lavado de las ropas. El trabajo en la Batería Independencia de la isla es el mismo. Los cañones y elementos pesados son trasladados con lanchones provistos por Cosme Maciel de Santa Fe". En otra carta informó todos trabajan para construir la Batería Libertad en la Costa de las Ceibas y la Independencia en la Isla El Espinillo, en frente cruzando el Paraná. El día 13,Belgrano decidido a fortalecer el ánimo de su tropa y del vecindario solicitó al Gobierno de Buenos un emblema que los distinguiese de los realistas, en estos términos: "Parece que llégó el momento se sirva declarar la Escarapela Nacional que debemos usar para que no se equivoque con la de nuestros enemigos y sea una señal de división, cuya sombra si es posible debe alejarse.Como V.E. sabe me tomo la libertad de exigir la declaratoria que antes expuse". El Triunvirato recibió la carta, estuvo de acuerdo, aprobó el proyecto el 18 de Febrero; ordenando que todo el Ejército usase la divisa". "El día 14 de Febrero regresó a la Capilla del Rosario, desde Buenos Aire el Coronel Ángel Monasterio con el refuerzo de ocho carpinteros, que dan un progreso rápido a la obra. El día 23 de Enero el Guardián del Convento, Pedro García, recibió; al Capitán Moreno lo presentó al Prior del Convento y le entregó la carta de Belgrano. Este había conocido la Comunidad Religiosa Franciscana, en 1810 de paso con su tropa al Paraguay y en 1811, cuando fue delegado Diplomático con el Dr. Vicente Anastacio Echevarría ante el Gobierno Paraguayo, pensó en ellos y solicitó colaboración patriótica.
El Prior con el maestro de obras, decidieron enviar una carreta con palas, picos, azadones, martillos, clavos y troncos, ladrillos, piedras y otros materiales para ayudar  a  la construcción de las Baterías. El Coronel Manuel Belgrano, el Capitán Alvarez y el Coronel Monasterio quedaron muy agradecidos. Por su parte el Párroco Dr. Julián Navarro organizó a los vecinos para ayudar en la construcción y él destinó algunos de sus bienes para comprar alimentos. Este convento fue la primera población del lugar desde que se trasladaron de la Estancia San Miguel, que los Padres Jesuitas tenían a orillas del río arriba del Carcarañá, cuando  fueron expulados en  1767 por orden del Rey de España. Los Franciscanos se hicieron cargo de esa obra  y la refundaron cerca el Río Paraná. Allí todos trabajaban."Trasladaron todo lo que pudieron, construyeron nuevos aposentos, el Convento, la Escuela, diagramaron el pueblo y fue el nuevo asentamiento de San Lorenzo  con aquellas características de la Obra Jesuítica; Los Franciscanos  construyeron nuevos aposentos, viviendas, comedor, iglesia, para ellos tenían un sector con hornos de ladrillos y continuaron con la carpintería, herrería, la talabartería, la construcción de carros, la cría de ganado, caballar, mulas, vacunos, ovinos y cerdos con sus respectivos; corrales y cercas para delimitar los huertos con la siembra de hortalizas, como repollos, zapallos, porotos,  papas, batatas, maíz,  para consumo interno y de los obreros. También cultivaban el trigo, los frutales como naranjos, mandarinos, quinotos, ciruelas, membrillos, vides; también;habían plantado un bosquecillo de pinos y recolectaban los piñones para la panadería. Todo con fin educativos y de auto abastecimiento. El 26 de Febrero el Prócer pensó en la creación de  una bandera propia que nos distinga de nuestros enemigos, pues usamos las mismas banderas. V.E. ha determinado la Escarapela Nacional con que nos distinguiremos de éllos y de todas las naciones. En estas baterías no se viese tremolar sino la del enemigo. Aabajo señor Excelentísimo esas señales exteriores, que para nada nos han servido y que parece que aún no hemos roto las cadenas de la esclavitud". "El 27 de Febrero el Coronel Manuel Belgrano, sin esperar respuesta, ordenó la formación del Ejército a orillas del Río Paraná, en la Batería Libertad, invitó a los vecinos del pueblo, a un Acto a las seis y media de la tarde.  Completó la formación, pidió a la señora María Catalina Echevarría de Vidal que sostenga en sus brazos  la Bandera celeste y blanca que le había encargado, luego invitó al Párroco Dr. Julián Navarro que bendijese la Bandera, al Delegado Santafesino Cosme Maciel que la enarbolara en el mástil preparado. "Manuel Belgrano exultante de entusiasmo arengó a los soldados, milicianos y vecinos con las siguientes palabras: "Soldados de la Patria, en este punto hemos tenido la gloria de vestir la Escarapela Nacional que ha designado nuestro excelentísimo Gobierno,juremos  vencer a los enemigos Interiores y Exteriores; la América del Sur será el templo de la Llibertad y la Independencia. En fe de que así lo juráis decid conmigo: ¡¡Viva la Patria!!. ">A continuación mandó al Capitán y a la tropa destinados a la Batería Independencia, "que repitiesen el juramento que acababan de prestar.En el río cinco buques anclados esperaban que soplase viento favorable para transportar a Santa Fe, a los Granaderos de Terrada que completaban el marco de tan conmovedora escena."Belgrano ofició al gobierno: "Siendo preciso enarbolar bandera y no teniéndola, la mandé hacer blanca y celeste, conforme a los colores de la Escarapela Nacional. Espero que sea de la aprobación de V.E." Bartolomé Mitre en la “Historia de Belgrano y la Independencia”, escribió: “el Ejército a su mando parecía una "Legión Romana" sujeta a las normas de una orden monacal”.(Hist. de Belgrano y la Independencia, Edit. Anaconda. Reedición 1950, Bs.As.) Bibliografía. Referencias. >1.- Mitre Bartolomé, "Historia de Manuel Belgrano y de la Independencia Argentina". Ediciones Anaconda. Bs. As. 1950. (Reedición). Nota. El Corolario de la primera edición fue escrito por Domingo Faustino Sarmiento. Bs. As. 1858. 2.-Pérez Amuchástegui, Crónica Argentina.; -págs. 328 a 340- Edit. Codex.1968. Bs.As. 3.-De Marco Miguel y Ensinck Oscar, Historia de Rosario,; -págs. 49 a 56, -Museo Dr. Julio Marc, 1978, Edit. Colmegna, S.F. 4.- Silvio Roberto Vaccarezza, (ex Presidente del Instituto Belgraniano de Rosario), me facilitó&; las fotocopias de un artículo publicado por el Instituto Nacional, Belgraniano , Diario de Marcha de Belgrano. Comentarios y anotaciones del Dr. Ernesto J. Fitte.- Bs. As.- 1995. 5.- Artículos del Diario La Nación, Clarín, La Capital de Rosario, conferencias varias . 6. Recopilador y autor de la ficha publicada en www.luisnagelmaggi.blogspot.com.ar -Prof. Lic. Luis Angel Maggi,- con fines didácticos y pedagógicos, para difundir el pensamiento belgraniano., los años 2011,- 2012,- 2016.

