Publicado por Ricardo A. Pagliaro
MANUEL BELGRANO
Grande entre los grandes.
A él le debemos la escarapela, la bandera, los dos triunfos más importantes (Tucumán y Salta), durante la Guerra de la Independencia y su devoción por la Patria y por su gente.
Abandonó una brillante carrera de economista y un alto cargo en el Consulado de Buenos Aires, para dirigir ejércitos con poca instrucción militar. Aún con su salud muy deteriorada se mantuvo al frente de las responsabilidades asumidas.
En 1813 recibió un premio de 40.000 pesos y lo donó para la construcción de cuatro escuelas.
Nos dejó estas máximas que hoy, tienen más vigencia que nunca.
“El miedo sólo sirve para perderlo todo”.
“Ni la virtud ni los talentos tienen precio, ni pueden compensarse con dinero sin degradarlos”.
“Nuestros patriotas están revestidos de pasiones, y en particular, la de la venganza; es preciso contenerla y pedir a Dios que la destierre, porque de no, esto es de nunca acabar y jamás veremos la tranquilidad”.
“El modo de contener los delitos y fomentar las virtudes es castigar al delincuente y proteger al inocente”.
“El camino seguro de la libertad es la lucha por la libertad social”.
“Fundar escuelas es sembrar en las almas”.
“Trabajé siempre para mi patria poniendo voluntad, no incertidumbre; método, no desorden; disciplina, no caos; constancia, no improvisación; firmeza, no blandura; magnanimidad, no condescendencia”.
“No es lo mismo vestir el uniforme militar, que serlo”.
“La vida es nada si la libertad se pierde”.
“No busco el concepto de nadie, sino el de mi propia conciencia, que al fin es con la que vivo en todos los instantes y no quiero que me remuerda”.
“Mucho me falta para ser un verdadero padre de la patria, me contentaría con ser un buen hijo de ella”.
“Lo que creyere justo lo he de hacer, sin consideraciones ni respetos a nadie”.
“Parece que la injusticia tiene en nosotros más abrigo que la justicia. Pero yo me río, y sigo mi camino”.
“Renuncio a mi sueldo de vocal de la Primera Junta de Gobierno porque mis principios así me lo exigen”.
“Un pueblo culto nunca puede ser esclavizado”.
Sin querer manchar la memoria del General Belgrano, creo que los políticos, jueces y legisladores que hoy rigen los destinos de nuestro país, deberían leer a Belgrano y aprender algo del hombre que después de todo lo que hizo por su país, murió tan pobre que lo único que le quedaba para pagar los servicios de su médico fue su reloj.
(Cfr. Colaboración para su difusión entre docentes y alumnos. Prof. Lic. Luis Angel Maggi).
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