domingo, 21 de junio de 2020

Belgrano. Monarquía Inca. Amigos de La Recoleta.- 21-06-2020.-

Homenaje a Manuel Belgrano en el Bicentenario de su muerte y 250 aniversario de su nacimiento
LA MONARQUÍA INCA
Resumen y comentarios sobre el Capítulo XXIX EL INCA, de la Historia de Belgrano y de la Independencia Argentina de Bartolomé Mitre, 1887.
por Eduardo M. Vadell
El proyecto de restauración de la antigua monarquía de los Incas, (…) fue promovido por Belgrano y acogido por el Congreso de Tucumán, (…). Así comienza el documentado y enjundioso Capítulo sobre EL INCA en la Historia de Belgrano escrita por Bartolomé Mitre, el cual se resume a continuación, con un comentario final sobre el mismo.
La idea de volver a la autonomía e independencia americana estaba muy arraigada en el pensamiento criollo e indígena. De manera que los criollos hacían causa común con los aborígenes contra los españoles en el poder, y esta animosidad se convertía en odio visceral a la raza hispánica sin discernimiento entre las causas surgidas en la época de la Conquista y las consecuencias económico-políticas más cercanas en el tiempo durante el coloniaje.
En las proclamas, boletines, bandos, artículos y cánticos guerreros los patriotas invocaban a Manco Capac, Moctezuma, Atahualpa, Lautaro, Caupolicán (entre otros) como a padres de la raza americana y surgió, años después, por pluma del poeta Olmedo (1825), un parangón entre los personajes del incanato y los de la mitología griega, como en un Olimpo. Esto que rugía en los ánimos, en la literatura y la filosofía de la época (e.g. :Los Incas, de Marmontel e Historia Filosófica, de Raynal) y hasta en una estrofa del Himno Nacional también llegó a Manuel Belgrano, nutrido del pensamiento convencional contemporáneo.
La idea tenía su ratio en la conveniencia de atraer a los pueblos amerindios y criollos bajo una misma tradición americana, y en el principio de la legitimidad monárquica defendida por la Santa Alianza- con el auspicio de Inglaterra- que eventualmente apoyaría. Así, cuajó en Belgrano el plan de instalar a un descendiente de los Incas como monarca constitucional de las Provincias Unidas del Río de La Plata, con sede en Cuzco.
En simultáneo a la presentación de este plan ante el Congreso de Tucumán en 1816, Melchor Equazini publicaba en un folleto su Oración Fúnebre de Tupac-Amarú en Buenos Aires. Ésta honra al descendiente del último Inca, que exalta la insurrección indígena en Tungasuca vinculándola por analogía al alzamiento de las colonias independientes, fue dirigida a excitar el sentido patriótico de criollos y aborígenes. Pone la oración en boca de José Gabriel Tupac-Amarú antes de padecer el atroz y cruel suplicio en 1780. El folleto estaba dedicado Al ciudadano José de San Martín y parecía propiciar la candidatura al trono de Juan Bautista Tupac-Amarú, hermanastro del ajusticiado, quien desde 1782 padecía prisión en las mazmorras españolas de la Península. Ésta desventurada víctima, libre después de 40 años en prisión y ya en Buenos Aires, a los 80 años, recibió una pensión del Gobierno en 1822 y escribió su crónica: El dilatado cautiverio bajo el gobierno español de Juan Bautista Tupac Amarú 50 nieto del último emperador del Perú.
Como Juan Bautista estaba a la sazón cautivo en 1816, el plan de la restauración del Imperio del Cuzco implicaba la aceptación de una regencia, no habiendo otro inca que pudiera acceder como monarca con la legitimidad convencional.
De hecho, instruído San Martín sobre el asunto, lo aprueba y escribe desde Córdoba a Godoy Cruz el 22 de julio: Ya digo a Laprida lo admirable que me parece el plan del Inca a la cabeza: las ventajas son geométricas; pero por la Patria les suplico no nos metan una regencia de (varias) personas: en el momento que pase de una, todo se paraliza y nos lleva el diablo. (…).