Belgrano un Hombre de Fe.Te cuento las cuarenta. -30 - 06- 2020.-

Manuel Belgrano, un hombre de fe.


Roberto Colimodio Galloso. -30- 06- 2020.-

El general Manuel Belgrano declaró en su testamento fechado en Buenos Aires el 25 de mayo de 1820: "creyendo ante todas las cosas como firmemente creo en el alto misterio de la Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, tres personas distintas y un solo Dios verdadero, y en todos los demás misterios y sacramentos que tiene, cree y enseña nuestra Santa Madre Iglesia Católica Apostólica Romana, bajo cuya verdadera fe y creencia él vivió y protestó vivir y morir como católico y fiel cristiano que soy, tomando por mi intercesora y abogada a la Serenísima Reina de los Ángeles María Santísima, madre de Dios y Señora nuestra, un amante esposo el señor San José, al ángel de mi Guarda, santo de mi nombre y devoción ...

 "En rigor, en sus últimas disposiciones casi la mitad de las palabras -más de 300- fueron dedicadas a aspectos de su fe cristiana. No hay algo que debe asombrarnos o darnos un pensamiento en un hombre nuevo volcado a la fe que quiere ganarse el cielo a último momento.
Manuel José Joaquín del Corazón de Jesús Belgrano y González nació en el seno de una familia de tradición cristiana; por el lado materno había una larga lista de parientes eclesiásticos. Cursó sus primeras letras en el colegio de Santo Domingo, de cuyo Convento sus padres eran terciarios y con cuyo hábito pidió ser vestido para su sepultura.
Durante sus estudios en España (Salamanca, Valladolid y Madrid) recibió la influencia de las nuevas corrientes de ideas como la Ilustración Española, que a diferencia de la francesa no descartaba la religión y el respeto a la figura del Rey. Obtuvo además la licencia del Papa para leer los libros prohibidos.

Durante toda su vida pública y privada Belgrano dio sobradas muestras de su catolicismo practicante. Permanente difusor de la religión, promovía desde el Consulado, primero, y desde la Junta, después, la enseñanza del catecismo en las escuelas. Como Secretario Perpetuo del Consulado del Virreinato del Río de la Plata las sesiones del cuerpo se realizaban bajo la advocación de María.
Desde el Correo de Comercio sostenía que la religión era el principal e indispensable respaldo moral del Estado y el apoyo firme de las obligaciones del ciudadano. “Riámonos de las virtudes morales que no estén apoyadas por nuestra Santa Religión. La razón y la experiencia nos lo enseñan constantemente”.
Recomienda a los párrocos que atiendan “más a los pobres vivos que a los pobres muertos”. Cada parroquia sería una escuela de capacitación y de trabajo para que ambos sexos puedan tener un porvenir venturoso, como lo reglamentó en los pueblos de las Misiones.
En sus Memorias, cartas y documentos da muestras constantes y concretas de respeto hacia la Santísima Virgen María destacando el aspecto maternal y el carácter mediador de ella frente a su Hijo Jesús.
El misterio de la Purísima Concepción se potencia en el accionar belgraniano, siendo el símbolo que identifica a los americanos en momentos de producirse la Revolución y la Independencia. Es el Misterio de la Inmaculada Concepción que se opone al Misterio de los Derechos de Fernando VII que esgrimen los separatistas.
Ya como general, amante del orden, impuso a sus tropas una disciplina espartana. Bajo su mando se terminaron los bailes, mujeres y juegos de azar. Fue celoso guardián por las noches de la disciplina sorprendiendo a sus oficiales. Para Bartolomé Mitre sus reglas eran monásticas acompañadas de continuas prácticas religiosas. Era también extremadamente severo respecto de la vida privada de sus hombres, por ello se ganó el mote de “Bomberito de la Patria”.
Es el hombre agradecido a Dios y a la Virgen, a quienes atribuye el triunfo en la batalla de Tucumán “por los favores que mediante su intercesión nos dispensó el Todopoderoso” y, por ello, como gratitud remite las banderas tomadas del Real de Lima como ofrenda de gratitud para el templo de Nuestra Madre y Señora de la Mercedes.
Como por la batalla no pudo celebrarse la festividad de la Virgen de las Mercedes (24 de setiembre), los festejos se realizaron un mes después con solemne procesión y es allí donde Belgrano entrega su bastón de mando a Nuestra Señora nombrándola Generala del Ejército y Patrona de la Libertad de América.
Belgrano es quien dice que se necesitan para gobernar hombres cristianos y de juicio, y al mismo tiempo vivos como el azogue; que en el acierto de esa elección estaba la felicidad o la infelicidad de los pueblos.
Luego de la victoria de las armas en Salta reconoce que “todo se debe a la singular protección del Dios de los Ejércitos” disponiendo Misa de Gloria con Te Deum (sic)... y nuevamente ordenó que las banderas tomadas se presentasen a los pies de Nuestra Señora en su templo de Luján (Buenos Aires) por los “beneficios dispensados”. En es por entonces villa Belgrano pasó varias jornadas y cuentan las crónicas su concurrencia a diario a misa en la hoy basílica.
Al recibir 40 mil pesos como premio por sus victorias por parte del Gobierno, decide donarlos con el fin de dotar a 4 escuelas “para enseñar a leer, escribir y contar, la Gramática Castellana; los fundamentos de nuestra Religión Sagrada y la Doctrina Cristiana, por el Catecismo de Astete y Fleury y el Compendio de Pouget; los primeros rudimentos sobre el origen y objeto de la Sociedad; los derechos del hombre en ésta y sus obligaciones hacia ella y al gobierno que la rige…”.
Son coincidentes los testimonios de contemporáneos y de camaradas de armas sobre sus prácticas religiosas incluso antes de la batalla y a la vista del enemigo como sucedió en Ayohuma, lo que le valió las críticas posteriores de los generales Lamadrid y Paz en sus Memorias de haber perdido una oportunidad de atacar al ejército realista mientras se celebraba misa.
Aconseja incluso al mismísimo San Martín que no olvide “que es un General Cristiano, Apostólico Romano, cele Ud. que en nada, ni aún en las conversaciones más triviales, se falte el respeto de cuanto diga a nuestra Santa Religión; tenga presente no sólo a los Generales del Pueblo de Israel, sino a los de los Gentiles…” Además, le recomienda que el ejército que le dejaba “se compone de hombres educados en la Religión Católica que profesamos (...) que si bien los Pueblos del Perú reducen la Religión a exterioridades son muy celosos de ella…”. Y que, aunque se rían, que se realice diariamente el rezo del Rosario y el uso de escapularios en el pecho de los soldados.
Si bien no pasó por la Iglesia para contraer matrimonio o reconocer a su descendencia fue habitual su padrinazgo en bodas y bautismos, tanto en Buenos Aires con sus sobrinos como en Tucumán con sus amigos, siendo curioso el episodio de sus tres edecanes (Helguera, Salvigni y Pinto) que el mismo día se casaron con tres hermanas G armendia, siendo el general Belgrano el padrino de los tres novios.

