Luego del triunfo en la batalla de Salta del Ejército del Norte el 20 de febrero de 1813, al momento en que el general Manuel Belgrano le solicita la rendición al jefe peruano Pio Tristán, al mando de los realistas, éste le pide a Don Manuel la capitulación.
Belgrano acepta el pedido de Tristán bajo las siguientes condiciones:
- Al día siguiente abandonarán la ciudad de Salta,
- Entregarán sus armas de guerra y
- Jurarán, desde el general hasta el último soldado, no levantar nunca más las armas contra las Provincias Unidas del Río de la Plata.
La decisión de Belgrano provocó críticas en el gobierno de Buenos Aires, a las que Don Manuel no prestó demasiada atención: pero Belgrano, consternado, le escribe a su amigo Feliciano Chiclana:
"Siempre se divierten los que están lejos de las balas, y no ven la sangre de sus hermanos, ni oyen los clamores de los infelices heridos; también son esos los más a propósito para criticar las determinaciones de los jefes: por fortuna desde Buenos Aires dan conmigo, que me río de todo, y que hago lo que me dictan la razón, la justicia y la prudencia y no busco glorias personales, sino la unión de los americanos y la prosperidad de la Patria".
Luis Cosatto ¡Que honor! el del Gral. Belgrano en su capitulación y cuanta dignidad la del vencedor, pero que incomprensión los que enviaron sus críticas a Belgrano y son sus conciudadanos. Dios quiera que nuestros gobernantes pudieran imitarlos, por nosotros y no por ellos.
ResponderEliminarGracias Luis Cosatto por tu comentario y por ver su magnanimidad cristiana.
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