El 12 de julio de 1816 el Congreso de Tucumán aceptó la moción sobre el Inca y el mismo día Belgrano insistió en un Oficio al Gobierno de Pueyrredón, quien contestó: Reservado al Soberano Congreso (...). Modo de decir: no es su competencia…
Enterado por carta del mismo Belgrano, Rivadavia escribe desde París a Pueyrredón que lo de una monarquía moderada o constitucional le parece lo más acertado, empero sobre la dinastía de los Incas escribe: (…) cuanto más medito sobre ello, menos lo comprendo.(…).
El plan del incanato gozaba, sin embargo, de mayoría en el Congreso pero ante la oposición del diputado Oro y las razones de Anchorena, resolvieron citar a la ciudadanía. Pero Belgrano estaba convencido y procede a hacer su Proclama sobre las sesiones del Congreso a favor del plan ante las milicias de Tucumán en oportunidad de la jura que hacen éstas de la independencia (27-7-1816). Dice al final: (…) tanto que me parece se realizará este pensamiento tan racional, tan noble, y tan justo, (…).
El 2 de agosto escribe otra Proclama a los Pueblos del Perú: (…) Ya nuestros padres del Congreso han resuelto revivir y reivindicar la sangre de nuestros Incas para que nos gobiernen.(…). Güemes aceptó hacer una Proclama al Perú (6-8-1816): La independencia o la muerte en la causa del honor (…) y menciona a la dinastía de los Incas.
El primer apoyo popular y de los intelectuales transmutó en una condena a Belgrano mientras se amnistiaba a Güemes. Congreso, políticos y generales retrocedieron en el empeño monárquico incaico. Durante los seis años transcurridos desde la Revolución de Mayo la opinión pública había virado del monarquismo a la república y la prensa reflejaba el cambio. La Crónica Argentina, de ideas democráticas, comentó: No puede haber monarquía sin despotismo.
Existían cinco imprentas en Buenos Aires en aquel tiempo. La Imprenta de los Niños Expósitos, devenida de la primera de los jesuitas de Córdoba, era estatal y de ella procedían los periódicos La Gaceta de Buenos Aires, el Redactor del Congreso y el Censor. La Imprenta Del Sol, a cargo Pazos Kanki, de primera educación Aymara, (personaje culto y polémico, periodista fundador del Censor) publicaba La Crónica Argentina, de corte republicano; liberal. Salía asimismo de esta imprenta El Observador Americano, redactado por el Dr. Manuel A. Castro, monárquico constitucional que defendía la idea belgraniana.
La Crónica Argentina levanta primero el estandarte republicano contra las Proclamas de Belgrano y Güemes. El articulista, que firma Pazos Kanki, señala que había entendido las Proclamas como “una metáfora política para designar el imperio argentino”, pero que luego se daba cuenta que constituía una conjuración para “variar la opinión de los pueblos, haciéndoles abandonar el proyecto de constituir una república (…)”.
Defiende Kanki la democracia “del gobierno floreciente de Norte América (…). “Allí vemos una democracia sin desorden, (…)”. Descree que el Congreso “pensase en instituir una dinastía como la de los Incas, que ningún derecho tenía para reinar sobre los americanos (…),” inexistente desde hacía 300 años, “que sólo existía en la historia de Garcilaso y en los poemas de Marmontel”. Luego, recrimina: “Estas cuestiones no deben decidirse por los generales, sino por la razón, por el convencimiento y por el voto libre e ilustrado de los ciudadanos”. Y finalmente, después de largos argumentos, termina con las profecías de Samuel al Pueblo de Dios sobre el pedido de un rey y sus consecuencias.
El Censor también ataca, aunque tibio y El Observador Americano amaina en su defensa sostenida hacia el monarquismo. Kanki, más preparado que Castro, redacta una serie de artículos neutros pero llenos del espíritu de Rousseau y de Montesquieu. El Independiente, del Dr. Agrelo, era moderado, auspiciador del parlamentarismo modificado y de la Constitución inglesa, defensor de tres poderes independientes y de la unicidad del territorio, no entraba en polémica y terminó suspendiendo toda redacción…
Agotadas las argumentaciones, el Congreso abandonó al incanato pero no al monarquismo y la deriva comenzó a profundizar los conceptos de federalismo y unitarismo.