También Belgrano, como cristiano coherente, creía en la doctrina de la segunda venida de Cristo y consideraba que Manuel Lacunza la exponía con claridad en su obra “La venida del Mesías en gloria y majestad”. Por ello, mandó hacer y solventó de su bolsillo una edición en Londres en 1816 para su difusión en las Provincias Unidas. Este es un punto que muchos de sus biógrafos no suelen tratar.
Ferviente católico practicante de su devoción mariana, Manuel Belgrano nos dejó además de nuestra bandera claros ejemplos de coherencia de espíritu, lucidez meridiana y un legado de honestidad y probidad. Dio todo sin pedir nada a cambio, preocupado por la tierra querida que dejaba y por pagar sus deudas. Es que murió tan pobre que su lápida fue confeccionada con el mármol de una cómoda de su hermano.
A 200 años de su paso a la inmortalidad nuestra sociedad actual debiera reflejarse e iluminarse, aunque sea un poco de su vida ejemplar.

El autor Roberto Colimodio Galloso,  es miembro de la Academia Argentina de la Historia y Correspondiente del Instituto Nacional Belgraniano

El reloj de Manuel Belgrano, fue robado.- 30-06- 2020.-

Asociación Belgraniana de Morón
El 30 de junio de 2007: Los hermanos, Jorge y Nazareno Baldo, y el hijo de uno de ellos, Nazareno Ariel, el sábado 30 de junio a última hora, cuando se encontraban los últimos visitantes, aprovecharon para robar el reloj de Belgrano, del Museo Histórico Nacional.
Los acompañaba un hombre que hacía de chofer y brindaba apoyo logístico. De inmediato, se lanzaron alerta y todo tipo de medidas para evitar que la valiosa pieza fuera enviada al exterior. Se dio aviso a Interpol y la policía se puso a investigar los registros de las cámaras de seguridad del museo: allí se podía ver claramente al ladrón en el momento en que movió la vitrina, arrancó el reloj, que
estaba atado con una tanza, y escapó sin que ningún guardia de seguridad advirtiera lo ocurrido.
Antonio Pérez Gollan, entonces director del Museo, destacó en declaraciones a la prensa la gravedad de la pérdida: "Se trata de un objeto que tiene un valor histórico importantísimo porque está cargado de información sobre la biografía de Manuel Belgrano". Además agregó la sala donde se produjo el robo contaba "con medidas adecuadas de seguridad: personal de vigilancia, alarmas y un circuito cerrado de televisión".
Mientras tanto, desde la Secretaría de Cultura de la Nación, entonces a cargo de José Nun, se llegó a ofrecer una recompensa de 200 mil pesos para quienes dieran con la joya robada. Los expertos aseguraban que el valor del reloj en el mercado negro de tráfico de piezas históricas podría ascender a los 400 mil euros. "Este reloj puede ser colocado a ese precio en países europeos, en especial en España", comentaron entonces expertos a la agencia Noticias Argentinas, y reconocieron que el valor simbólico para la historia argentina es mucho mayor. De acuerdo a los testimonios de la época, la forma en que el o los ladrones podrían sacar del país el reloj era sencilla, dado que se trataba de un objeto de fácil transporte. Debido a ello, la Aduana había alertado a más de 160 organismos similares en el mundo en su intento por encontrar el objeto.
Por aquellos días la División Robos y Hurtos de la Policía Federal, que tenía a su cargo la investigación, llevó adelante allanamientos sorpresivos en las joyerías de la calle Libertad, en el centro porteño, para dar con el reloj. Pero todos los intentos eran en vano: la valiosa pieza de Belgrano no aparecía. Casi un año después, las investigaciones apuntaron a una banda delictiva formada por varios miembros de una misma familia que se dedicaban a robos de piezas históricas en museos. Se encontraban detenidos por el robo a otro museo porteño y rápidamente los investigadores pudieron encontrar las similitudes en los dos casos.
Los Baldo fueron sometidos a juicio oral y público por haber robado joyas del patrimonio histórico argentino, entre ellas, el reloj de Belgrano, una lapicera fuente de oro del ex presidente Roberto Ortiz y la colección de monedas del tesoro del Banco Nación. Mientras se encontraban detenidos con prisión preventiva en la cárcel de Devoto, la mujer de uno de los cabecillas de la banda intentó llevarles una de las valiosas monedas robadas, escondida debajo de la plantilla de una de sus zapatillas. Fue de las pocas piezas históricas que pudo recuperarse. Les dieron entre ocho y tres años de cárcel.
El reloj que acompañó hasta el final de sus días al creador de la bandera nunca volvió a aparecer.
"2020 - AÑO DEL GENERAL MANUEL BELGRANO"

Belgrano de Ilustrado a Patriota. Te cuento. -30 - 06 - 2020.-

Belgrano: de ilustrado a patriota.

La Capital.- Sábado 20 de Junio de 2020-.  Marcela Ternavasio. Doctora en Historia. UNR. Conicet.


En 1790, Manuel Belgrano le escribía a su padre desde Madrid expresándole, con mucho entusiasmo, su deseo                                                                               de explorar la carrera de diplomático, a la que visualizaba como "brillantísima".


