domingo, 21 de junio de 2020

Belgrano el primero en construir la Nación Argentina.-21-06-2020.-

Joaquin Carrillo
Ayer  -20-06-2020.-
BELGRANO EL PRIMERO
¿Cómo rescatar en pocas palabras, en una fecha tan importante como el bicentenario, la grandeza de aquél que en tan poco tiempo y con tanto esfuerzo lograra torcer el destino forjado por la Península y ofrecer a un pueblo subyugado la gloria de volverse nación?
Fue su destino nacer, octavo entre dieciséis hijos, en el seno de una familia bendecida tanto por la riqueza como por la tradición; y fue también destino que se continúe la suerte en la adquisición de una educación privilegiada, reservada a un reducido y selecto número de europeos y a los escasos escogidos de las Américas para regresar – luego- a sus tierras a asumir su cargo, también, privilegiado -y perpetuo.
Poco sabemos, más allá de su educada inteligencia, del joven que partiera a España a cumplir el sueño de su padre. Lo que sí sabemos es que Europa, además de sus títulos, le ofrece, el enorme desafío del cambio. Porque si las rebeldes colonias del norte declarando su independencia han tenido algún impacto en esa mente inquisitiva y en crecimiento, es la Francia revolucionaria la que hoy, con la fuerza de un tsunami, sacude su esencia incitándolo aún más (como si hiciera falta) a participar de tertulias acaloradas y a leer ávidamente toda fuente del saber que le permitiera comprender, formar la más racional y educada opinión posible y encontrar entre tantos caminos, el mejor del laberinto.
Belgrano necesita informarse, evaluar y analizar las tendencias que habían comenzado a despertar para poder ubicar su postura en los procesos históricos de la época.
Inicia su camino a través de la lectura, de la escucha atenta, del contraste de ideas y tendencias… buscando a la verdad en su esencia. Va formando, así, su brújula interna, su conciencia, que habrá de guiarlo implacablemente – aun a pesar suyo - por el resto de su vida: Su Norte, el bienestar de su pueblo.
La profundidad y compromiso de su pensamiento se pone de manifiesto si nos detenemos un momento a pensar en el contraste ideológico entre las actividades de su padre y las tendencias que Belgrano ya comienza a definir.
A su regreso lo espera el Consulado. Ya viajaba Belgrano rumbo al Rio de la Plata, el alma exaltada ante la vastedad de oportunidades de mejora para su tierra. Pasará los días interminables en el barco revisando mentalmente posibilidades, proyectando y anticipando resultados. Belgrano ha vivido el progreso, y viene a ofrecerlo.
Si en España lo recibió el conocimiento, en el Virreinato lo espera el dolor. Pierde a su padre a poco de llegar, y no demora en comprender que el cuerpo del Consulado está solo empeñado en la tarea de engrosar, aún más las arcas de sus integrantes. La mirada del Virreinato es corta, la innovación - innecesaria.
Si estaban aferrados los comerciantes a la tradición del “4 por 8”, lo estaban, más aún, a su monopolio. En la mente del joven abogado un territorio de más de 4 millones de hectáreas que incluyen la Banda Oriental, Paraguay, parte de Santa Catarina, el Alto Perú y la Capitanía de Chile no podía ceñirse al bienestar de tan pocos. Por un momento, Belgrano desespera. Su anhelo de equilibrio al beneficiar a la corona promoviendo el bien común en su virreinato se quiere desmoronar, a nadie le interesa.
Me atrevo a decir, entonces, que Belgrano fue el primero en comprender que para traer el progreso al cono sur de las Américas debía primero despertar su razón – comienza, entonces a formar a su gente y a develar la que será su estrategia característica: razonar evitando el confrontamiento, obedecer sin perder los principios, sembrar sin perder la esperanza… responder, ante todo, al más elevado sentido de justicia y a su conciencia.
La primera transformación de Belgrano no fue vestir un traje militar sino convertirse en pionero. Comienza, entonces, su largo peregrinar por el sendero al bienestar y progreso del pueblo. Lo primero, educación.
