martes, 14 de enero de 2020

Los hijos del General Manuel Belgrano.- 14 - 01 - 2020.-

LOS HIJOS DEL GENERAL MANUEL BELGRANO.

Tomado del Arcón de la Historia.(Internet).
Difusión por el Año Belgraniano Nacional, 2.020.

PEDRO ROSAS Y BELGRANO.La paternidad de MANUEL BELGRANO sobre el Coronel ROSAS Y BELGRANO (imagen) fue muy discutida y en general no aceptada hasta no hace mucho tiempo, sin embargo, el hallazgo de su “Fe de Bautismo” en la provincia de Santa Fe y de su Acta de Matrimonio en .Azul, de su correspondencia con MANUELA MÓNICA, en la que se tratan de hermanos y el hecho de que VEGA BELGRANO,  fuera su Albacea, arrojan nuevas certezas sobre los hechos y circunstancias  del nacimiento del coronel PEDRO ROSAS Y BELGRANO (1814-1863) y de su vida posterior.
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La historia comienza cuando MARÍA JOSEFA EZCURRA, hermana  de la que con el tiempo sería la esposa de JUAN MANUEL DE ROSAS, se casa a los 18 años, aproximadamente en 1802, con un primo suyo, JUAN ESTEBAN EZCURRA, quien  había llegado hacia poco de Navarra (España). Luego de nueve años de matrimonio si tener hijos, y a raíz de que Juan Esteban se había pronunciado a favor de la causa del Rey Felipe II, en 1810, se vio  precisado  a regresar a España, dejando en Buenos Aires a su esposa de 26 años.
Joven, hermosa y dotada de una fuerte personalidad, según testimonio de su mejor amiga, Judith Figueroa Larrain, María Josefa, a los 27 años, se enamora de MANUEL BELGRANO, que tenía entonces 43 años y en 1812 lo sigue hasta Tucumán, nuevo destino de Belgrano, que ha sido nombrado Comandante del Ejército Auxiliar del Norte (marzo de 1812) y comienzan allí un encendido idilio, que enriquece espiritualmente la vida del prócer, disfrutando juntos la alegría de la victoria de Tucumán y las consecuentes celebraciones.
A fines de ese año, muere en España el esposo de María Josefa y ésta hereda una importante fortuna. El 12 de enero de 1813, al marchar Belgrano hacia Salta para detener el avance de los realistas al mando del general PIO TRISTÁN, María Josefa se queda en Tucumán, embarazada de siete meses y decide regresar a Buenos Aires, pero se detiene en Santa Fe, donde tiene familiares y amigos. Y allí, el 30 de julio de 1813,  nace su hijo, producto del romance que tuvo con BELGRANO y a quien nombra PEDRO PABLO, que será entonces, el hijo mayor de MANUEL BELGRANO. Robusto, sano y muy parecido a su padre, era, según dice el historiador RAFAEL DARÍO CAPDEVILA, “un niño de facciones finas y delicadas, rubio y blanco como su padre”, omitiendo deliberadamente el nombre de la madre.
Por ese entonces, el ya general MANUEL BELGRANO, tras triunfar en Salta el 20 de febrero de 1813, avanza hacia Potosí, donde llega a fines de junio, siguiendo luego hasta Vilcapugio, donde la suerte de las armas les es adversa el 1º de octubre de 1813.
La criatura concebida en el amor de Belgrano y María Josefa, nacio en la provincia de Santa Fe el 29 de julio de 1813 y fue bautizada en la Iglesia Matriz de la ciudad de Santa Fe el 26 de agosto de 1813, por el cura rector de la misma MALEQUÍAS DUARTE, asistiendo como padrinos RAFAEL RICARDES y TRINIDAD MAUANA, dejando consignado en el Acta correspondiente, que le impuso los óleos y se lo bautizo “de necesidad”. En el margen izquierdo de esta Acta, dice textualmente: “Pedro Pablo, huérfano, 8 reales pagados” y registra además, la asistencia de cinco testigos notables, hecho no común cuando se trataba de  hijos de “padres desconocidos”, como era costumbre consignar en aquellos tiempos en estos casos.
