miércoles, 11 de septiembre de 2019

Un día quisieron matar a San Martín. 11 - 09 - 2019.-

Jorge Juan Cortabarría compartió una publicación.
Narrador visual
Eduardo Javier Mundani Osuna
EL DÍA QUE QUISIERON MATAR A SAN MARTÍN
A veces la Historia presenta ciertas “lagunas” u “olvidos” casi inexplicables. Quizás oscuros intereses, no deseosos que cierta versión de los hechos sea conocida popularmente, han motivado éstos “olvidos”, que colocan en posiciones no muy afortunadas a viejos y gloriosos personajes, casi impolutos, de nuestra Historia Nacional.
Por ejemplo, es muy poco conocida la sublevación de los Granaderos a Caballo en el Perú, cuando dos Escuadrones de ellos se pasaron al bando realista en febrero de 1824, esgrimiendo como excusas la falta de pago de haberes devengados. Tal vez la Historia Oficial ha dejado de lado ésta circunstancia, porque quedaba mal que los Granaderos a Caballo, cubiertos de Gloria desde “San Lorenzo” hasta “Ayacucho”, hubiesen tenido su lado de oscuridad…
El tema de ésta nota se refiere a eso: a esas historias no contadas, y tal vez dejadas de lado a propósito.
Ubiquémonos en el tiempo. Es1816, en Mendoza. Plenos preparativos del Ejercito de los Andes. Meses de agosto y setiembre, apenas cuatro meses antes del Cruce.
Sin embargo, en medio de tantos preparativos se descubre un complot, un plan secreto para asesinar al mismísimo General San Martín…
Hubo varios involucrados en la conjura, oficiales de media y alta graduación. El lugar del atentado, la Academia Militar de Mendoza. Hasta el sicario y sus dos armas estaban preparadas para cometer el homicidio.
Entre los implicados estaba, inclusive, aquel Oficial que con el tiempo sería uno de los hombres de mayor confianza de San Martín, el Héroe de la aciaga noche de “Cancha Rayada”. Sí, nos referimos a Juan Gualberto Gregorio de las Heras.
La conspiración tenía orígenes dentro de las mismas filas del Ejército en formación. No había agentes externos que motivases tal conjura. Los motivos nunca estuvieron muy claros. Se intentó justificar el complot con vaguedades.
Según declaraciones de la época, posibles cambios en los mandos de los distintos Regimientos, implementados por San Martín, habrían creado un latente malestar entre los potenciales Jefes removidos y las Tropas a su mando. Hay que entender que en aquellos años, el personalismo de los Jefes era muy fuerte, amén del encono propio entre las distintas unidades del Ejército. Como afirmación de esto último, sólo basta con recordar “Sipe-sipe” apenas un año antes, en el Alto Perú.
Pero los problemas no se circunscribían a Mendoza, sino que también los había en San Juan. Las tropas allí acantonadas, si su Jefe era removido –Las Heras- se opondrían militarmente a tal acción.
Otra de las versiones habla del descontento por parte de algunos Oficiales de que fuese San Martín el Jefe del nuevo Ejército a constituirse. Luego de la Declaración de la Independencia, el Director Supremo Pueyrredón nombra a San Martín, en ese momento Gobernador Interino de Cuyo, como Jefe del futuro Ejército de los Andes. Ésta circunstancia habría molestado a ciertos Jefes, entre los que estaba el Jefe del Regimiento Nº 8, acantonado en Mendoza, de tendencia política contraria al vencedor de San Lorenzo. También se hablaba del notorio apoyo y favores de San Martín a sus Granaderos a Caballo y un eventual desmedro hacia las demás unidades. Como se ve, todo muy vago e insustancial.
San Martín fue informado del complot y de la intención de los sublevados de asesinarlo.
Dos Oficiales, Francisco Bermúdez y Luis Toribio Reyes (1), de los Regimientos que estaban involucrados en la intentona, denuncian públicamente el complot.
A fines de setiembre de 1816 se instaura un sumario, para establecer quienes eran los responsables de la conjura.
Seguramente la Historia Argentina habría sido muy distinta si aquel complot hubiese logrado su objetivo, asesinando al futuro Libertador. Quizás aquel Ejército incipiente se hubiera desmembrado, y cada parte habría seguido a su propio comandante, y el Glorioso Cruce de los Andes no habría sido posible. Y es más, tal vez las tropas españolas, acantonadas en Chile, probablemente hubiesen hecho el cruce inverso, atacando e invadiendo las Provincias Unidas del Río de la Plata.
