jueves, 13 de enero de 2022

Diplomacia e inteligencia de San Martín. Cruce de los Andes.-12-01-2022.-

- INTELIGENCIA Y DIPLOMACIA SANMARTINIANAS. - Por Esteban Dómina. CPN.- 12 - O2- 2O22.- -José de San Martín sabía que las fuerzas realistas en Chile contaban con mayor cantidad de hombres. Por esa razón, apostaba al efecto sorpresa, caerle al enemigo sin que este supiera donde se presentaría el Ejército de los Andes. -Con ese propósito, a la par de organizar y entrenar a las tropas, concibió un plan de inteligencia para confundir a los mandos españoles: previó el paso de la cordillera por seis lugares diferentes, aunque el grueso del ejército utilizaría sólo dos y el resto serían destacamentos menores. Abrió entonces un frente de 700 kilómetros, entre el paso más septentrional ubicado en la provincia de La Rioja y el más meridional, en la provincia de Mendoza. De ese modo, confiaba en dispersar las fuerzas enemigas y sacar ventaja en el combate decisivo al pisar tierra chilena. --Entretanto, se desarrollaba una guerra no convencional: la llamada “guerra de zapa”, una estrategia para difundir información falsa, confundir, infundir temor y propiciar deserciones y en las tropas realistas del otro lado de la cordillera. Manuel Rodríguez, el famoso guerrillero, fue uno de los operadores más activos. --El plan incluía una diplomacia tan ingeniosa como audaz, que condujo el Libertador en persona. Los pehuenches era el pueblo originario que moraba en el centro oeste y sur de Mendoza, al pie de la cordillera. San Martín decidió entrevistarse con sus caciques en el Fuerte de San Carlos, con el objeto de solicitarles autorización para que el ejército a su mando pasara por esas tierras y cruzar a Chile por el paso de El Planchón. -El propósito del encuentro lo expone el propio San Martín en carta a Pueyrredón: “He creído del mayor interés tener un parlamento general con los indios pehuenches, con doble objeto, primero, el que si se verifica la expedición a Chile, me permitan el paso por sus tierras; y segundo, el que auxilien al ejército con ganados, caballadas y demás que esté a sus alcances, a los precios o cambios que se estipularán”. -Las “Memorias del General Miller”, el oficial de artillería que formó parte del ejército, permiten recrear la pintoresca cumbre entre San Martín y los principales caciques que tuvo lugar en septiembre de 1816. Según la fuente citada, las diversas tribus se acercaron a la explanada del fuerte; al frente iban los guerreros, montados y ataviados como para combatir, y detrás las mujeres y niños. Cada tribu efectuó un simulacro de combate, que duró varias horas, permaneciendo las tropas formadas en orden de parada. Cada cinco minutos, un cañón disparaba una salva que era festejada con alaridos por los visitantes. -Cuando llegó el momento de parlamentar, unos cincuenta caciques y capitanes se sentaron a una mesa presidida por San Martín, quien tenía a su lado al padre Julián, que hacía de intérprete. El anfitrión les comunicó que los había invitado para ofrecerles los presentes que traía —un requisito esencial para lograr buena disposición de los interlocutores— y pedirles permiso para atravesar su territorio, diciéndoles que los españoles eran tan enemigos de ellos como del gobierno cuyano. Dicho esto, se hizo un profundo silencio. Al cabo de unta tensa espera que duró largos minutos durante la cual los invitados intercambiaron miradas y gestos apenas perceptibles, Ninconyancu, el cacique más anciano, habló en nombre todos, diciendo que, salvo tres caciques, el resto prestaba su consentimiento a lo solicitado. -A la conferencia siguió la entrega de los regalos: aguardiente, vino, bridas, espuelas labradas; vestidos, sombreros y pañuelos, cuentas de cristal, futas secas y todo cuanto se había logrado reunir con ese fin, que fue recibido con gran regocijo por parte de los agasajados. A su turno, los jefes pehuenches ofrecieron al general vistosos ponchos tejidos por sus mujeres. Según cuenta Miller, esa misma noche se dio rienda suelta a las borracheras, una celebración ceremonial que seguía a los grandes eventos. Se sacrificaron algunas yeguas, cuya sangre era bebida antes de asar la carne, conservando el cuero para usarlo de receptáculo donde vertían aguardiente y vino. El ritual se extendió durante tres días, hasta que se acabó la bebida y cada quien partió hacia su terruño. -San Martín permaneció hasta entonces y luego emprendió el regreso a El Plumerillo. La operación había sido exitosa, habiéndose instalado la convicción de que el ejército marcharía por el Planchón, una noticia que no tardó en llegar a los oídos de Marcó del Pont, el jefe realista, quien separó parte de sus fuerzas para cubrir esa región. El objetivo estaba cumplido. -Lo que más apreciaron los pehuenches fue que se los tratara dignamente, y esa diplomacia sanmartiniana dio sus frutos. Todo estaba dispuesto para la gran epopeya ...........................................

No hay comentarios:

Publicar un comentario