En 1790, Manuel Belgrano le escribía a su padre desde Madrid expresándole, con mucho entusiasmo, su deseo de explorar la carrera de diplomático, a la que visualizaba como "brillantísima". En la carta se proyectaba como secretario de embajada: "Según mi aplicación y el talento que tenga, puedo llegar a ocupar algún cargo de enviado o ministro plenipotenciario". La misiva forma parte de la escasa correspondencia que nos ha llegado de aquellos años en los que vivió en España, donde fue enviado a estudiar leyes y obtuvo su título de abogado. Eran tiempos de tertulias, lecturas y conversaciones en los que el joven Belgrano se empapó del clima ilustrado que vivía Europa, mientras buscaba un rumbo para su futuro. Tal vez imaginaba que el destino en una embajada le permitiría combinar la experiencia ganada en una legación extranjera con su aspiración de hombre letrado. 
Después de todo, el célebre Maquiavelo lo había logrado con creces al capitalizar su aprendizaje en el arte de la diplomacia para aplicarlo en las reflexiones políticas que volcó en El príncipe. Pero el cargo que Belgrano logró obtener de la Corona española, poco antes de regresar a Buenos Aires en 1794, fue el de Secretario del Consulado de Comercio de Buenos Aires, en la capital virreinal. La posición alcanzada estaba, por cierto, a la altura de sus expectativas, aunque carecía del glamour de un ministro plenipotenciario.Ya instalado en su tierra natal, alternó sus tareas de funcionario colonial con la de publicista en los primeros periódicos publicados en el río de la Plata, donde se encargó de difundir los principios de la nueva economía política. Su interés apuntaba a convertir a la Corona, a la que servía con convicción, en el motor de los cambios que promovían los propios ilustrados españoles para reubicar a la monarquía en el nuevo contexto interimperial. Su testimonio posterior, sin embargo, revela la desilusión que experimentó en aquellos años de secretario consular, según lo expresaba en su Autobiografía escrita en 1814: "Mi ánimo se abatió, y conocí que nada se haría en favor de las provincias por unos hombres que por sus intereses particulares posponían el del común".
No sería este el primero ni el único motivo de desánimo en la trayectoria de Belgrano. En 1808, cuando se produjo la ocupación napoleónica de España y las imprevistas renuncias de los Borbones a la Corona, lideró "el carlotismo",la alternativa de instaurar en Buenos Aires como regente de América a Carlota Joaquina de Borbón, hermana mayor del rey Fernando VII, cautivo de Bonaparte. La infanta Carlota se encontraba recién llegada a Río de Janeiro —junto a su marido, el príncipe regente de Portugal, y toda la Corte de Braganza— luego de huir de Lisboa por el avance de las tropas francesas. 
Para Belgrano y el círculo de porteños que lo acompañaban, el traslado de la princesa al Río de la Plata era una oportunidad para reformar el status de las colonias sin romper con la Corona ni con la metrópoli. Así lo exponían en una Memoria dirigida a la Corte de Brasil, mientras el secretario del Consulado asumía el rol de operador del Plan Carlotista, que se frustró por motivos muy diversos. Entre ellos, por el giro que adoptó la situación al arribar al puerto de Buenos Aires las noticias del indetenible avance de Napoleón en la península y la disolución de la Junta Central.
En mayo de 1810, los acontecimientos se precipitaron y derivaron en el conocido desenlace del Cabildo abierto y la creación de una Junta de Gobierno, 1810. En ese punto de inflexión, el funcionario colonial y publicista ilustrado comenzó una nueva vida: a los cuarenta años de edad se embarcó en la aventura revolucionaria. ¿Qué razones lo llevaron a aceptar no solo —o no tanto— el cargo de Vocal de la Primera Junta sino, poco después, el de comandar los ejércitos patriotas "sin embargo de que mis conocimientos militares eran muy cortos", según confesó sobre la primera expedición a la que fue destinado en Paraguay? No lo sabemos. Sus reflexiones autobiográficas solo nos devuelven un cierto dejo de asombro e incredulidad: "Apareció una Junta de la que yo era vocal, sin saber cómo ni por dónde, en que no tuve poco conocimiento".
Ahora bien, lo llamativo no es esta confesión de extrañamiento frente a la vorágine de aquellos días sino el destino que le tocó cumplir de allí en más. Mirado en perspectiva su posterior derrotero, el hombre que parecía contar con todas las credenciales para ocupar los más altos cargos políticos en la carrera de la revolución fue destinado por sus compañeros de ruta a un terreno que desconocía y para el cual no había sido preparado: el de las armas. Belgrano trató de transitar ese terreno con obsesivo disciplinamiento, leyendo y estudiando libros sobre estrategia y táctica bélica, mientras hacía la guerra en las más inhóspitas geografías. Pero, como sabemos, el conocimiento que proveían los libros no siempre era suficiente. En este sentido, la anécdota relatada por Matteo Bandello en el siglo XVI ilustra muy bien el desajuste que podía surgir entre la teoría y la práctica guerrera. En sus Novelle, el autor contaba que cuando Maquiavelo fue convocado a dirigir una serie de maniobras del ejército de Giovanni de Medici, descriptas en su obra Del arte de la guerra, la tarea terminó en un verdadero caos.
No importa si la anécdota es veraz, sino destacar que el lugar que Belgrano se ganó en el panteón de héroes se debe, justamente, al hecho de haber afrontado el desafío de dirigir grandes ejércitos en el campo de batalla para sostenerlo con abnegación y espíritu patriótico. Luego de conocer tanto la gloria de las victorias como la frustración de las derrotas, su viejo sueño de desarrollar una carrera diplomática lo pudo cumplir brevemente, cuando fue enviado en una misión Diplomática a Paraguy junto a su amigo Dr. Vicente Anastacio Echevarría,(1811) y a Londres junto a Rivadavia, en 1815. Fue un pequeño impasse, como lo fue su rápido pasaje por la Primera Junta de gobierno, en la agitada década en la que le tocó enfrentar una prolongada y cruenta guerra. Y, tal vez, la paradoja de que el reconocido hombre letrado no haya ocupado más que de manera efímera un cargo político en la carrera de la revolución es lo que también contribuye a explicar que su figura nunca haya sido impugnada en las conocidas controversias y disputas que nuestro país viene librando en torno al pasado.
Como sabemos, en el gradual proceso de construcción memorial del Padre de la Patria, fue designado Jefe del Regimiento de Patricios, 1811, y enviado a custodiar las orillas del Río Paraná, con 300 soldados, en la Villa del Rosario, allí construyó las Baterías Libertad e Independencia, creó la escarapela para su tropa y consagró su personalidad patriótica fundamental del mito histórico cuando resultó: "Belgrano, creador de la bandera celeste y blanca, el 27 de Febrero de 1812", la hizo confeccionar a María Catalina Echevarría de Vidal, bendecir por el Párroco Dr. Julián Navarro, enarbolar por el Delegado Santafesino Cosme Maciel y jurar al Ejército junto al Pueblo al grito de: ¡¡Viva la Patria!!. De inmediato escribió al Gobierno Central de Buenos Aires que "no teniendo Bandera mandé hacer una Celeste y Blanca conforme a los colores de la Escarapela". 
Ello habilitó a consagrar a nuestra ciudad de Rosario, la Cuna de la Bandera. La identidad de los rosarinos con el personaje que hoy conmemoramos en el Bicentenario de su muerte es, sin duda, una marca registrada. Así lo demuestra el lugar emblemático que ocupa el Monumento Nacional a la Bandera,  que, ante la carencia de un Cabildo fundacional, representa la inscripción de Rosario en la tradición histórica de la Nación.

Belgrano, Güemes, San Martín, Padres Fundadores.-30-06-2020.-

OPINIÓN.- Belgrano, Güemes, San Martín
Los Andes, - Mendoza.- Viernes, 17- 06 - 2016.- Juan Marcelo Calabria - Docente y ensayista.

