martes, 15 de enero de 2019

Juana Gabriela Moro. Espías de Belgrano.-15-01-2019-

Juana Gabriela Moro una de las “espías de Belgrano”

Fue una de las mujeres patriotas espías de Belgrano, en la guerra de zapa durante los años de lucha por    la Independencia y la Integridad Nacional.

1-. Juana Moro nació el 26 de mayo de 1785 en San Salvador de Jujuy, hija del escribano, coronel de los Reales Ejércitos y funcionario español, Juan Antonio Moro Díaz y de Faustina Rosa de Aguirre Pondal, viuda de Francisco Sánchez Taibo. Juana se casó en octubre de 1802 con el Coronel Jerónimo López, estableciéndose en la ciudad de Salta. Tuvo una hija Serafina López Moro, y dos hijos Ramón López, comerciante y el Dr. Bernabé López (1813-1880) quien fue Intendente de Salta y luego Ministro de Relaciones Exteriores y Culto con Justo José de Urquiza y uno de  los gestores de la Liga del Norte contra Juan Manuel de Rosas.
 Al inicio de la guerra de la Independencia adhirió con fervor a la causa patriota. Ocupada su ciudad por las fuerzas realistas, en 1813 ante el avance de los ejércitos patriotas al mando de Manuel Belgrano, y en concurso con otras damas salteñas intentó conquistar para la causa patriota a algunos Oficiales Realistas.


2.- En los prolegómenos de la Batalla de Salta Juana consiguió que Juan José Feliciano Alejo Fernández Campero, (marqués de Yavi), y varios de sus compañeros "se comprometieran a abandonar las filas realistas el día de la Batalla y regresar al Perú y trabajar por la causa de la emancipación". Ella y sus amigas, les llevaron agua y comida a los oficiales  realistas acantonados en sus campos y les explicaron "los sufrimientos que padecían con la muerte de sus hijos y esposos por los enfrentamientos, quedando ellas viudas sin ayuda en los pueblos y campos, con los hijos huérfanos; preferían que tanto sus soldados como los nuestros, no se enfrenten, que no busquen humillarnos más de lo que ya estamos, que Ud. también salve a sus  soldados de la muerte. Queremos emanciparnos y vosotros también podéis hacerlo".
 Su casa, estaba ubicada en la actual calle España 782 cerca de la de Martín Miguel de Güemes, era el punto de reunión de "los presuntos fugados", siendo adecuada por su extensión (una cuadra) y por contar con dos frentes.

Por su parte el capitán Apolinario Saravia, natural de Salta, se ofreció a guiar el ejército patriota a través de una senda de altura.  El 18 de Febrero de 1813 se apostaron en el campo de los Saravia, ubicado en esa zona, mientras el Capitán Saravia, disfrazado de indígena arriero, llevaba una recua de mulas cargadas de leña hasta la ciudad, con la intención de informarse de las posiciones tomadas por la tropa de Tristán.
El General Belgrano conocía esta ayuda secreta, como parte de la guerra de zapa.

3.- El 20 de febrero de 1813, durante la Batalla de Salta, el Marqués de Yavi, comandaba un ala del ejército de Pío Tristán y cumpliendo su compromiso decidió "retirarse sin atacar huyendo por las lomas de Medeiros, ese fue el movimiento retrógrado que hizo la caballería enemiga" que relata en su parte Belgrano, "contribuyó en mucho al triunfo de las armas patriotas".
Según datos históricos de lugareños, el mismo Yavi y sus soldados, algunos declarados prisioneros, con sus armas y caballos quedaron a vivir en Salta y continuaron su vida en paz. Con este dato de los desertores,(nuevos habitantes Altoperuanos) podemos inferir que también ellos estaban cansados de guerra.

4.-Tras vencer en Vilcapugio y Ayohuma el G:eneral realista Joaquín de la Pezuela ocupó la ciudad de Salta. Juana y María Loreto Sánchez Peón constituyeron una eficaz red de espionaje a la que contribuyeron mujeres de todos los rangos sociales.
El mismo Pezuela informaría al virrey del Perú en una comunicación interceptada por los patriotas que "Los gauchos nos hacen casi con impunidad una guerra lenta pero fatigosa y perjudicial. A todo esto se agrega otra no menos perjudicial que es la de ser avisados por horas de nuestros movimientos y proyectos por medio de los habitantes de estas estancias y principalmente de las mujeres, cada una de ellas es una espía vigilante y puntual para transmitir las ocurrencias más diminutas de este Ejército."

Juana Gabriela y sus amigas, humildemente vestidas, se trasladaban a caballo espiando recursos y movimientos del enemigo. Sólo en una oportunidad fue apresada Juana Gabriela y "obligada a cargar pesadas cadenas que no consiguieron que confesara o delatara a sus compañeros".

El General Pezuela, conociendo la actividad de Juana Moro, resolvió castigarla "con la muerte para lo cual ordenó encerrarla en su propia casa y tapiar las aberturas". Su vecina, "aunque realista, se compadeció y efectuó un boquete en la pared y le proveyó agua y alimentos hasta que los realistas fueron expulsados, salvándola de morir de inanición". Desde ese momento le quedó el mote de “la emparedada”.

5.- Durante las siguientes invasiones, Juana Moro continuó actuando en apoyo de la Guerra gaucha pudiendo jactarse después de la guerra de la "habilidad que supo emplear y de no haber sido jamás descubierta". Al igual que su amiga Loreto Sánchez Peón, disfrazada de gaucho o de viajera pasaba a caballo desde Salta a Oran o a Jujuy, ciudad ocupada por los realistas, llevando partes y trayendo noticias.

En una ocasión se disfrazó de coya y marchó por las quebradas en busca del General Juan Antonio Álvarez de Arenales para conocer la posición de su ejército ante las informaciones contradictorias que llegaban del frente. Pocos días después regresó y se reunió con la esposa del General, la patriota Serafina de González Hoyos, e informó a los patriotas que Arenales estaría en Salta al día siguiente para desalojar a la guarnición realista. "Recibida esta grata noticia,  la población entusiasmada paseó a Juana Gabriel Moro por las calles de Salta".

6.- Años después de finalizada la guerra y consolidada la Independencia Argentina continuaría desempeñando un papel destacado en la sociedad salteña. Así, integró el "Grupo de Damas Salteñas" que se dirigió al gobierno "lamentando la postergación a que se relega al sexo femenino al no permitírseles jurar la Constitución Nacional" (de 1853). Ese año 1853,  Juana Gabriela Moro tenía 68 años.
Las Damas Salteñas que acompañaban a Juana Gabriela Moro eran: Gertrudis Medeiros, Celedonia Pacheco Melo, Magdalena Güemes, Juana Torino, María Petrona Arias, Martina Silva de Gurruchaga, Andrea Zenarruzza.

Cfr. Tenemos Ejemplos.Esta difusión es una colaboración para docentes y alumnos. Prof. Lic. Luis Angel Maggi.

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