miércoles, 10 de agosto de 2022

San Martín Gobernador de Cuyo.- 10 de Agosto de 2022.-

SAN MARTIN GOBERNADOR DE CUYO. Esteban Domina Historiador y CPN. El 1O de agosto de 1814 el director supremo Gervasio Antonio de Posadas designó a José de San Martín gobernador de Cuyo, la provincia que había sido creada el año anterior con asiento en la ciudad de Mendoza. Había pasado ese invierno en la estanzuela de Eduardo Pérez Bulnes, en Saldán, en procura del clima saludable de las sierras cordobesas. Allí, a la sombra del legendario nogal, a orillas del apacible arroyo, dio los toques finales a la estrategia que tenía en mente y que, en marzo de aquel año, había confiado a Nicolás Rodríguez Peña: “Ya le he dicho a V. mi secreto. Un ejército pequeño y bien disciplinado en Mendoza para pasar a Chile y acabar allí con los godos”. Y agregaba: “aliando los esfuerzos pasaremos por el mar a tomar Lima; ese es el camino y no este, mi amigo”, aludiendo a la ruta del Alto Perú, que consideraba inviable. No tenía pensado volver a Buenos Aires, donde lo esperaba Remedios Escalada, su joven esposa, ni a Tucumán, a retomar el mando del Ejército del Norte del que había sido relevado por su estado de salud. En lugar de eso, solicitó ser designado gobernador de Cuyo. Así lo recuerda el entonces Director Supremo en sus Memorias: “Luego que San Martín mejoró en la salud, de consejo de los médicos, bajó a la Sierra de Córdoba dejando el ejército a cargo del mayor general don Francisco Fernández Cruz: después se aposentó en Córdoba, y desde allí me pidió el gobierno de Mendoza, que le conferí a vuelta de correo”. Así quedó plasmado en el Supremo Decreto expedido por Posadas el 1O de agosto, que rezaba en su parte resolutiva: “Por tanto, y debiendo recaer el mando de la dicha provincia de Cuyo (que incesantemente llama mi atención y desvelos por la común felicidad de aquellos distinguidos vecinos) en un jefe de probidad, prudencia, valor y pericia militar cuyas cualidades con las demás que ser requieren para su desempeño concurren en la persona de don José de San Martín, coronel del Regimiento de Granaderos a Caballo y General en Jefe que acaba de ser del Ejército Auxiliar del Perú, he venido en nombrarlo a su instancia y solicitud por tal gobernador intendente de la provincia de Cuyo, con el doble objeto de continuar los distinguidos servicios que tiene hecho a la patria y el de lograr la reparación de su quebrantada saluden aquel delicioso temperamento”. El decreto —publicado el 28 de agosto de1814 en la “Gazeta Ministerial de Buenos Aires— había llegado días antes a manos de San Martín, que lo esperaba ansiosamente. Partió el 27 de agosto, luego de pasar por la ciudad de Córdoba a retirar cien pesos, concedidos por el gobierno “por vía de bagaje para su transporte hasta Mendoza”. Lo acompañaba el joven teniente Gavino Corvalán, oriundo de Mendoza. Llegó a destino el 7 de septiembre, portando los despachos de Gobernador Intendente de Cuyo. Allí recibió la carta del director Posadas en la que le decía: "... lo hago a usted descansando en su ínsula en la que aún habrá alcanzado a comer algunas uvas frescas”, a la vez que le recomendaba: “llevarse siempre bien con los cabildantes, sean los que fueren cada año, pues estos abarcan toda la población con sus relaciones y parentescos; de modo que estando queridos de ellos, lo estará usted de todo el pueblo". Una misiva posterior le avisaba de la partida de Remedios, quien marchaba a su encuentro para compartir el hogar conyugal. Tenía ante sí un doble desafío: la gestión gubernativa de la flamante provincia y cumplir con el propósito que lo trajo hasta allí: organizar un ejército capaz de llevar a cabo el plan que bullía en su mente. Todo estaba por hacerse: Mendoza no poseía ejército de línea, apenas un puñado de blandengues apostado en el fuerte de San Carlos para controlar los movimientos de los indígenas de la región. En octubre, tras la derrota de Rancagua y la consiguiente caída de la Patria Vieja, llegaron a Mendoza los patriotas chilenos y el batallón de auxiliares de Juan Gregorio Las Heras. Esos efectivos fueron el embrión del futuro Ejército de los Andes. Enseguida, comenzó el reclutamiento y entrenamiento de las tropas, desarrollo de la logística y demás aprestos para la campaña. En los dos años que siguieron, San Martín pasaría los días enfrascado en sus múltiples ocupaciones, acompañado por Remedios, contemplando cada mañana las cimas nevadas de la alta cordillera que lo desvelaban, tal como se lo contaría a Tomás Guido, su amigo y confidente: “Lo que no me deja dormir es, no la oposición que puedan hacerme los enemigos, sino el atravesar estos inmensos montes”. Sin embargo, pudo vencer todos esos obstáculos y consumar la gran hazaña continental.

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