Belgrano reconoce con una claridad extraordinaria la necesidad de educar gratuitamente a los niños de la campaña como medio para evitar que se conviertan en “futuros mendigos o salteadores”, de ofrecerles oportunidad de progreso mediante un sistema de “aprendices de oficio” al terminar su instrucción básica… progreso que, a su vez, beneficiaría a todo el virreinato. Propone la fundación de una escuela de agricultura, fomenta la educación de la mujer reconociendo su figura como factor de cambio y su importancia en la transmisión de valores a las nuevas generaciones.
Belgrano propone la escuela de Dibujo y de Náutica, planea -además- organizar la producción de fibra, lino, cáñamo, algodón y lana con las que, entre otras industrias, se podrían construir velas para barcos. ¿Quizá fuera su objetivo, a largo plazo, proveer al virreinato de una flota mercante propia que le diera mayor autonomía?
Siempre con el bienestar del pueblo en la mira, Belgrano pone toda su pasión y capacidad analítica en sus escuelas. Las escuelas de Belgrano no se limitan a impartir instrucción (o a ser gratuitas para los habitantes de la campaña), sino a atender y responder profunda y coherentemente a las necesidades de cada comunidad y del virreinato en su totalidad
Mediante la escuela gratuita elevaría la calidad de vida de los más vulnerables y les daría una salida laboral con el aprendizaje de un oficio lo que a su vez disminuiría los delitos. La mujer recibe un rol central en su plan como transmisora de valores, la escuela de Dibujo responde a fines múltiples, no hay oficio ni profesión que no se beneficie de ella… Belgrano fue el primero en comprender clara y profundamente que el progreso del virreinato dependía de la educación del pueblo- y él quiere que su pueblo progrese.
Propone, también una escuela de agricultura en la que enseñar a los jóvenes a distinguir cada tipo de tierra, como trabajarla con los cultivos adecuados y cómo abonarla apropiadamente. Una escuela donde aprenderían a diferenciar los arados a usar, cuando y como sembrar, cuando y como cosechar…la propuesta de Belgrano, una vez más, refleja un análisis meticuloso y completo de las necesidades y oportunidades del campo. Belgrano proyecta, y en sus proyectos no deja piedra sin dar vuelta. La integridad de cada uno de sus proyectos demuestra la profundidad de su compromiso con el pueblo.
Fue el primero en el virreinato en proponer rotación de cultivos para descansar la tierra. Propone también como dividir el terreno para dicha rotación y como abonar con diferentes tipos de estiércol de acuerdo con las necesidades específicas de la tierra.
Con esa envidiable integridad que lo caracteriza, Belgrano no olvida al labrador y propone, para protegerlo del abuso de los monopolios, establecer un fondo destinado a prestarle ayuda en tiempos de siembra o cosecha.
No conforme con esto, Belgrano dirige su mirada al medioambiente y sugiere plantar árboles, sobre todo en la llanura ya que sus copas contribuyen a conservar la evapotranspiración de la tierra además de su utilidad como cortina de viento y en la disminución de la erosión del suelo.
Pero el campo no es suficiente, Belgrano quiere, también, promover la industria y el comercio considerando que si solo se exporta materia prima, no se fomenta la mano de obra interna, ni se saca rédito suficiente en la transacción. Belgrano es también pionero en el virreinato del planteo del valor agregado de la materia prima… hay que vender botas, no solo cueros.
Pero las paredes del Consulado son sordas… o no quieren oír. Belgrano intenta despertar al pueblo de su apatía, de informarlo y cultivarlo, realizando aportes al Telégrafo Mercantil de Francisco Antonio Cabello y Mesa, el primer periódico establecido en Buenos Aires en 1801; al Semanario de Agricultura, Industria y comercio redactado por Vieytes, en 1802; publicando, luego, su “Correo de Comercio” entre 1810 y 1811 y realizando aportes a La Gaceta de Mariano Moreno.
Como Secretario del Consulado, en sus inicios, Belgrano responde a la Corona española aunque enfoca su esfuerzo por construir la base del progreso para su pueblo, como se lo exige su conciencia.
Cuando el orden cambia en 1810 y es enviado al mando de la campaña auxiliadora al Paraguay, al pasar por San Nicolás de los Arroyos en septiembre, Belgrano no duda en ofrecer su colaboración al doctor Francisco de Paula Rivero, comisario de vacunación contra la viruela. En su conciencia no cabe ignorar las necesidades de su gente.
