viernes, 4 de diciembre de 2020

Navidad. Historia Sagrada. Hist. Profana. Hist. Apócrifa.- 04 - 12 - 2020.-

Historia Sagrada. Historia Profana y Apócrifa.(Existieron muchas). Los Cristianos creemos en la Divinidad de Jesús, Hijo de Dios único, que cambió la faz de la historia humana. A PROPÓSITO DE LA NAVIDAD:(Envío de Santos Benetti- Misiones-) 02 de Diciembre de 2020. LOS RELATOS DEL NACIMIENTO DE JESÚS... SON HISTÓRICOS? - El desarrollo de la tradición del Nacimiento. - Las historias que se desarrollaron alrededor del nacimiento de Jesús han cautivado la imaginación de la gente más que cualquier otra sección de las Sagradas Escrituras. - En la Civilización Occidental, casi todos están familiarizados con esta parte de la tradición cristiana, tanto si, de hecho, tienen o no relación con la Iglesia. Las escenas del nacimiento de Jesús han sido fuertemente remachadas en nuestras mentes, de forma consciente e inconsciente, a través de magníficas joyas artísticas y de entrañables himnos y villancicos. - Como fiesta favorita de la vida de la Iglesia, hace ya mucho tiempo que la Navidad ha superado a la Pascua, al menos en la mente de los fieles, no en la de los teólogos. La Navidad es un período romántico, con velas encendidas y servicios religiosos a medianoche. - En la celebración de la Navidad encuentran expresión la promesa de paz, el anhelo de estar juntos, el intercambio de regalos y la fiesta familiar por excelencia. Esta fiesta, al describirnos a Dios que se acerca a nosotros con la humildad de un niño desamparado, celebra la inocencia de la infancia. Todos estos elementos han contribuido a que la Navidad y su evocación de los orígenes constituya una parte de nuestra memoria tribal, y, en consecuencia, a que estas narraciones del Nuevo Testamento sean familiares para todos los que participan en una sociedad imbuida de cristianismo. Estas narraciones constituyen una parte del tesoro del folklore de nuestra civilización, y nos aferramos a ellas con una tenacidad irracional, no muy distinta a como nos aferramos a cualquier posesión preciada. - Estas narraciones también son uno de los objetivos favoritos de la crítica racional y científica. Están tan repletas de detalles legendarios que la historicidad se desmorona cuando se las sitúa bajo el microscopio de la erudición moderna. Aspectos tales como la estrella errante que se mueve por el cielo para conducir a los exóticos magos al lugar del nacimiento de Jesús, las revelaciones divinas a través de los sueños, los coros angélicos poblando los cielos y el milagroso nacimiento de un niño concebido sin la intervención de ningún agente masculino, si se creen o se afirman literalmente, no escapan a la clase de preguntas críticas que tanto detestan afrontar los fundamentalistas bíblicos. Los científicos se enfrentan a estas afirmaciones desde las disciplinas de la astrofísica y de la genética. Los historiadores que analizan esas narraciones literalizadas identifican en ellas ecos del pasado, especialmente una parte vital de la saga del antiguo Israel. -También se pone a prueba la credibilidad racional de estas narraciones cuando las imágenes románticas sobre la infancia de Jesús se ven pobladas por un rico elenco de personajes que parecen perfectamente capaces de ponerse a cantar en cualquier momento en perfecta armonía, como si fueran actores de un musical. - En consecuencia, cuando los ciudadanos de nuestro siglo leen las historias bíblicas de la Navidad como una historia literal, una tradición tan querida colisiona de frente con la racionalidad de una mentalidad como la actual, configurada por la ciencia y la imagen del mundo que se tiene en el siglo XX. - Actualmente, ningún erudito reconocido del Nuevo Testamento, ya sea católico o protestante, defendería con seriedad la historicidad de estas narraciones. Sin embargo, esto no significa que no se deba apreciarlas y valorarlas, o no considerarlas proclamaciones válidas del Evangelio. Ahora bien, sí que significa que ya no se las toma al pie de la letra, y que tampoco se las emplea ya para apuntalar una doctrina como la del nacimiento de una virgen, que es, de hecho, un nombre popular para lo que