domingo, 4 de octubre de 2020

La Batalla de Tucumán, según un testigo.- 04 - 10 - 2020.-

2020, AÑO BELGRANIANO NACIONAL. La batalla de Tucumán, según un testigo POR ROBERTO L. ELISSALDE.- .03.10.2020.- Diego León de Villafañe nació en San Miguel del Tucumán el 11 de abril de 1741. Por su padre que llevaba su mismo nombre era de ese viejo y prominente linaje de los Villafañe cuyos méritos hablaban en la guerra o en la paz, militares y cabildantes, instalados mucho antes. El muchacho hizo sus primeros estudios en la ciudad natal y tenía 16 años cuando como hijo mayor varón, como era costumbre decidió ingresar a la Compañía de Jesús. Destinado a la casa que los jesuitas tenían en Córdoba el 12 de julio de 1767 llegó la orden de Carlos III de abandonar los religiosos sus dominios. Desde 1768 a 1783 residió en los Estados Pontificios, en Faenza y de allí pasó a Imola, desde donde mantuvo correspondencia con muchos de sus amigos. Cuando en 1798 se autorizó a los desterrados jesuitas pasar a los dominios españoles, él se trasladó a Madrid, de donde siguió a Portugal y desde allí logró llegar a Buenos Aires, cuyas torres y edificios con indudable emoción observó desde el barco a mediados de setiembre de 1799. Rumbo a Tucumán pasó a Córdoba, donde se alojó en lo de su amigo Ambrosio Funes el hermano del futuro deán, donde tuvo el gusto de encontrar a una hermana suya monja en el Convento de las Catalinas, donde varias veces celebró la Santa Misa. Llegado a su tierra natal a poco de encontrarse con sus familiares y amigos partió rumbo a Santiago del Estero, Catamarca, La Rioja y San Juan, para estar misionado en abril de 1800 en Santiago de Chile y luego entre los araucanos. La impronta misionera de los jesuitas seguía arraigada en este hombre de casi sesenta años. Dos años después se encontraba en Tucumán cuando una nueva orden de expulsión lo llevó a instalarse a una legua de la ciudad en el Chorillo de Santa Bárbara. Tenía 88 años cuando murió el 22 de marzo de 1830 en la ciudad que lo viera nacer. La carta En su correspondencia a Ambrosio Funes, hermano del famoso Deán, describió la batalla de Tucumán el 9 de noviembre de 1812 de esta forma: “Quiero satisfacer al deseo que V.M. muestra de tener una relación verídica de la acción del día 24 de setiembre y de la victoria que consiguió Tucumán sobre el ejército, con que la acometió Tristán. El ejército enemigo vino por la parte de los Lules, y se acercó, abriéndose en dos alas, una hacia el Norte de la ciudad, y otra por el Sur. El Barón [Eduardo Holmberg], sin darles tiempo para bajar de sobre las mulas, ni siquiera un cañón, empezó la acción con un cañonazo, y sin dar lugar al enemigo, se fueron acercándoseles los nuestros de modo que se vino a las armas blancas. Esto se evidencia por los muchísimos heridos que se recogieron, los más de sables, lanzas, etc.; pocos de balas. Es cierto que el ejército enemigo estaba compuesto de gente muy disciplinada y diestrísima en el manejo del fusil. Nuestra caballería de los guardamontes los desconcertó. Ayudó a desconcertarlos una partida de vallistas [gente de los valles] que llegaron aunque desarmados, pero por las espaldas. El enemigo creyó otra cosa, y se desordenó. Los vallistas recibieron su descarga, murieron algunos y los demás echaron a correr, y los vimos pasar a todo galope de retirada a sus casas, y huyendo por delante de nuestra Santa Bárbara [nombre del establecimiento donde se alojaba], sin querer acercarse por más que los llamábamos. Tal era el julepe que llevaban a cuestas”. “El enemigo después de la acción de la mañana estuvo haciendo fuego toda la tarde, aunque no continuo. Toda la noche del jueves 24, estuvieron haciendo fuego, como dando tiempo para la retirada, que efectuaron”. “El general Belgrano se vio perdido, y se había retirado con unos pocos soldados al lugar que llaman el Rincón, que está dos leguas distante de la ciudad, hacia el Sur; aquí se le fueron agregando otros soldados de a caballo con un cañón. Es prueba de lo asustado que estaba, porque el viernes siguiente, al día del combate, muy de mañana, aparecieron unos soldados en Santa Bárbara, trayendo el dicho cañón, como temiendo que el enemigo se los tomara”. Comentario indigno No omite Villafañe algún comentario indigno sobre algún oficial: “Díaz Vélez [Eustoquio] en la ciudad, trataba de esconderse y salvar su persona, como lo ha dicho el Barón, testigo de vista. La cosa estuvo en estado, que si el enemigo viene esa noche de ataque a la ciudad, la toma sin remedio”. “Se debe concluir que Dios ha querido humillar el orgullo del enemigo, y como me lo dijo el general Belgrano: deposiut potentes de sede, et exaltavit humiles [despojó a los poderosos de su trono y exaltó a los humildes]”. “En la iglesia Matriz se había hecho una novena a los Santos Apóstoles Simón y Judas, y se hacía la novena a San Miguel Arcángel. La victoria le debemos al cielo por la intercesión de nuestros Santos Protectores. Esto es lo cierto”. No deja de resaltar las convicciones religiosas de Belgrano: “Prosiguiendo en mi historia. Se ha hecho y celebrado un novenario a Nuestra Señora de las Mercedes en su Iglesia y después su misa solemne en acción de Gracias, con sermón, que predicó el Dr. Molina [José Agustín], con asistencia de la ciudad y del general Belgrano. El día 28, día de los apóstoles Simón y Judas, salió la procesión con las estatuas de dichos santos, de Nuestra Señora de las Mercedes, y de San Miguel Arcángel y se enderezaron al Campo de las Carreras, que es al poniente de la ciudad y lugar de la victoria. Hubo sus ceremonias, y el general Belgrano entregó el bastón a la Santísima Virgen. Acciones todas muy religiosas y cristianas, que le hacen a Belgrano más honor que ningunas otras. Yo como que mi casa está aún ocupada, no he estado, ni presenciado nada de las sobredichas funciones”. Prosigue con otros datos de los días siguientes: “Como a las Ave Marías del mismo día 28 de octubre, entró el general Díaz Vélez con su tropa, de vuelta de su expedición, siguiendo al enemigo; oigo que ha perdido alguna gente. El enemigo se ha fortificado en Salta”. Siguiendo con la orden del Triunvirato a Belgrano que no diera batalla apuntó: “Los políticos hagan sus reflexiones y cálculos”. Cobran estos comentarios mayor valor cuando como que cuando vio los desmanes de la expedición de Castelli escribió a Funes: “Si el verdadero patriota Goyeneche no detiene la intriga argentina, los pueblos van a sufrir mil crueldades”. ................................ Nota: El 7 de Septiembre de 1812, desde Las Piedras,(primer ataque de los Realistas que los perseguían y fueron repelidos), belgrano escribió: "Quisiera hacer prodigios por la Patria y por el honor de sus armas".

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