domingo, 12 de marzo de 2023

Belgrano y el rol social de la mujer. - 12 - 03 - 2023.-

BELGRANO: PROMOTOR DEL ROL SOCIAL DE LA MUJER Doctora Norma Noemí Ledesma Investigadora del Instituto Nacional Belgraniano PERÍODO PATRIO Antes de ocuparnos del tema específico de este artículo, debemos hacer una aclaración. Si bien en nuestro país en las últimas décadas hubo grandes avances en el estudio del papel de la mujer en nuestra historia, consideramos indispensable la necesidad de continuar investigando, recurriendo al estudio de los documentos existentes en los archivos nacionales y provinciales en rubros tales como Testamentarías, entre otros. Los estudios sobre vida cotidiana nos aportan gran cantidad de datos acerca de la vestimenta, alimentación, usos y costumbres, inclusive acerca de una institución de tanta significación como el matrimonio. La dote, la importancia de la “ropa blanca”, los utensilios domésticos, nos llevan a conocer cómo vivían las mujeres en la época virreinal e independentista. Más allá del marco del hogar, las mujeres en el Río de la Plata tuvieron una gran participación social. Estamos hablando de una sociedad multirracial y multicultural, donde encontramos mujeres aborígenes, blancas, mestizas y negras. Las de las clases altas participaban a través de los Salones y Tertulias. En ellas, para asombro de algunos viajeros ingleses, discutían con total naturalidad y apasionamiento de los temas políticos. Se dividían en realistas y patriotas. La mujer también estuvo presente en la Guerra de la Independencia, acompañando a los ejércitos patriotas y realistas, ya fuera como vivanderas, enfermeras, “bomberas” (espías), etc. Por otra parte, nuestras mujeres del Norte y de Cuyo participaron activamente en la Gesta de la Independencia. Desde el punto de vista de la producción confeccionaron la ropa para el grupo familiar y se hicieron cargo de sostener a las familias cuando los hombres marcharon a formar parte de los ejércitos. Cosieron los uniformes militares, bordaron las banderas y elaboraron los ponchos de nuestras tropas. Algunas, no solo acompañaron a los ejércitos realizando diversas funciones y exponiendo sus vidas, sino que empuñaron las armas. Como mencionáramos anteriormente, las mujeres actuaron como “bomberas” (espías) y al ser descubiertas en algunas ocasiones recibieron duros castigos. Belgrano recurrió a ellas para obtener noticias referentes al ejército realista, así como todo tipo de información. La participación de la mujer en las campañas libertadoras también estuvo presente por medio de donaciones. En la marcha de Belgrano al Paraguay, como Jefe de la Expedición Libertadora al Paraguay, en 1810 se dedicó en la Bajada del Paraná a reclutar milicias entrerrianas y recibir donaciones para el ejército de su mando. En esa ocasión se presentó Valentín Deniz con carta de su madre Doña Gregoria Pérez Ilarramendi de Deniz, a Belgrano, poniendo a su disposición sus haciendas, casas y criados y otros bienes para auxilio del ejército. Ella era una rica viuda que había heredado de su esposo “una suerte de estancia” en el río Feliciano, con ganado vacuno, veintidós esclavos, casa de ladrillo y teja, ubicada sobre el Río Paraná, fábrica para curtir suelas, etc. Belgrano, emocionado contestó a Doña Gregoria, señalando que “jamás olvidará una efusión tan sincera en beneficio de la Santa Causa que defendemos”. El gobierno a través de Belgrano transmitió su agradecimiento a Doña Gregoria por su celo y patriotismo. Un insigne ejemplo de las mujeres del Litoral es Doña María Catalina Echevarría de Vidal, quien confeccionó la bandera creada por Belgrano y que fue enarbolada el 27 de febrero de 1812 por primera vez en Rosario. Dentro de esta verdadera epopeya que representó la Guerra de la Independencia, debemos señalar el Éxodo Jujeño como un momento clave. El 23 de agosto de 1812, el pueblo jujeño (hombres, mujeres y niños) abandonó su ciudad, siguiendo al General Belgrano, General en Jefe del Ejército Auxiliador del Perú, ante el avance de las tropas realistas al mando de Pío Tristán. Representa