Los escuadrones levantados fueron el 8 y el 11, y los principales involucrados en el intento de homicidio, según los testimonios, fueron el teniente coronel José María Rodríguez y el sargento mayor Enrique Martínez. –éste último, el fututo vencedor en “Guardia Vieja”.
El 28 de setiembre, el general Bernardo O´Higgins libra un oficio, pidiendo la captura de los diversos involucrados, entre los que estaban los mencionados Rodríguez, Martínez, sumándose a Las Heras.
San Martín accede al pedido, pero sin embargo no arresta a Las Heras, el cual empezará a gozar de ciertos beneficios.
Dice San Martín en su orden: “Se han librado las órdenes para el arresto del comandante y sargento del mencionado cuerpo en sus alojamientos, pero no así depara el coronel Juan Gregorio de las Heras”. Esa decisión de excluir a Las Heras se basaba en los fueros que tenía como jefe, supuestamente.
El 1ro. de octubre de 1816 comenzaron las declaraciones de los varios testigos. El tribunal fue integrado por el Brigadier O’Higgins como presidente, el capitán Manuel Soler, el capitán Manuel Hidalgo, el jefe de las milicias de Cívicos, Gabino García y el alférez de Granaderos a Caballo José María Villanueva.
El primero en declarar fue Francisco Bermúdez, uno de los que había denunciado el complot. Éste testigo acusó directamente a Rodríguez de querer matar al General.
Luego le siguió el testimonio del otro denunciante, Luis Toribio Reyes. Éste avanzó un poco más en las acusaciones, ya que dijo haber visto a Rodríguez cargar dos pistolas, prestas a dispararse sobre la figura del general San Martín.
El juicio duró más de un mes. Se comprobó que no solamente se planeaba asesinar al general José de San Martín –imponiendo en su lugar a Marcos Balcarce- sino que también se sublevaría a todas las provincias de Cuyo, ya que José María Rodríguez tenía vinculación con jefes de San Juan y San Luis que estaban involucrados en la conspiración.
El consejo solamente declaró culpable a José Rodríguez y absolvió a los demás por falta de mérito. Rodríguez fue enviado y confinado a Buenos Aires y desapareció de la escena nacional.
A pesar de ser un delito castigado con la vida, no hubo ningún fusilamiento para los implicados.
Tanto Juan Gualberto Gregorio de las Heras, como Enrique Martínez fueron absueltos por falta de pruebas.
Es difícil determinar sobre el porque San Martín siguió manteniendo a su lado tanto a Martínez como a Las Heras, a pesar de que ambos conspiraron en su contra. Probablemente prefirió rescatar las cualidades militares de ambos soldados, antes que hacer valer una venganza, o un castigo ejemplar. Nos gusta pensar que ese fue el motivo, el bien de la Patria por sobre todo.
Mucha de ésta información consta en el Archivo Mitre, pero sin embargo, Don Bartolo no la volcó en su “Historia de San Martín y la Emancipación Americana”, quizás tratando de preservar –equivocadamente- en su imagen a un Ejército que dio Libertad e Independencia a medio Continente.
Y esto nos lleva a las líneas iniciales de ésta nota, del porque a veces se nos ha ocultado la Historia. Los que lo han hecho, muy claramente no han entendido que la Historia de los Pueblos no se construye solamente de Victorias y Honor, sino que también se construye con Derrotas y Bajezas… como la vida misma.
NdA: El Sumario y la Investigación que fueron originados luego del complot se encuentran en el Archivo Mitre.
(1) Luis Toribio Reyes aparece en la Historia sanmartiniana en otra oportunidad. Es el mismo Oficial Pagador que pide hablar con el Ciudadano San Martín y no con el General San Martín… Pero esa, es otra historia…
Nota: Daguerrotipo del General Juan Gualberto Gregorio de Las Heras. Esta nota, de mi autoría, apareció publicada en una revista de historia de la zona de Rosario, hace unos años.

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