Belgrano, pese a sus triunfos, quedó zaherido en la opinión pública y los monarquistas trocaron a centralistas. Las metamorfosis de los partidos, surgidos de tantas disquisiciones devinieron en un caos que a la vez daba fuerza vital a la reparación y organización propias del pueblo argentino. Malgastar las fuerzas en una lucha estéril lleva a encontrarse en el punto de partida y se singulariza en que es anónima y colectiva, con protagonistas intermitentes que desaparecen y en que el pueblo ocupa siempre la escena.
Hasta aquí, el Capítulo “EL INCA” de Bartolomé Mitre, muy resumido, y en el que Belgrano no parece obtener mucha justicia: lo ve ingenuo, bienintencionado, mas poco práctico... Le sigue el Capítulo “LA ANARQUÍA”…
Pero Belgrano es práctico y emprendedor, muy evidente en muchas cuestiones: periodismo, urbanística, educación, planificador de instituciones, obras edilicias, ciencias agroforestales, la creación de la Bandera (¡y los símbolos son prácticos!), otras muchas.
Ambos Próceres son de pensamiento y cultura superior, cosmopolita; no interpretados en sus tiempos, avanzados, y luego sus acciones abatidas por muchos argumentos y palabrerío de escritores. Hombres de acción transformadora como San Martín, Belgrano, Güemes, otros a los que hay que aplicar, al igual que a Mitre y a Sarmiento, el concepto de coyuntura temporal o hermenéutica de los tiempos en que transcurren sus actuaciones y liderazgos.
Equazini en su Oración Fúnebre de Tupac-Amarú, pone en boca del revolucionario antes del suplicio palabras que reproduce Mitre: “El Rey de España es nuestro legitimo y verdadero soberano, está puesto por Dios mismo para que nos mande”, (…) y luego “Yo soy caudillo de estos pueblos, no por descendencia de los Incas, sino porque ellos así lo quieren”, con lo cual concede actualidad a lo de Francisco Suarez SJ (1548-1617) sobre la autoridad devenida de Dios hacia el pueblo primero, y luego a la autoridad electa.
Que San Martín estaba al tanto de la cuestión del Inca lo demuestra su carta en que menciona “regencias”, es decir tenía conocimiento sobre la deriva de Juan Bautista Tupac-Amarú y su familia. Ambos son prácticos, San Martín con táctica militar genial, para eso se formó. Belgrano con táctica institucional, su formación no deja lugar a dudas.
Es ingenuo pensar que Belgrano ignorara todo esto del Inca cuando él estaba al día tanto de la política europea como de la americana, y de la literatura pertinente, y como San Martín,(no podían desconocer a Suarez) también veía al Inca como un medio y no un fin.
Él no podía estar ajeno ni a la edad ni a la condición de Don Juan Bautista (cuyos restos descansan en el Cementerio de La Recoleta desde 1827). Noticias seguras que conocía desde sus años juveniles, siendo éste Inca, uno o el más importante preso político de la España absolutista (justamente es él el menos monárquico absolutista, al igual que San Martín). El tema de la sede, Cuzco, pudo haber sido un argumento político-social.
Se interpreta que con su plan quería por un lado unificar las voluntades con un liderazgo y un ideal común (como lo muestran los rasgos incaicos del Sol de Mayo); por otro, conceder la justicia para con los aborígenes de América, legado del Codicilo testamentario de la Reina Isabel I de Castilla y de las Leyes de Indias. En esto fue muy práctico, lo demuestra durante su expedición a los pueblos de las misiones en 1810-1811. Palpable prueba es la actual Constitución de la Provincia de Misiones, que rescata la practicidad de Belgrano.
¿Por qué Belgrano predica tanto “La Despedida de Washington” y la manda traducir? Allí se habla del populismo…Hilar esto con otras iniciativas del Prócer da una idea contundente de su acción civilizadora en el Río de La Plata, pero un hombre solo nada puede hacer, también depende de los otros…

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