el máximo sacrificio que le podía pedir un general a su pueblo y gracias a esta epopeya se lograron las victorias de Tucumán (24 de septiembre de 1812) y Salta (20 de febrero de 1813), que aseguraron el triunfo de la Revolución en el Río de la Plata. El prócer entregó en agradecimiento al pueblo jujeño la Bandera Nacional de nuestra Libertad Civil, una escuela y dos escudos. En las filas patriotas se destacaron muchas mujeres del norte de nuestro país. Una de ellas, Martina Silva de Gurruchaga llegó a organizar un grupo numeroso de milicianos gauchos en 1813 en Salta. Belgrano en recompensa de su accionar le regaló un riquísimo manto, en cuya orilla mandó bordar la siguiente leyenda: “A la benemérita patriota capitana del ejército doña Martina Silva de Gurruchaga”. Meses más tarde, cuando entró a Potosí con sus tropas en la Segunda Expedición Libertadora al Alto Perú, fue agasajado el 4 de julio por las damas potosinas, quienes le obsequiaron la Tarja o Escudo de Potosí. Esta joya barroca, en oro y plata, tiene un innegable valor artístico, gracias a la pericia de los orfebres potosinos. Evoca la fiesta con la cual la ciudad de Potosí recibió al General Belgrano. Desde los balcones los vecinos participaban como actores dentro de un gran escenario. La joya comparte la idea de “arquitectura-telón”. Es una evocación. Tomando las palabras de la Doctora Cristina Minutolo de Orsi: “En ella se advierte el sentimiento de la Patria Nueva, que se inspira en el porvenir de la América del Sur. Es el homenaje de todo un pueblo impulsado por los deseos de libertad, que proclama de manera inequívoca sus anhelos futuros y su decisión de progreso ante el mundo”. Los vínculos de Belgrano con el Alto Perú se remontan a su gestión como Secretario Perpetuo del Real Consulado de Buenos Aires (1794-1810), en que buscó promover un desarrollo económico y social integral de todas las regiones del entonces Virreinato del Río de la Plata. Representa a la América del Sur bioceánica, desde el Istmo de Panamá, incluyendo las Islas Malvinas, coronada por la figura de un cacique. También se advierten personajes masculinos que representan a los “doctorcitos de Chuquisaca”. Toda la Tarja está enmarcada por una orla de granadas, rosas y lirios. El fruto de la granada, viejo símbolo mediterráneo, dentro de la platería andina es una alusión a la unidad de los fieles cristianos. Rosas y lirios están directamente relacionados con la Virgen María. Tiene elementos inesperados, como la mujer sombrilla, que representa a una figura común en la porcelana china del siglo XVIII. Otras figuras femeninas aparecen como referencia a lejanas mitologías, de acuerdo al modo en que generalmente se representaba a la mujer en el arte. La joya demuestra la conciencia de pertenencia, que dio origen a un fenómeno político complejo: el criollismo. Por ese entonces, aparecieron pinturas con árboles genealógicos de familias criollas, cuyas raíces tenían como origen a los míticos fundadores del Imperio Inca, Macma Ocllo y Manco Capac. Estas pinturas llegaron hasta la época de la Independencia. Sin duda, de este sentimiento tan fuerte especialmente entre los pueblos altoperuanos y peruanos se hizo eco Belgrano en la célebre Sesión Secreta del 6 de julio de 1816. Una leyenda en oro designa a Belgrano “Protector de los Pueblos del Continente Americano”, es decir que reconoce la trascendencia continental del accionar político y militar del prócer. Consideramos a la Tarja de Potosí como un verdadero documento que nos aporta una gran cantidad de datos acerca de cómo percibían estas mujeres altoperuanas la realidad de su tiempo y que, a pesar de estar viviendo en una época tan convulsionada por la guerra, proyectaban el porvenir venturoso de la América del Sur. Por otra parte, en un documento existente en el Archivo General de la Nación figura que Belgrano envió el obsequio desde Potosí, el 6 de septiembre de 1813, al Cabildo de Buenos Aires, en una muestra más de su constante desprendimiento. Debemos señalar que lo acompañó con una lista de las setenta y siete damas que