En el año del Bicentenario de la Declaración de la Independencia en la que destacó la influencia y prédica de nuestros Padres Fundadores, Manuel Belgrano y José Francisco de San Martín, resulta importante resaltar la figura del patriota salteño Martín Miguel de Güemes. Según sostiene el escritor e historiador Dr. Miguel Ángel De Marco: “Pocos fueron en nuestra historia los casos en que seres tan diferentes por su carácter, formación y hábitos conjugaron con tanta coherencia y decisión sus esfuerzos en pos de una causa superior como la de la independencia sudamericana”.
Belgrano y Güemes coincidieron en las acciones militares durante las Invasiones Inglesas. Mientras Belgrano formó en las milicias urbanas, en el Regimiento de Patricios y bajo el mando de Saavedra y Liniers, Güemes había llegado en 1805 con su Regimiento Fijo de Infantería desde Salta destacándose en la defensa de Buenos Aires protagonizando una inusual hazaña comandando un pelotón de húsares con el que logró la rendición del navío británico "Justina", encallado frente al puerto, en una acción de guerra, como pocas en la historia, en la que un buque es capturado por una partida de caballería.  Mientras tanto, San Martín en España participaba como capitán, en las filas del ejército peninsular en las guerras europeas.
La revolución los encontrará comprometidos con los ideales de Mayo, y en tanto Belgrano ejercía como vocal de la Primera Junta de Gobierno, Güemes comenzaba su acción en el Norte en las primeras acciones militares en la Quebrada de Humahuaca, iniciando su liderazgo de las milicias gauchas en el Ejército del Norte a las órdenes de Juan Martín de Pueyrredón.
Posteriormente será separado del ejército por orden del nuevo jefe, Manuel Belgrano, por problemas privados e indisciplina; regresando al escenario de batalla en diciembre de 1813 a las órdenes del coronel San Martín, quien se hará cargo en enero de 1814 de aquella hueste.
En esos momentos los “tres hermanos de causa” podrán intercambiar ideas sobre la revolución y zanjadas sus primeras diferencias con el creador de la bandera, Güemes será designado por San Martín general en jefe del Ejército de Observación, encargándole las avanzadas sobre el río Pasaje y luego la defensa de la frontera con el Alto Perú.
Durante esos días Belgrano, Güemes y San Martín analizarán el rumbo de la revolución, y el creador de la bandera y el Gaucho General convencerán al Gran Capitán de no “hacer camino por el norte”, madurando así el plan de liberación continental desde Cuyo.
Pronto tomarán caminos distintos siempre ocupados y preocupados por la Libertad de América. Belgrano deberá abandonar su puesto y enfrentar un consejo de guerra por las derrotas de Vilcapugio y Ayohúma, y una vez libre de culpa y cargo, partirá a Europa en misión diplomática junto a Bernardino Rivadavia.
Poco antes el coronel San Martín, luego de dejar el Ejército del Norte, asumirá, en setiembre de 1814, la Gobernación Intendencia de Cuyo, confiando a Güemes y sus gauchos la línea del Norte. Un año después, setiembre de 1815, Don Martín asumirá la Gobernación Intendencia de Salta, carteándose asiduamente con su par de Cuyo.
Hacia fines de 1815 y principio de 1816, San Martín seguirá de cerca el conflicto desatado entre el nuevo jefe del Ejército del Norte, José Rondeau, y Güemes, tratando de influir a través de sus cartas, para que ambos resuelvan sus diferencias y retomen la lucha por la causa de la libertad; finalmente los jefes militares firmarán el “Pacto de los Cerrillos” y aquel desde Cuyo lo celebrará diciendo: “... más que mil victorias he celebrado la mil veces feliz unión de Güemes con Rondeau. Así es que las demostraciones en ésta sobre tan feliz incidente se han celebrado con una salva de veinte cañonazos, iluminación, repiques y otras mil cosas” (carta a Tomás Godoy Cruz).
San Martín, preocupado por “la unidad de miras” en pos de la misma causa, propiciaba desde su “Ínsula Cuyana” la reunión del Congreso de Tucumán, la pronta Declaración de la Independencia, la elección de otro hermano de causa, Juan Martín de Pueyrredón, como Director Supremo, ponía en pie el Ejército Libertador de los Andes, alentaba a Buenos Aires a concertar la paz con Artigas y los caudillos del Litoral, y proponía a Belgrano para que, una vez más, se hiciese cargo del Ejército del Norte, expresando: “… en caso de nombrar quien deba reemplazar a Rondeau yo me decido por Belgrano, este es el más metódico de los que conozco en nuestra América, lleno de integridad y talento natural, no tendrá los conocimientos de un Moreau o Bonaparte en punto a milicia, pero créame usted que es lo mejor que tenemos en la América del Sur”.
Belgrano y Güemes escribirán habitualmente a San Martín, y cuando el triunfo de Maipú se dirigirán al Libertador para felicitarlo diciendo: Güemes: “Las armas de la Nueva Nación manejadas por la diestra mano de VE, repiten sus triunfos dando mayor timbre al valor americano, y sirviendo de terror y espanto al orgulloso peninsular. Muy pronto verá este que el estandarte de la libertad flamea aun en sus mismos muros... ya que la suerte no ha querido que al lado de VE tenga mi espada una pequeña parte en la venturosa gloria del día 5 del actual, quiera al menos dar acogida al amor y respeto con que tengo el honor de felicitar a VE y acompañarle desde aquí...”; en tanto que Belgrano le decía: “Nunca se manifiesta el sol con más brillantez y alegría que después de una tempestad furiosa: el azaroso acontecimiento del 19 de marzo en los campos de Talca, le dio palpablemente el último grado de importancia e inmortalidad al venturoso del 5 del corriente en los de Maipú...Circunscribo los plácemes que doy a VE a la extensión de mi característica sinceridad... complaciéndome la infalibilidad, de que la nación en masa, entrando yo en parte, elevará en el centro de su corazón el monumento de su eterna gratitud que inmortalice al héroe de los Andes”.
La amistad entre ellos continuó, pero las tempranas muertes del inigualable Manuel Belgrano, acaecida el 20 de junio de 1820, y del bravo Martín Miguel de Güemes, un año después, el 17 de junio de 1821, dejaron a San Martín solo en la última fase de la guerra por la Independencia. Creo, sin duda, que San Martín sintió al final de su obra la falta de aquellos hermanos de causa que tanto hicieron junto a él por la Libertad de América.

domingo, 28 de junio de 2020

La Bandera que Belgrano nos legó.- Te cuento.- 28 - 06 - 2020.-

  La bandera que nos legó Manuel Belgrano.