debería denominarse, con mayor exactitud, la concepción virginal de Jesús. - Con el tiempo, la narración sobre el nacimiento correrá la misma suerte que la de Adán y Eva o la historia de la ascensión cósmica, reconocidas claramente como elementos mitológicos de nuestra tradición, cuyo propósito, por parte de los hombres del primer siglo de la era cristiana, no era —ni puede ser ahora— describir literalmente un acontecimiento sino captar y expresar las dimensiones trascendentes de Dios mediante las palabras y los conceptos propios de entonces. - Sin embargo, asignar las narraciones del nacimiento a la mitología significa forzarnos a ver la verdad en una dimensión que desborda la verdad literal. Se trata de comprender cómo el lenguaje del mito y de la poesía terminó por convertirse en el lenguaje idóneo que emplearon quienes trataban de describir el encuentro entre lo divino y lo humano que creían haber experimentado al conocer a Jesús. - Había numerosos modelos para tales narraciones. En muchas otras tradiciones religiosas del mundo era habitual el concepto de un nacimiento de mujer virgen para explicar el origen divino de figuras heroicas. - Se dice, por ejemplo, que Gautama Buda, el noveno avatar de la India, había nacido, hacia el año 600 a. de C., de la virgen Maya sobre la que había descendido un Espíritu Santo. Se afirmaba que Horus, un dios de Egipto, nació de la virgen Isis hacia el 1550 a. de C. Y, en su infancia, Horus también recibió regalos de tres reyes. Atis nació de una madre virgen, llamada Nama, en Frigia, antes del 200 a. de C. - Quirinus, un salvador romano, nació también de una virgen en el siglo VI a. de C. Y, según se dijo, la oscuridad universal acompañó su muerte. En el siglo VIII a. de C., Indra nació de una virgen en el Tíbet, y también se dijo de él que había ascendido al cielo. - Se dijo que Adonis, una divinidad babilónica, había nacido de una madre virgen llamada Ishtar, que más tarde sería venerada como reina del cielo. También de Mitra, una divinidad persa, se dijo que había nacido de una virgen hacia el 600 a. de C. Del mismo modo, Zoroastro hizo su aparición terrenal a través de una madre virgen. Krishna, el octavo avatar del panteón hindú, nació de la virgen Devaki hacia el 1200 a. de C. En la mitología popular griega y romana, - Perseo y Rómulo fueron engendrados por la divinidad. En la historia egipcia y clásica, historias parecidas surgieron a propósito de los faraones y de personajes como Alejandro Magno y César Augusto. Hasta la existencia de un filósofo como Platón se explicó como de origen divino. Estas historias no eran desconocidas entre los primeros cristianos, sobre todo después de que el cristianismo abandonara el seno del judaísmo, cosa que hizo de forma cada vez más intensa tras la destrucción de Jerusalén por los romanos en el año 70 de la era cristiana. De entre los evangelistas, sólo Marcos parece que escribió antes de esta destrucción. - En el cristianismo, la tradición del nacimiento de una virgen no alcanzó forma escrita hasta un tiempo que se sitúa entre la novena y la décima década de la historia cristiana, y esto sólo en las narraciones de dos de los cuatro evangelistas, Mateo y Lucas, que eran muy conscientes de que se dirigían a unas Iglesias en las que la presencia de miembros de origen gentil era creciente. - En las Escrituras Hebreas no son insólitos los nacimientos milagrosos, logrados por diversos medios, aunque ninguno de ellos se produjera sin una paternidad conocida. Enseguida se nos ocurre pensar en Ismael, Isaac, Sansón y Samuel. En cada uno de estos casos un anuncio, que sigue una pauta muy parecida, precede al nacimiento. Primero, ocurre la aparición del ángel; segundo, se expresa el temor de la receptora; tercero, se transmite el mensaje divino; cuarto, se plantean las objeciones humanas; y, finalmente, se da una señal destinada a superar tales objeciones. - En el caso de Ismael, la figura angélica acudió tras producirse el embarazo, cuando Agar huía de la celosa Sara (Génesis 16,1-15). - En el de Isaac, la barrera a superar fue la edad de sus padres, que ya andaban bien entrados en los noventa (Génesis 18,9 y ss.; 21,1 y ss.). Según