lo distinguieron con este obsequio. Nuevamente, destacamos la conducta de Belgrano en reconocer el accionar femenino. Dentro de la participación de la mujer en los ejércitos patrios, mención especial merece María Remedios del Valle, una parda según el sistema de castas vigente. Nació en Buenos Aires a mediados del Siglo XVIII y acompañó a su marido e hijos en la Primera Expedición al Alto Perú, bajo el mando de Juan José Castelli en julio de 1810. Posteriormente, acompañó al Ejército Auxiliador del Perú, bajo las órdenes del General Belgrano. En estos avatares recibió una herida de bala y fue tomada prisionera, ayudando después a huir a varios oficiales patriotas. Ello le valió ser sometida a nueve días de azotes públicos que le dejaron cicatrices de por vida. Pudo escapar y reintegrarse a las fuerzas de Güemes y Álvarez de Arenales, ayudando a los heridos en los hospitales de campaña. Gregorio Aráoz de Lamadrid se refiere a ella en sus Memorias, redactadas en 1841, como una morena proveniente de Buenos Aires, la “tía María” a quien llamaban “madre de la patria”, que en plena batalla de Ayohuma, mientras duraba el cañoneo como a las doce del día 14 de noviembre y con un sol que abrasaba la tierra, junto con sus dos hijas mozas, que se ocupaban de lavar con ella la ropa de los jefes y oficiales, constantemente condujo agua en tres cántaros que llevaban a la cabeza, desde un lago o vertiente situada entre ambas líneas y la distribuían entre los diferentes cuerpos, dándole un poco de alivio al ejército patriota. También José María Paz coincidía con este testimonio en sus memorias escritas en 1848.7 Bartolomé Mitre retomó estas memorias en su Historia de Belgrano y la Independencia Argentina, publicada en 1857, transmitiendo la versión que llegó hasta nuestros días de “Las niñas de Ayohuma”. De regreso a Buenos Aires se vio obligada a mendigar. Para subsanar esta situación se hizo una gestión para obtener una pensión que reconociese los servicios prestados. El General Juan José Viamonte promovió su causa en la legislatura bonaerense, al igual que Tomás Manuel de Anchorena, quien se había desempeñado como secretario del General Belgrano. La Sala de Representantes de la Provincia de Buenos Aires le otorgó el cargo de Sargento Mayor en 1829. Cargo que detentó hasta su fallecimiento, ocurrido en 1847. En fecha relativamente reciente se reconoció su accionar y en su honor por Ley 26.852, del 17 de julio de 2019, se estableció el 8 de noviembre como el “Día Nacional de los y las Afroargentinos y de la Cultura afro”. Como dijéramos anteriormente, la sociedad rioplatense de ese entonces era multirracial y multicultural. Encontramos mujeres aborígenes, blancas, negras y mestizas. Todas ellas participaron en la Gesta de la Independencia Americana. Continuando con nuestra exposición, debemos mencionar que el historiador español Mariano Torrente destacaba la influencia de las “banderas de Belgrano” entre las mujeres y familias jujeñas y salteñas: “[…] se presentó en este tiempo a pervertir la opinión de los pueblos un nuevo enemigo sumamente peligroso, cuál era la intriga agitada por las mujeres y familias de los que habían seguido las banderas de Belgrano, por medio de las cuales tenía este caudillo exacto conocimiento de todas las operaciones de sus contrarios no limitándose a esto solo su maléfico influjo sino extendiéndolo hasta el extremo de prostituirse a los oficiales y soldados que abandonasen las filas de los realistas o que les comunicasen avisos de interés: fue preciso por lo tanto trasladarlas a los pueblos de retaguardia para que fuese menos activa su venenosa seducción”. Cuando Belgrano, después de haber sido derrotado en Vilcapugio (1º de octubre de 1813) y Ayohuma (14 de noviembre de 1813), entregó el mando de su ejército al entonces Coronel José de San Martín, este nombró a Güemes Comandante General de Avanzadas. Las mujeres salteñas y jujeñas continuaron prestando invalorables servicios al bando patriota. Todas las mujeres participaron de esta epopeya, desde la negra esclava hasta la matrona más