  En este texto, extraído del libro "Belgrano, el gran patriota argentino", recientemente publicado por                                                                            Sudamericana, se cuenta la creación de la enseña patria, hecho que aún incluye no pocos ribetes                                                            polémicos. La Capital.-Rosario.- Por Daniel Balmaceda / Historiador y periodista.-

    La Capital. - Sábado 20 de Junio de 2020
    El episodio más conocido en la historia de Belgrano, la creación de la bandera, ha generado una serie de polémicas y debates a lo largo de la historia. Sobre todo la cuestión referida al origen de los colores. También se ha discutido cómo fueron dispuestos esos colores en aquel pabellón original. Las pistas documentales son escasas y han posibilitado muchas conjeturas. Nos encantaría poder echar luz sobre este tema, pero es muy poco lo que lograremos aportar.
    En una muy escueta relación vamos a evocar aquella historia.
    Belgrano había partido de Buenos Aires rumbo a Rosario con el objetivo de alistar las baterías que ya estaban en construcción en la costa del Paraná. Llegó a su destino el 7 de febrero. Su primera inquietud fue que los soldados tuvieran un distintivo propio, una escarapela. Y esto nos obliga a aclarar que los distintivos civiles por cuestiones políticas eran las cintas, mientras que las escarapelas eran usadas por los militares para diferenciarse en el campo de batalla. Eran de un diámetro mayor al habitual y solían estar integradas al uniforme.
    Belgrano le escribió al Triunvirato para pedir que a sus soldados los autorizaran a usar la escarapela “blanca y celeste”. Una semana después recibió la aprobación oficial. Entonces se apresuró a reclamar una nueva autorización, la de una bandera que tuviera los colores de la escarapela.
    En realidad, se tomó la atribución de encargar su confección y emplazarla antes de recibir la conformidad. Esto ocurrió el 27 de febrero de 1812 en las barrancas de Rosario con motivo de la inauguración de una de las dos baterías. El mismo día, en Buenos Aires, el gobierno le encargaba que viajara al norte y tomara las riendas del derrotado ejército que en ese momento comandaba Pueyrredón (a quien, dicho sea de paso, no le pareció buena la idea de la escarapela).
    Los chasquis se cruzaron. El que viajaba a Rosario portaba la orden de que Belgrano se dirigiera a Jujuy, mientras que el que hacía el camino a Buenos Aires informaba sobre la creación de una bandera. El Triunvirato desaprobó la innovación y le escribió al jefe militar para censurar su conducta.
    El coronel no se enteró porque ya había partido al norte cuando llegó el chasqui. Desconociendo la prohibición, y entusiasmado con la bandera, el 25 de Mayo, en el segundo aniversario de la Revolución, realizó en Jujuy una ceremonia con el pabellón nacional. En un acto cargado de protocolo, la bandera, en brazos de su creador, fue bendecida en la catedral de Jujuy. Los pormenores de este suceso fueron comunicados al Triunvirato. Belgrano no estaba enterado de que le habían prohibido la insignia. Volvieron a escribirle en un tono más enérgico. La nota le causó una gran desazón. No esperaba que Rivadavia, secretario del Triunvirato, le impidiese aportar un elemento simbólico que podía ser entendido como una señal de unión entre los pueblos.
    Bernardino Rivadavia desaprobó la creación de Belgrano. Después viajaron juntos a Europa, en 1815.
    Bernardino Rivadavia desaprobó la creación de Belgrano. Después viajaron juntos a Europa, en 1815.
    Sin esconder su malestar, el gran patriota respondió con una carta que comenzaba diciendo que se sentía afectado por el contenido de la nota que recibió. Y continuaba de la siguiente manera:
    “Para hacer ver mi inocencia, nada tengo que traer más a la consideración de Vuestra Excelencia que el 3 de marzo referido no me hallaba en el Rosario. Pues conforme a sus órdenes del 27 de febrero, me puse en marcha el 1 o 2 del insinuado marzo, y nunca llegó a mis manos la comunicación de Vuestra Excelencia que ahora recibo inserta.
    “Pues, de haberla tenido, no habría sido yo el que hubiese vuelto a enarbolar tal bandera, como interesado siempre en dar ejemplo de respeto y obediencia a Vuestra Excelencia, conociendo que de otro modo no existiría el orden y toda nuestra causa iría por tierra”.
    Repasando en forma somera los hechos, Belgrano dijo a continuación:
    “Vuestra Excelencia mismo sabe que sin embargo de que había en el ejército de la Patria cuerpos que llevaban la escarapela celeste y blanca, jamás la permití en el que se me puso a mandar; hasta que, viendo las consecuencias de una diversidad tan grande, exigí de Vuestra Excelencia la declaración respectiva.
    “Enseguida se circuló la orden, llegó a mis manos, la batería se iba a guarnecer, no había bandera y juzgué que sería la blanca y celeste la que nos distinguiese como la escarapela. Y esto, con mi deseo de que estas Provincias se cuenten como una de las naciones del Globo, me estimuló a ponerla”.
    Hasta allí, Rosario. Pero también necesitaba dejar en claro su accionar y motivaciones en Jujuy:
    “Vengo a estos puntos [latitudes]. Ignoro, como he dicho, aquella determinación. Los encuentro fríos, indiferentes, y tal vez, enemigos. Tengo la ocasión del 25 de Mayo y dispongo la bandera para acalorarlos y entusiasmarnos, ¿y habré, por esto, cometido un delito?
    Lo sería, Señor Excelentísimo, si a pesar de aquella orden, hubiese yo querido hacer frente a las disposiciones de Vuestra Excelencia. No así, estando enteramente ignorante de ella, la que se remitiría al comandante del Rosario y la obedecería, como yo lo hubiera hecho si la hubiese recibido”.
    Para que no quedaran dudas acerca de su obediencia, aclaró qué haría a partir de haber tomado conocimiento de la censura del gobierno.
    “La bandera la he recogido, y la desharé para que no haya memoria de ella. Y se harán las banderas del Regimiento Nº 6, sin necesidad de que aquella [la bendecida en Jujuy] se note por persona alguna. Pues, si acaso me preguntaren por ella, responderé que se reserva para el día de una gran victoria por el Ejército. Y como éste está lejos, todos la habrán olvidado y se contentarán con lo que se les presente”.
    De todos modos, se permitió expresar que los indios, un alto porcentaje de la población del norte, “ni gustan oír el nombre del rey, ni se complacen con las mismas insignias con que los tiranizan”. Por otra parte, dejando traslucir cierto estado de ofensa y molestia, aclaró a su amigo Rivadavia:
    “Puede Vuestra Excelencia hacer de mí lo que quiera, en el firme supuesto de que hallándose mi conciencia tranquila, y no conduciéndome a esa no otras demostraciones de mis deseos por la felicidad y glorias de la Patria (…), recibiré con resignación cualquier padecimiento, pues no será el pri­mero que he tenido por proceder con honradez y entusiasmo patriótico.
    Mi corazón está lleno de sensibilidad y quiera Vuestra Excelencia no extrañar mis expresiones, cuando veo mi inocencia y patriotismo apercibido en el supuesto de haber querido afrontar sus superiores órdenes, cuando no se hallará una sola de que se me pueda acusar, ni en el antiguo sistema de gobierno y mucho menos en el que estamos y que a Vuestra Excelencia no se le oculta [rotura del papel] sacrificios he hecho por él.
    “Dios guarde a Vuestra Excelencia muchos años. Jujuy, 18 de julio de 1812”.
    Por un lado, esta respuesta demuestra el enojo de Belgrano. Pero, por el otro, nos permite sumar algunos indicios acerca de la creación del emblema nacional.