Entre esos cinco testigos, se hallaba MARÍA JOSEFA EZCURRA, quien poco después lleva al niño a Buenos Aires, donde lo adopta JUAN MANUEL DE ROSAS y su esposa, ENCARNACIÓN EZCURRA, recientemente casados y que aún no tenían hijos (la adopción era entonces un práctica no respaldada por la Ley, pero muy común en su aplicación). A consecuencia de esto, hasta 1837, el niño y luego el hombre, firmaba como PEDRO PABLO ROSAS.
PEDRO PABLO ROSAS se formó en las faenas y rigores de las estancias de su padre adoptivo y al ser ROSAS, designado en 1829 Gobernador de Buenos Aires, el joven, que ya tiene 16 años, es designado Escribiente en su Secretaría Privada y más tarde, lo acompaña como Secretario en su Expedición a Médano redondo y en 1833 en la Campaña al Desierto. En 1836 Rosas le obsequia una de sus propiedades: una suerte de estancia en arroyo Azul y en marzo de 1837, fue designado Juez de Paz y Comandante accidental del Fuerte de Azul.
De acuerdo a la tradición familiar, en esa fecha (año 1837), teniendo el joven ya 24 años, ROSAS le confiesa su origen y lo insta a que en adelante firme Belgrano, ya que éste,  es su verdadero apellido, a lo que el joven, expresando su agradecimiento y amor hacia quienes lo había criado, decide llamarse Belgrano, pero como segundo apellido.
Los años siguientes, la vida de  ROSAS Y BELGRANO fue una contínua alternancia entre las tareas agrícola-ganaderas que le imponían sus propiedades y sus deberes militare. En 1852, dada su condición de hijo adoptivo de Rosas lo alcanzó el decreto del 16 de febrero de ese año, que establecía la confiscación de todas sus propiedades, pero más tarde le fueron repuestas. En el ámbito militar, tuvo destacada actuación en diversos escenarios y llegó al grado de Coronel. Falleció en Buenos Aires el 27 de setiembre de 1863.
Nos dice RAFAEL DARÍO CAPDEVILA, en un relato impreso en Tapalqué, en diciembre de 1973, PEDRO ROSAS Y BELGRANO, pasó los últimos días de su vida en una casa de la calle Belgrano 208 de la ciudad de Buenos Aires y que sintiendo próximo su fin, el 23 de setiembre de 1863, llamó al Escribano JOSÉ VICTORIANO CABRAL y en presencia de los testigos GREGORIO ESPINOZA, FEDERICO TERRERO y MANUEL SAUBIDET, dictó su testamento que inició así: “En el nombre de Dios Todopoderoso y con su Santa Gracia, Amén. Sea notorio que, don PEDRO ROSAS Y BELGRANO, natural y vecino de esta ciudad, hijo natural del General MANUEL BELGRANO, hallándose en su entero y cabal juicio, dispuso que su cuerpo sea sepultado en la necrópolis católica, en cuya fe había vivido”, muriendo horas después de testar, el 26 de setiembre de 1863, a la edad de cincuenta años, al igual que su padre. En su testamento nombró albaceas a su esposa, a su hijo Pedro Pablo Rosas y Belgrano y a Manuel Vega Belgrano (su cuñado).
MANUELA MÓNICA DEL CORAZÓN DE JESUS BELGRANODurante un baile que en 1817 se realizaba en Tucumán, en celebración del 9 de julio, según narra PAUL GROUSSAC  en su obra «El viaje intelectual”, MANUEL BELGRANO conoció a MARÍA DOLORES HELGUERA, una joven rubia de ojos negros, hija de VICTORIA HELGUERA y MANUEL JOSEFA LIENDO, vieja familia tucumana de la alta sociedad, pero venida a menos. En aquel entonces MARÍA DOLORES contaría con 25 años de edad y se sabe que era pariente de MARCELINO DE LA ROSA, también de Tucumán, a quien  MANUELA MÓNICA, más tarde,  tratará  de “primo” en su correspondencia. Algún autor, entre ellos, JUDITH FIGUEROA LARRAIN, afirman que uno de los ayudantes de BELGRANO, el Teniente JERÓNIMO HELGUERA, también era pariente de María Dolores.
