miércoles, 28 de agosto de 2019

Fallecimiento y entierro de San Martín. -29-08-2019-.

El cadáver embalsamado del General San Martín
Francisco Javier Rosales y Adolphe Gérard se encargaron de gestionar los trámites relativos ante las autoridades civiles y religiosas. En la Alcaldía declararon el deceso del Libertador ante el delegado adjunto Sr. Cazin que fue asentado a las 11 am del día 18 de agosto.
Por su parte. Adolphe Gérard además de registrar oficialmente la defunción de San Martín en la Municipalidad de Boulogne Sur Mer, lo hizo también ante la Parroquia de San Nicolás, en donde tuvo lugar un breve oficio religioso. Además, Gérard gestionó en la Catedral de Notre-Dame, el permiso referenciado en el documento transcripto, a efectos de depositar el sarcófago en una de las capillas subterráneas de dicho templo.
Ese mismo día, el Encargado de Negocios de Chile, Francisco Javier Rosales invocando actuar en nombre de la familia Balcarce San Martín, dirigió al Alcalde Municipal, L. Fontaine una nota presumiblemente redactada por Adolphe Gérard donde informaba el óbito del General, y el deseo testamentario de que sus restos regresaran a su Patria, conjuntamente con la intención familiar de cumplir con ese mandato.
Además informó que ya se había obtenido la autorización del Abad Haffreingue, titular propietario de la Iglesia de Notre Dame de Boulogne, para que el ataúd fuese depositado momentáneamente en la cripta subterránea.
Por estos motivos y razones solicitaba la autorización de traslado y depósito, basándose en 5 puntos que incluye en su misiva; a saber:
1) Que los restos embalsamados serán depositados en un ataúd de plomo, el cual a su vez será contenido por otro ataúd de roble y todo eso dentro de una caja de madera de abeto.
2) Que el sarcófago será depositado en uno de los panteones de la cripta cuya entrada está cerrada por una reja.
3) Que de este modo las condiciones de salubridad estarán plenamente garantizadas.
4) Que este depósito momentáneo no contradice el artículo 1 del decreto del 23 de Pradial del año 12, que sólo estatuye para las sepulturas definitivas.
5) Que en París esta autorización es acordada sin dificultad y que en particular ella ha sido obtenida recientemente por mí en la Prefectura de Policía para los restos del señor Ministro de la Confederación Argentina. (Manuel de Sarratea)
¿Por qué debía pedirse la autorización?
El mismo Rosales en su escrito mencionó el artículo del año 12 (1801) que rezaba: “Las inhumaciones se harán precisa y exclusivamente en los cementerios, y nunca en iglesias ó templos, ni dentro de poblado, debiendo abolirse todos cuantos privilegios sobre el particular existan. Sin embargo, ningún inconveniente habrá en que los cadáveres embalsamados ó los esqueletos de los varones eminentes en piedad, virtud ó ciencia, se conserven en los panteones nacionales, aun cuando estos se hallen erigidos en el centro de la población”. Cf. Pedro Felipe Monlau, Elementos de Higiene Pública, Barcelona, Pablo Riera, 1847, p. 66.
Por ello el pedido… El Alcalde Fontaine elevó la solicitud al médico del Registro Civil, el Dr. Cousin ordenándole que se cumplieran las medidas para garantizar la salud pública.
“Por ello además, era preciso embalsamar el cuerpo para su preservación y así cumplir las normas sanitarias. El embalsamamiento, fue una de las exigencias necesarias para poder trasladar el cadáver a otra tumba o lugar. Los avances de la ciencia en la primera mitad del siglo XIX transformaron a la técnica en un rápido procedimiento que se podía realizar en la misma casa del difunto, sin alterar el cuerpo o asustar a los deudos con vísceras repartidas por la habitación. Una simple inyección permitía cumplir con los requisitos de la higiene pública”.
El cuerpo embalsamado
Los métodos más difundidos en Francia y que se impusieron por largos años eran los de los químicos franceses Jean Nicolas Gannal y J. P. Sucquet y las del doctor en medicina Dupré que superaron a los del maestro Boudet.
La diferencia en el método estaba en la utilización de distintas sustancias químicas, ninguno extraía las vísceras, se hacían en poco tiempo y eran baratos. Gannal usaba el arsénico y Sucquet el cloruro de zinc, aunque el primero le sumaba un servicio de maquillaje facial para restaurar las facciones y mejorar la imagen del difunto en el caso que fuera exhibido en sarcófagos de vidrio. En 1846 el rey Luis Felipe prohibió el uso del arsénico en la conservación de cadáveres pues podía encubrir los asesinatos con esa sustancia. Esto significó la ruina de Gannal quien denunció a su rival por daños acusándolo de maniobras desleales.
Si bien los documentos sobre el embalsamamiento del cadáver del Libertador no mencionan el método utilizado, para Irina Podgorny es muy probable que haya sido tratado con los procedimientos de Sucquet o los de Gannal “ambos en boga y ampliamente utilizados en París y provincias”.
La solicitud del Alcalde Fontaine al médico legista Cousin fue respondida el día 19 extendiéndose el siguiente certificado, una vez embalsamado el cuerpo y colocado en el ataúd:
“El subscrito, doctor en Medicina, encargado de la verificación de los decesos en la ciudad de Boulogne Sur Mer, certifico haber asistido a pedido del señor Alcalde, a las diversas operaciones preliminares relativas al transporte y depósito momentáneo en uno de los panteones de la cripta de la Iglesia de Notre Dame, del cuerpo del señor General José de San Martín, y certifico que todas las precauciones necesarias han sido rigurosamente observadas, tanto en lo que concierne a la naturaleza del embalsamamiento como a la confección del triple ataúd, de los cuales el intermedio es de plomo soldado, a fin de prevenir cualquier emanación nociva capaz de comprometer la salubridad pública. Por lo dicho, considero que puede otorgarse la autorización solicitada”. En Boulogne, el 19 de agosto de 1850.
Al respecto, Gérard en la necrológica que público en el periódico L´Imparcial el 22.Ago.1850 indicó que los restos de San Martín fueron embalsamados y colocados en “quadruple cercueil deux de plomb, un de sapin, un de chène…”. Es decir: “Cuádruple ataúd dos de plomo, uno de abeto, uno de roble”.
En estos mismos cuatro ataúdes fueron repatriados sus restos en 1880 tal cual lo informa Ernesto Quesada según lo manifestado por la familia del Libertador y colocados en el Mausoleo de la Catedral Metropolitana de la Ciudad de Buenos Aires.
FUENTE: “Repatriación de los restos del General San Martín. Un largo viaje de 30 años (1850-1880) de Martín F. Blanco y Roberto A. Colimodio.

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