    Antes de enfocarnos en el tema del color creemos necesario hacer una aclaración. Algunos investigadores han interpretado la nota del 27 de febrero como un anuncio de que Belgrano estaba mandando a hacer la bandera. Según esa corriente, el gran patriota no habría enarbolado el pabellón nacional en Rosario el 27 de febrero, solo habría mandado confeccionarlo. La expresión del creador fechada ese día fue la siguiente: “Siendo preciso enarbolar bandera y no teniéndola, la mandé hacer blanca y celeste conforme a los colores de la escarapela nacional: espero que sea de la aprobación de Vuestra Excelencia”.
    Este hecho parecía ser confirmado por la falta de algún tipo de mención sobre la bandera en el discurso o arenga que les dio a sus hombres en aquel día, además de que no han quedado rastros de ella.
    Creemos que la respuesta que envió a Rivadavia nos ofrece una pista muy concreta cuando aclara que nunca recibió en Rosario la nota del gobierno, y aclaró: “Pues, de haberla tenido (la instrucción), no habría sido yo el que hubiese vuelto a enarbolar tal bandera”. Notemos que dice “vuelto a enarbolar”. Está afirmando que ya había enarbolado antes una bandera. Por lo tanto creemos que esta mención de Belgrano apoya la idea de que efectivamente el 27 de febrero la bandera blanca y celeste ondeó en el cielo de Rosario.
    El otro asunto, más complejo, se refiere al origen del blanco y celeste. Se ha dicho: que fueron los colores empleados por los morenistas en 1811, que fueron tomados del manto de la Virgen, que eran los de la banda de la Orden de Carlos III, que correspondían a los colores del penacho de los Patricios, que representaban al escudo de Buenos Aires donde el río de la Plata sería el blanco y el firmamento, el cielo, el celeste.
    Definitivamente no vamos a poder resolver el enigma, pero sí queremos poner la lupa en un comentario de la carta a Rivadavia donde dice: “Vuestra Excelencia mismo sabe que sin embargo de que había en el ejército de la Patria cuerpos que llevaban la escarapela celeste y blanca, jamás la permití en el que se me puso a mandar; hasta que, viendo las consecuencias de una diversidad tan grande, exigí de Vuestra Excelencia la declaración respectiva”. Es notable la manera en que Belgrano aclara que ya había cuerpos militares que la utilizaban. Incluso, que él no la había permitido entre sus hombres. Está reconociendo en estas líneas que él no fue quien definió los colores.
    Por lo tanto, si bien no sabríamos explicar el origen de ellos, debemos dejar en claro que Belgrano no los aportó, sino que ya venían impuestos por alguna costumbre más allá de sus ideas y creencias.
    En torno al pabellón
    Entonces, ¿Belgrano creó la bandera? La respuesta es compleja. Si bien tuvo la intención, su proyecto fue rechazado por el gobierno. No obstante, con el tiempo, aquella idea de crear un distintivo terminó resolviéndose en conjunción con el proyecto belgraniano.
    Hay un par de puntualizaciones que vale la pena remarcar. En la década de 1820 se realizaron muchos homenajes a Belgrano. En ellos participaron sus amigos, parientes y también soldados. Ninguno de sus contemporáneos llamó a Belgrano “el creador de la bandera”. Se le prodigaron elogios de todo tipo. Se mencionaron sus acciones en el Consulado, en la Primera Junta, sus campañas, su acción diplomática y su participación en el Congreso de Tucumán, pero nadie evocó aquella tarde de febrero en Rosario ni lo postuló como el hombre que nos dio la insignia patria. Es importante para entender que la relevancia que le damos al hecho en nuestro tiempo no la tuvo hace doscientos años.
    Asimismo, nos gustaría ofrecer una mirada acerca de la disposición de los colores de aquella primera bandera. No existe ninguna referencia de la de Rosario y las posteriores han sido muy diferentes. Por ejemplo, las banderas que aparecieron escondidas en una iglesia de Macha, el pueblo al que se dirigió luego de ser vencido en Vilcapugio, tienen franjas invertidas: una de ellas es celeste-blanca-celeste, mientras que la otra es blanca-celeste-blanca. Algunos historiadores sostuvieron que, como Belgrano habló de blanco y celeste al referirse a los colores de la escarapela (y luego dijo que mandó hacer una bandera de los colores de la escarapela), el pabellón solo tenía dos franjas. Esta teoría puede comprobarse con una obra de arte. Durante la estadía en Londres, en 1815, Belgrano y Rivadavia se retrataron cada uno por su cuenta frente al mismo pintor. El cuadro de Belgrano, cuyo original se encuentra en la ciudad de Olavarría, presenta una escena de la batalla de Salta a espaldas del prócer. En ella se advierten tres banderas. Salvo una cuya forma no puede determinarse, las otras dos muestran claramente pabellones de dos únicas franjas, la blanca en la superior y la celeste en la inferior.
    Allí en Londres estaban juntos los dos protagonistas de la creación de la bandera. Hombres que en 1815 compartieron meses de navegación y de actividad diplomática. Con tanto tiempo de convivencia, ¿acaso jamás conversaron sobre aquel episodio que les tocó vivir en febrero de 1812, mientras uno estaba en Buenos Aires y el otro se movía de Rosario a Jujuy? Que el cuadro de Belgrano muestre aquella disposición de la bandera es algo que no debemos pasar por alto porque no se pintó frente a dos ignorantes del tema.
    Otro comentario: en 1814, Belgrano le entregó el ejército a San Martín. En una carta posterior, le pidió que conservara la bandera que le había dejado y que la enarbolara cada vez que hubiera formación. En caso de que la insignia aludida en la correspondencia haya tenido dos cuerpos, uno blanco y otro celeste, terminaría siendo similar al pabellón del Ejército de los Andes que mandó confeccionar San Martín a fines de 1816.
    De todas maneras, y aun siguiendo esta idea, cabe aclarar que las primeras dos veces que los realistas mencionaron la bandera (en mayo de 1813 y en una fecha posterior ese mismo año), en ambos casos la describieron de tres franjas, de las cuales la superior y la inferior eran celestes, mientras que la del medio era blanca. En una de las citas dicen que la franja blanca era más ancha que las otras dos.
    ¿Esto deja sin efecto la teoría de la relación entre la bandera que Belgrano le dejó a San Martín y la que creó el Libertador para el Ejército de los Andes? Creemos que no, porque el descubrimiento de las dos banderas en Macha prueba que convivían distintos modelos. Lo único que se sostenía en todos los ejemplares era la combinación del celeste y el blanco.
    Otro de los detalles curiosos que podemos aportar a la historia de los colores de la bandera es la mención que hace la Gaceta de Buenos Aires el viernes 23 de octubre de 1812, a un mes de la victoria de las tropas de Belgrano en Tucumán.
    Por empezar, el sorpresivo título: “Triunfo de las banderas de la Patria”. Aun sabiendo que en realidad el pabellón no flameó en Tucumán, este fue el primer reconocimiento oficial de la bandera, o al menos, su aceptación pública en Buenos Aires. En esa extensa nota se hizo mención a un decreto del gobierno que proponía que a los soldados que habían participado en la acción de Tucumán se les concediera “el distintivo de una charretera de hilo de lana blanca y celeste”. Lo mismo para los sargentos, a quienes les otorgaron “un cordón de lana blanca y celeste con borlas”. A los oficiales, hasta el rango de coronel, “un escudo de paño blanco con orlas de paño celeste”. Esto significa que en cuanto asumió el Segundo Triunvirato (el 8 de octubre de 1812), se sumó a la idea de los tonos señalados por el gran patriota. Quisimos destacar esta publicación porque se trata de la primera mención que se hace de los colores patrios, más allá de las disposiciones planteadas por Belgrano y el Primer Triunvirato en febrero del mismo año.
    A partir de entonces, parecían todos encaminados en el mismo sentido. Nuestros hombres debían marchar detrás de una nueva bandera. Y los colores de los cordones para celebrar el primer gran triunfo militar de la patria fueron nada menos que el blanco y el celeste

    Mitre, un clásico de la historia Argentina. Te cuento.-28-06-2020.-



    2020, EL AÑO BELGRANIANO NACIONAL.