Lo cierto es que de esta relación entre BELGRANO y MARÍA DOLORES HELGUERA, el 4 de mayo de 1819, nace una niña, a la que se le pone el nombre de MANUELA MÓNICA DEL CORAZÓN DE JESÚS (1), pero BELGRANO no pudo estar presente en esa ocasión: el 7 de enero del mismo año, ya había partido hacia Santa Fe, cumpliendo la orden del Directorio de concurrir a sofocar el alzamiento de las montoneras en esa provincia.
Como luego de la muerte de BELGRANO, MANUELA MÓNICA se habría casado con un tal RIVAS, español que luego de tener 3 hijos con  ella, la habría abandonado, en un pleito por testamentería que enfrentó a éstos con su “hermana de madre”, surgió fehacientemente la existencia de este vínculo y la paternidad de BELGRANO sobre MANUELA MÓNICA.
Cuando BELGRANO fue relevado a su pedido por razones de enfermedad, del comando de las fuerzas en operaciones en Santa Fe, en agosto de 1891, su estado de salud ya era de suma gravedad. La hidropesía que le había diagnosticado el doctor FRANCISCO RIVERO, lo afectaba gravemente y le impedía casi moverse, provocándole tremendos dolores y hay que recordar esto, para comprender que sólo la urgente necesidad que tuvo de conocer a su hija, fue lo que lo decidió a cambiar el rumbo de su viaje. En vez de dirigirse a Buenos Aires, donde encontraría la atención médica y los cuidados que aliviarían su mal, decidió viajar a Tucumán.
En julio de 1819, por fín, se cumplen sus deseos y se reúne con MARÍA DOLORES y su hijita MANUELA MÓNICA, pero no le dura mucho la alegría que este encuentro le depara. Una revolución que estalla en Tucumán el 11 de noviembre de 1819, lo involucra injusta e injustificadamente y es tomado preso por el capitán ABRAHAM GONZÁLEZ.  En febrero de 1820, comprobada su inocencia de los cargos que se le imputaban, casi sin recursos y con el dinero que le presta su amigo JOSÉ CELEDONIOBALVÍN, acompañado por su médico, el doctor REDHEAD, su capellán, el padre VILLEGAS y sus ayudantes HELGUERA y EMILIO SAVIGNI, viaja a Buenos Aires, dejando en Tucumán a su amada MARÍA DOLORES con su hijita, quien debe viajar a Londres (provincia de Catamarca) para no exponerse a la curiosidad pública, difundida ya que fue su relación con BELGRANO.
El resto ya es historia conocida. MANUEL BELGRANO  falleció en Buenos Aires el 20 de junio de 1820 en medio de la mayor pobreza y sin reconocer a ninguno de sus dos hijos PEDRO PABLO y MANUELA MÓNICA. Mucho se ha escrito, tratando de explicar la razón de esto, pero ninguna teoría satisface totalmente esta duda. Lo cierto es que por ese entonces, los hijos naturales, eran muy frecuentes, llegando los de esta condición, a ser el 30% de los niños bautizados en Buenos Aires, y la sociedad tomaba como algo no pecaminosos esto, considerando el exacerbado “machismo” que la caracterizaba y siempre que “de eso no se hablara”, para guardar las apariencias. Pero en el caso de MANUELA MÓNICA y de PEDRO, el problema era mucho más serio: una de las madres involucradas era casada al momento de la concepción (aunque enviudó después) y transformaba al hijo (por lo menos a uno de ellos) en “adulterino” y eso si que era grave y castigado por la sociedad. Salvaguardar a estas madres y preservar el buen nombre de sus hijos, fueron seguramente las razones que tuvo BELGRANO para no exponer al escarnio público a las dos madres de sus hijos. Durante mucho tiempo se dijo, buscando salvar la responsabilidad moral de Belgrano, que en un codicilo secreto de su Testamento, había reconocido a sus dos hijos, pero esto no era cierto, como lo demostró una investigación llevada a cabo por el historiador ENRIQUE MARIO MAYOCHI.
Hay pruebas irrefutables que confirman la paternidad de BELGRANO y BARTOLOMÉ MITRE, en su obra “Historia de Belgrano” en 1859 expresa que poco antes de morir “… el General le encomienda a su hermano, el canónigo DOMINGO ESTANISLAO BELGRANO, su albacea, que con la mayor discreción, pagase todas sus deudas y destinara el remanente de sus bienes, a favor de una hija natural llamada MANUELA MÓNICA, que de edad de poco más de un año, había dejado en Tucumán. DOMINGO ESTANISLAO, por su parte, en agosto de 1820, redacta su Testamento y nombra albacea a su hermano JOAQUÍN, hombre de fortuna y viudo de CATALINA MELIÁN, a quien encomienda ejecutar el mandato testamentario de MANUEL BELGRANO, contenido en un documento firmado y cerrado con lacre.