encumbrada. Entre otras podemos citar a: Juana Moro de López, Celedonia Pacheco de Melo, Magdalena Güemes de Tejada, hermana de Juan Martín de Güemes, Juana Manuela Torino, María Petrona Arias, Martina Silva de Gurruchaga y Andrea Zenarruza de Uriondo. Posteriormente, Belgrano fue nuevamente nombrado General en Jefe del Ejército Auxiliador del Perú, en agosto de 1816. Si bien se mantuvo con sus fuerzas acantonadas en La Ciudadela de Tucumán, estuvo en constante contacto con el General Martín Miguel de Güemes, su jefe de vanguardia, y con los caudillos altoperuanos, que lideraban la resistencia patriota contra los realistas. Mientras que en Jujuy y Salta se libraba la “Guerra Gaucha”, bajo las órdenes de Güemes, en el Alto Perú, tenía lugar la “Guerra de Partidarios”. En esta gesta heroica lucharon caudillos, muchos de los cuales provenían del sector popular: indígenas, mestizos, criollos e inclusive europeos, como el caso del General Juan Antonio Álvarez de Arenales. Podemos nombrar dentro de la “Guerra Gaucha”: “Pachi” Gorriti, Rudecindo Alvarado, Manuel Álvarez Prado, Apolinario Saravia, Luis Burela, José María Pérez de Urdininea, entre otros. Dentro de la Guerra de Partidarios podemos citar a: Baltazar Cárdenas, Ildefonso de las Muñecas, Vicente Camargo, Miguel Lanza, Ventura Zárate, Miguel Betanzos, Manuel Ascencio Padilla y Juana Azurduy. En Tarija, que pertenecía en ese entonces a la Intendencia de Salta y después a partir de 1825 se incorporó a la República de Bolívar, encontramos a Eustaquio Méndez (alias el Moto), Antonio Rojas y Francisco de Uriondo. En 1816, Juana Azurduy en plena batalla tomó una bandera al enemigo en el Cerro de la Plata. Belgrano supo de esta acción y le envió un oficio, fechado en Tucumán el 26 de julio de 1816, al Director Supremo, Juan Martín de Pueyrredón para que premiara su brillante actuación: “Paso a manos de Vuestra Excelencia el diseño de la bandera que la amazona Doña Juana Azurduy tomó en el Cerro de la Plata como a once leguas al este de Chuquisaca, en la acción a que se refiere el Comandante Don Manuel Asencio Padilla, quien no da esta gloria a la predicha su esposa, por moderación: pero por otros conductos fidedignos me consta que ella misma arrancó de las manos del abanderado ese signo de la tiranía, a esfuerzos de su valor y de sus conocimientos en la milicia poco comunes a las personas de su sexo”. Continuó manifestando acerca del nivel de crueldad de la guerra en el Alto Perú: “Los españoles que hacen alarde de su crueldad; que derraman la sangre americana en nuestros días hasta comprobarnos con sus hechos las relaciones que parecen fabulosas del Obispo Las Casas, promueven y excitan las almas a tal grado con sus atrocidades, que nos da la complacencia de que presentemos al mundo entero estos fenómenos para que se convenzan las naciones europeas, y principalmente esa obstinada, que cada vez más gana nuestro odio, de que ya la América del Sud no será más la presa de su codicia rastrera”. Observamos que la mirada política de Belgrano y sus conocimientos le permitieron una lectura muy precisa de la realidad. Debemos mencionar, como hiciéramos anteriormente, que el 6 de julio de 1816 en la Sesión Secreta del Congreso de Tucumán propuso un monarca de la dinastía de los Incas. Y que tan solo tres días después el Congreso declaró la Independencia de las Provincias Unidas de Sud América, para beneplácito de Belgrano, San Martín y Güemes, los grandes próceres al igual que Bolívar, de la Independencia sudamericana. Retomando el hilo de nuestra exposición, Belgrano recomendó a Juana Azurduy por su valiente accionar: “Recomiendo a Vuestra Excelencia a la Señora Azurduy ya nominada, que continúa en sus trabajos marciales del modo más enérgico, y a quien acompañan algunas otras más en las mismas penalidades, cuyos nombres ignoro, pero que tendré la satisfacción de ponerlos en consideración de Vuestra Excelencia pues que ya los he pedido”. El 13 de agosto de 1816, Beruti respondió a este oficio, comunicándole la publicación de ese parte en la Gaceta el nombramiento de Juana