    Un clásico, la historia de Bartolomé Mitre.

    La Prensa. Roberto Elissalde. -27-06-2020.-

    Ayer 26 de junio se cumplieron los 199 años del nacimiento de Bartolomé Mitre. Hoy comenzamos a recorrer el año del bicentenario del biógrafo de Belgrano por lo que estas líneas intentan rescatar algunos apuntes de su famosa obra referida al prócer y a la Independencia Argentina.-                                                                                                                            En distintos momentos Mitre a pesar de haber nacido un año y una semana después de la muerte de Belgrano, en su juventud y aún madurez tuvo oportunidad de tratar a algunas figuras que conocieron muy bien y largamente al ilustre general. Citemos entre ellos a los generales José María Paz, Gregorio Aráoz de Lamadrid e Ignacio Álvarez Thomas, autor este de una semblanza que fue seguramente una de las primeras biografías del prócer y más aún con el agregado que el autor estaba casado con una sobrina Ramos Belgrano, lo que sin duda motivó un trato mucho más cercano. Sin decir del general Nicolás de Vedia su suegro o del general José Rondeau que había sido su padrino de bautismo..-Con esas referencias y con acabado criterio Mitre fue invitado en 1857 a participar con la biografía de Belgrano en la colección titulada Galería de las celebridades argentinas: biografías de los personajes más notables del Río de la Plata, en la que también colaboraban Juan María Gutiérrez con la de Rivadavia, Sarmiento con la de San Martín, Luis Domínguez con la de Florencio Varela, Tomás Guido con la del almirante Guillermo Brown, Manuel Rafael García con la de su padre Manuel José García y Pedro Lacasa con la del general Lavalle. Para la misma época en Chile el polígrafo Diego Barros Arana, publicaba una serie de biografías en el periódico El Museo. Curiosamente a ambos lados de la cordillera las litografías que ilustraban las obras estaban a cargo del afamado impresor francés Narciso Desmadryl..--                                                                                          Personajes cercanos en el tiempo, contemporáneos y en algunos casos hasta con fuertes lazos de amistad o parentesco los autores, con los personajes, así presentaba Gutiérrez la colección: “Los hombres notables de la revolución argentina… soportan bajo sus humildes sepulcros el doble peso de la losa y de la indiferencia… El viento de nuestras querellas ha llevado en pedazos a nuestros viejos próceres. Es preciso buscar la huella de sus pasos, Es necesario lavar de sobre ellos las manchas de lodo con que les salpicó el carro revolucionario, colocarles en dignos pedestales, a fin de que juventud los venere”.--Como vemos las pasiones se mezclaban, y en ese tiempo 1857 el autor que se había hecho gracias al uruguayo Andrés Lamas de una buena parte de los documentos, vivía ese accidentado proceso del Estado Rebelde como lo llamara María Sáenz Quesada que finalizó en los campos de Cepeda unos años después. 

    Así a fines del año siguiente iba a salir el libro, voluminoso en los que trata “la vida de un hombre y la historia de una época”, editado con el sello de la Librería de la Victoria, en la imprenta de Mayo, un volumen con una tirada de 1200 ejemplares. Al año siguiente una nueva edición a cargo de Ledoux y Compañía iba a aparecer en dos tomos; hasta que el famoso editor Carlos Casavalle publicó la tercera y definitiva en 1876 en tres volúmenes.---                          Mitre destaca el valor del trabajo en la “larga enumeración de los documentos en que se basa la verdad histórica de nuestro trabajo y la exactitud de nuestros juicios”. Además de los testimonios de quienes trataron a Belgrano que ya comentamos, no dejó de consultar bandos, proclamas, memorias, etc., que forman un valioso conjunto que cerca del centenario de 1810 se publicó con el título Documentos para la Historia de Belgrano, que a pesar del no poco esfuerzo desplegado para la conservación de los originales es una deuda pendiente subirlo a las redes sociales, o la edición impresa en la página de la casa de Mitre, por la falta de recursos humanos para llevar a cabo esta tarea.
    Claro que no le faltaron a Mitre fuertes críticos a poco de salir la Historia de Belgrano, fue uno de ellos el jurista cordobés Dalmacio Vélez Sarsfield o el tucumano Juan Bautista Alberdi, aunque no sólo era a la obra, sino que entrañaba como bien lo señala Nora Pagano en su obra sobre la historiografía con Fernando Devoto: De una operación “abiertamente política que, bajo la forma de críticas historiográficas, permitían manifestar sus divergencias en el presente valiéndose del pasado”.---                                                                                       -Tarea que por otra parte vemos en algunos prolíficos autores embanderados políticamente en la interpretación del pasado o desvirtuando con el afán de la divulgación algunos aspectos del prócer.
    A pesar de la tarea en la primera magistratura en 1864 publica los Estudios Históricos sobre la Revolución Argentina: Belgrano y Guemes, publicado por la Imprenta del Comercio del Plata, con 264 páginas.
    No son pocos los historiadores que se han referido a Mitre historiador, en su historiografía lo hizo Rómulo Carbia quien afirma que “antes que nadie, entre nosotros, comienza a elaborar su erudición en silencio, con tesón, benedictinamente, y cuando se lanza a la empresa del libro no se considera, como tantos, llegado al culmen. Por eso es un corrector y un perfeccionador de si mismo”. --                                                                                                                   --José Luis Romero escribió en 1943:
    “Mitre constituye, definitivamente, un clásico; porque si hay clásicos en la ciencia histórica, su perfección consistirá, precisamente, en este ajuste entre el Pasado y el presente que Mitre alcanza con penetración singular: la historia se hizo con él conciencia histórica, firme y segura”.
    Justas palabras para evocar al biógrafo que ya transita el bicentenario de su nacimiento y que será motivo también del recuerdo de quien “antes que escribirla hizo la historia” como lo señalaba una medalla firmada por B. Rozet y batida en la firma francesa Carlos Christofle de París en ocasión de su muerte y que también señala “Su Gloria, nuestra Gloria”, frase que bien le cabe al insigne Belgrano.