jueves, 1 de octubre de 2020

Inmigrantes Vascos al Río de la Plata..-1° - 10 - 2020.-

Editorial Euskal Erria Historiadores del Río de la Plata. 1° de Octubre de 20202.- HACE 185 AÑOS SE EMBARCARON EN BAIONA LOS PRIMEROS INMIGRANTES VASCOS QUE LLEGARON A MONTEVIDEO. El 21 de setiembre de 1835 zarpaba de Baiona el velero inglés Helvellyn que, bajo el mando del capitán Guillermo B. Boadie y consignado a la empresa uruguaya Lafone, Wilson y Cia., transportaba un contingente de 160 emigrantes vascos, primeros de los miles que seguirían sus pasos en los años siguientes. Tras haber superado las penurias de una travesía en la que muchos pasajeros contrajeron viruela y escorbuto, debieron sufrir los malos tratos de los funcionarios del puerto montevideano quienes, aduciendo razones de índole sanitaria y de mala manera, se negaron a permitir su desembarco hasta que la mediación del cónsul francés Raymon Baradère resolvió la enojosa situación. La queja del legado francés y el lapidario informe que presentó ante su gobierno fue el desencadenante de una campaña anti emigración que involucró a los ayuntamientos, a la iglesia y a la prensa de Iparralde en un esfuerzo tan encomiable como inútil. Hoy sabemos que muchos de aquellos inmigrantes prosperaron, labraron fortuna y colaboraron en consolidar una república que por entonces estaba en sus albores. Por supuesto que no todos triunfaron, pero resulta significativo señalar que cinco descendientes de aquellos recién llegados accedieron a la primera magistratura del país. Pero todos estos logros tuvieron un dramático costo que muy pocos conocen, como lo fue el padecimiento que esta generación debió superar para allanar el camino a sus descendientes. En tal sentido el episodio del Helvellyn no fue más que el capítulo inicial de una serie de padecimientos que, según las crónicas de la época, era similares a los que sufrían los esclavos africanos: “como los más tienen pocos bienes, los conducen como esclavos y allá los encierran en barracas hasta tanto se presenta quien los compre por el flete de cien duros para que vayan a trabajar a sus haciendas”, decía el representante español en 1838. “...el emigrado que viene a estas contratas se le detiene a bordo y se le encierra en una barraca y a uno y otro punto acuden las personas que desean tomarlos. Estos tratan con el contratista no ya acerca del trato que les ha de dar, ocupaciones que han de tener ni el salario que han de ganar, etc., sino únicamente hablan acerca de si el que los toma ha de pagar de una vez o en dos o tres plazos el importe del pasaje y en tal virtud adquieren el derecho de tenerlos a su disposición dos, tres o más años traspasándoles el contratista todos los derechos adquiridos sobre los colonos”, decía Oddone en su obra “La emigración Europea al Río de la Plata”: Un verdadero comercio de carne humana. Pero como la transcripción del texto de estas denuncias no sólo resultan áridos de leer sino que están muy lejos de expresar el sufrimiento al que nuestros antepasados se enfrentaron, queremos compartir los avisos que se publicaban en la prensa de aquel Montevideo que despertaba de la siesta colonial como testimonio de sus primeros y dolorosos pasos en la tierra que para sus hijos sería su patria.

No hay comentarios:

Publicar un comentario