Azurduy como Teniente Coronel de las Milicias Partidarias de los Decididos del Perú. Para finalizar este artículo, solo nos resta decir que Belgrano mantuvo una actitud de coherencia a lo largo de su vida pública en las distintas circunstancias que le tocó actuar y ello también lo advertimos con respecto al papel de la mujer en la sociedad, que promovió como funcionario del Estado Hispano-colonial primero y luego cuando se desempeñó como General en Jefe de los Ejércitos de la Independencia de la Patria. Las mujeres junto con los hombres fueron artífices de esa Patria Naciente, con la que soñó y por la cual luchó el General Manuel Belgrano. .................................................................... MARIA LORETO SÁNCHEZ PEÓN. COLABORADORA DE BELGRANO POR LA INDEPENDENCIA.(11 de Agosto 2O23). 10 de agosto de 1870: Muere María Loreto Sánchez Peón, una de las “espías de Belgrano” María Loreto Sánchez Peón nació el 3 de enero de 1777 en la ciudad de Salta, hija de Ramón Sánchez Peón, comerciante natural de Asturias, y de María Antonia Ávila. Casó con el patriota Pedro José Frías Castellanos, hijo de Hipólito Frías y de Agustina Velez de Alcocer y nativo de San Carlos, Salta, quien perdió una pierna en la batalla de Tucumán. Tras derrotar a Belgrano en Vilcapugio y Ayohuma el general realista Joaquín de la Pezuela ocupó la ciudad de Salta. Juana Moro y María Loreto Sánchez Peón constituyeron una eficaz red de espionaje a la que contribuyeron mujeres de todos los rangos sociales. El mismo Pezuela informaría al virrey del Perú en una comunicación interceptada por los patriotas que "Los gauchos nos hacen casi con impunidad una guerra lenta pero fatigosa y perjudicial. A todo esto se agrega otra no menos perjudicial que es la de ser avisados por horas de nuestros movimientos y proyectos por medio de los habitantes de estas estancias y principalmente de las mujeres, cada una de ellas es una espía vigilante y puntual para transmitir las ocurrencias más diminutas de éste Ejército." Ayudadas por sus hijos pequeños y sus criados espiaban al enemigo realista e informaban a los patriotas, aprovechando de su sociabilidad y afición a las fiestas. Solía disfrazarse para vender pan y pasteles al ejército realista y a la hora de pasar lista se sentaba en un rincón tomando silenciosa nota del número de fuerzas enemigas ayudada de dos bolsas de maíz, una para los presentes y otra para los ausentes. Para sus comunicaciones con el coronel patriota Luis Burela utilizaba un hueco practicado en un árbol a orillas del río Arias, donde sus criadas que acudían al río con la excusa del lavado de la ropa, depositaban los mensajes y retiraban instrucciones mientras al río para el lavado de la ropa o para conducir el agua para el servicio doméstico. Efectuó también numerosos viajes a Orán y Jujuy llevando ocultos los papeles de comunicaciones en el ruedo de su pollera. En 1817 el general La Serna había planeado una entrada al Valle Calchaquí y para distraer a los salteños de la salida organizó un baile, al que concurrió María Loreto. Al enterarse por un oficial de la expedición, dejó el salón y aún de noche montó un caballo y partió a dar aviso a los patriotas que pudieron así organizar la defensa. Los realistas tenían conocimiento de las actividades de las salteñas aunque se dificultaba probarlo. Mientras ya Pezuela había intentado en su momento la ejecución de Juana Moro María Loreto Sánchez Peón fue presa en el Cabildo. Sus esfuerzos no le merecieron más que una mísera pensión. Falleció pobre, ya viuda y casi centenaria el 10 de agosto de 1870. Hasta su muerte se prendía en el peinado moños con los colores de la patria, la última que ostentara aquellos distintivos de guerra populares en tiempos de la lucha por la emancipación, recibiendo de sus conciudadanos el nombre de madre de la patria. Sus hijos, el teniente general Eustoquio Frías y Pedro José Frías Sánchez se destacaron en la lucha por la independencia. ....................................................................

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