dice el Génesis, "a Sara se le había retirado la regla de las mujeres" (Génesis 18,11). - En los casos de Sansón y Samuel, la madre potencial era estéril (Jueces 13,3; 1 Samuel 1,2). En cada uno de estos episodios, el niño, en su vida adulta, tuvo un destino particular, el de ser una figura salvadora en la historia, y esta vocación adulta fue la que inspiró las historias sobre su origen. - Si estas figuras bíblicas, relativamente menores, fueron bastante importantes, sin embargo, como para inspirar narraciones singulares sobre su nacimiento, no podía ser menos en aquél de quien se creía que era el "Hijo único engendrado" de Dios. La designación de Jesús como Hijo de Dios hizo que los miembros de la comunidad cristiana recorrieran, casi inevitablemente, un camino de retroceso al esforzarse por comprender y explicar su experiencia con aquel hombre de vida tan especial. ¿Existe alguna posibilidad de que las narraciones sobre el nacimiento de nuestro Señor sean históricas? Desde luego que no. El hecho de plantearse esta pregunta da a entender una gran ignorancia acerca de estas narraciones sobre el nacimiento. Las historias sobre los orígenes son comentarios con significado adulto. Nadie espera en una casa o en una sala de maternidad que nazca una gran persona. Es posible que los herederos regios de antiguas dinastías fueran esperados en el momento de nacer por las personas del séquito, pero sólo porque estos recién nacidos simbolizaban la continuidad de la nación. - Jesús no era heredero de ningún linaje regio a pesar del intento de Mateo de presentarlo como descendiente davídico. Jesús creció en medio de la pobreza. Las gentes de Nazaret lo rechazaron. Los líderes religiosos de su nación lo hicieron ejecutar. No es éste precisamente el retrato de un miembro de la realeza. A lo largo de la historia, las narraciones sobre el nacimiento de una persona sólo aparecen cuando, en la vida adulta, esta persona adquiere gran importancia para la gente que produce estas historias o para el mundo. - Esta clase de narraciones sugieren que el momento en que nació un adulto importante también fue un momento importante para la historia humana. Luego, a medida que la narración se desarrolla, la importancia futura de esta vida se indica mediante las palabras que se pronuncian, las señales celestiales que marcan su nacimiento, y los acontecimientos milagrosos que lo hacen posible. Estos detalles interpretativos se acumularon en torno al nacimiento de personajes históricamente famosos, aunque, en casi todos los casos, su fama no se dio hasta después de su muerte. - Las narraciones que encontramos en Mateo y Lucas sobre el nacimiento de Jesús son de este tipo de narraciones y se encuentran a cinco o seis pasos de distancia del momento revelador original. Esto significa que, en realidad, estas narraciones no dicen nada sobre cómo fue verdaderamente el nacimiento de Jesús. Sólo expresan lo que era necesario, a juicio de los evangelistas, para explicar el poder adulto de dicha persona. - Tanto Mateo como Lucas desarrollaron toda una narrativa para contar la historia del origen de Jesús, y lo hicieron a partir del material de que disponían. Relacionaron de forma consistente sus narraciones del nacimiento con su intención dominante: indicar, sobre todo, lo especial de la historia adulta de Jesús. Los intentos por reconciliar o armonizar las diferencias existentes entre Mateo y Lucas se basaron en la falsa premisa de que, por detrás de estas narraciones, había alguna información histórica verídica aparte del hecho de que Jesús nació. Como quiera que no parece ser ése el caso, estos esfuerzos por alcanzar una armonía entre ambos relatos no fueron más que un ejercicio inútil. - Las dos historias del nacimiento son poderosas, importantes y merecen nuestro estudio más atento. Las dos están repletas de claves interpretativas y de iluminaciones sobre la naturaleza de este Jesús cuyo nacimiento cambió la faz de la historia humana como no ha conseguido hacerlo ninguna otra vida. (John Shelby SPONG, obispo episcopaliano y notable intérprete de la Biblia. Es una breve síntesis)

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