Es también durante esta campaña que al enfrentarse a la miseria de los pueblos de las misiones tupi guaraníes (explotados tanto por españoles como por los mismos criollos) redacta uno de los más profundos documentos de la historia argentina, el “Reglamento para el Régimen Político y Administrativo y Reforma para los 30 pueblos de las Misiones” para “restituirlos de sus derechos de libertad, propiedad y seguridad de que tantas generaciones han estado privados” – creando de su puño y letra, uno de los primeros antecedentes de la constitución de 1853. Belgrano no puede aceptar la injusticia.
Pero en su expedición al Paraguay Belgrano no se limita a prestar ayuda humanitaria en la vacunación contra la viruela, ni a restituir justamente de sus derechos a los tupi-guaraníes. Aun habiendo perdido militarmente contra ellos, él logra el acuerdo de no agresión de Paraguay.
En su campaña convierte los pocos ranchos de Curuzú Cuatiá en “el pueblo de Nuestra Señora del Pilar de Curuzú-Cuatiá”, labrando su acta de constitución, trazando las calles de la futura ciudad, señalando la ubicación de la iglesia Matriz, su escuela, la cárcel, la casa capitular y el cementerio, ordenando que “del producto de la venta de solares se formase un fondo para el fomento de escuelas"
A su paso, Belgrano observa, transforma, eleva. No importa por dónde lo lleve la obediencia debida, no queda pueblo ni pobladores sin mejorar ante su presencia.
Camino al Paraguay ha dado justicia a unos, ciudades a otros. Ha ganado el respeto para Buenos Aires aun perdiendo la batalla y mientras su tierra lo espera para juzgarlo, la tierra atacada lo despide con honores.
Mucho le ha dado al litoral. Enviado, ahora, a Santa Fe a instalar dos baterías de artillería que impidieran el paso de navíos realistas por el Paraná, en su corta estadía y con lógica justificada, le dará a sus baterías “Libertad” y “Independencia” la primera bandera.
Ya en el norte dará al pueblo jujeño, además de su lugar en la historia, el honor de bendecir en su iglesia matriz la bandera “Nacional que ya os distingue de las demás naciones del globo” y de hacerla jurar en la plaza en un glorioso 1812.
En 1913 le otorga, también, los derechos civiles (hoy, derechos humanos) reflejados en la Bandera de la Libertad Civil para todos los pobladores del virreinato. Dona, asimismo, un premio recibido, para la dotación de cuatro escuelas en Tarija, Jujuy, Tucumán y Santiago y los 22 artículos para el reglamento de éstas.
No se puede hacer justicia en pocas palabras a la obra de un hombre de la magnitud de Manuel Belgrano. Tampoco se puede, ni se debe, limitar el asombro ante la integridad y desprendimiento de su accionar. Un hombre que lo ha dado todo a la patria y que eligió poner el bienestar del pueblo por encima del propio hasta el último momento de su vida.
Las propuestas de Belgrano, plasmadas en sus Memorias, nacidas de una infinita dedicación, del análisis profundo, del saber que Europa le diera, y de noble y cierta causa, fueron sistemáticamente ignoradas o rechazadas tanto por los intereses de la Corona como por los del Consulado.
Sin embargo, Belgrano no cesa en sus propuestas: el bienestar del pueblo bien merece su esfuerzo y sacrificio… y su conciencia no responde a intereses fragmentados sino al más elevado de los mandatos.
A fuerza de pulmón Manuel Belgrano armó el andamiaje de la patria y redactó las bases para un estado soberano, justo y progresista. Manuel Belgrano no solo mostró un Norte pujante, también indicó el camino y quitó sus piedras.
Fue Belgrano el primero en promover la educación para todos, gratuita para los desprotegidos, que “un pueblo culto no puede ser esclavizado”. Fue él el primero en diferenciar nuestros ejércitos, y fue él, a través de sus banderas, quien presenta al mundo nuestra nueva y gloriosa nación.
Ing. Joaquin Carrillo
Pte. IBJ

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