Existe también una carta en el “Archivo Mitre”, firmada el 15 de julio de 1824 por el canónigo DOMINGO ESTANISLAO BELGRANO, dirigida a su hermano MIGUEL, que se desempeñaba como Director del “Colegio de Ciencias Morales”, en la que. Como albacea del General, lo instruye en el sentido de “aplicar los créditos dejados por el mismo, incluídos los réditos de los 40.000 pesos recibidos por las victorias obtenidas en Tucumán y Salta por su hermano MANUEL BELGRANO, en la educación física y moral y para el mantenimiento y vestuario de la niña MANUELA MÓNICA, que tiene ya cinco años de edad y residiendo en Tucumán, con doña MARÍA DOLORES HELGUERA Y LIENDO, haciendo con dicha niña, las veces de padre, hasta tanto llegue a tener estado”. Tales instrucciones por pudieron ser cumplidas, pues MIGUEL BELGRANO falleció al poco tiempo de haberlas recibido y otro tanto le ocurrió a su otro hermano, el canónico, pues también éste falleció, un año después.
Pero la niña no quedaría desamparada. La trajeron a Buenos Aires y fue cuidada y atendida en sus necesidades y educación, por JUANA BELGRANO, una de las hermanas del General, que estaba casada con FRANCISCO CHAS. Ayudada por FLORA RAMOS DE BELGRANO, viuda de MIGUEL BELGRANO, el fallecido hermano del prócer, designado para educar a la niña, por el albacea testamentario, el canónigo DOMINGO ESTANISLAO BELGRANO.
Cuando la criatura cumplió seis años, GERÓNIMO HELGUERA, el fiel ayudante de campo del General, trae a la niña a Buenos Aires e instalada en una finca próxima a la Basílica de Santo Domingo, es educada por sus tías JUAN y FLORA y por su tío JOAQUÍN BELGRANO, a quien el canónigo BELGRANO, transfiere las responsabilidades dispuestas testamentariamente por el General, en un documento que se llama “Comunicato”, es decir, una letra testimonial.
JOAQUÍN BELGRANO muere el 3 de julio de 1848, dejando una apreciable fortuna, legando en su testamento, una valiosa propiedad a MANUELA MÓNICA, que tiene por entonces 29 años. La finca se conocía como la “Casa de la Victoria”, por estar ubicada en la calle del mismo nombre y en el documento de cesión de la propiedad, JOAQUÍN BELGRANO expresa que lo hace a favor de su sobrina MANUELA MÓNICA, hija de mi hermano el general MANUEL BELGRANO, quedando así corroborada en un documento público, la verdadera filiación de MANUELA MÓNICA.
Todos quienes se ocuparon por hacer grata y fértil la vida de esta segunda hija de BELGRANO, cumplen con cariño y responsabilidad con las tareas que aceptaron tomar a su cargo y la niña es educada con esmero, alternando con distinguidos miembros de la sociedad porteña, que reconocen su linaje y ya señorita, fue cortejada por JUAN BAUTISTA ALBERDI, viviendo un romance que no prosperó. Hasta que en 1852 MANUELA MÓNICA encuentra finalmente el amor de su vida en el seno de la misma familia de su padre y se casa con MANUEL VEGA BELGRANO a la edad de 34 años (1) Recordemos que el verdadero y completo nombre del general MANUEL BELGRANO eran Manuel José Joaquín del Corazón de Jesús Belgrano. Será ésta otra casualidad?).
Lo que sigue es ya otra historia e invitamos a nuestros lectores a solicitarnos el envío por correo, del texto completo de un trabajo realizado sobre este tema, por el general e historiador ISAÍAS GARCIA ENCISO, trabajo del que ha sido extraído este material, obligadamente resumido, dada la extensión del original.
(Cfr. Tenemos Ejemplos. Difusión para docentes y alumnos. Prof. Lic. Luis Angel Maggi).

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