viernes, 14 de agosto de 2020

Belgrano y la implementación de una política Agraria.-14 - 08 - 2020.-

BELGRANO Y SUS PROPUESTAS ACERCA , IMPLEMENTACIÓN DE UNA POLÍTICA AGRARIA Dra. Norma Noemí Ledesma Investigadora del Instituto Nacional Belgraniano.-14-08-2020.- Manuel Belgrano, en su carácter de Secretario Perpetuo del Real Consulado de Buenos Aires, tuvo como objeto fundamental de su labor atender a tres pilares básicos: fomentar la agricultura-ganadería, animar la industria y proteger al comercio en el orden interno y externo. Consideraba a estos tres rubros las fuentes principales de la riqueza y felicidad de los pueblos. Belgrano se había interesado durante su estadía en España, donde estudió leyes, en una ciencia nueva: la Economía política. Se vio muy influido por la fisiocracia. La fisiocracia fue una teoría o escuela de pensamiento, que se originó en Francia a mediados del siglo XVIII, cuya base estaba en el derecho natural. Fisiocracia, desde el punto de vista etimológico significa gobierno o imperio de la naturaleza. De lo cual se deriva que: “La agricultura es la fuente de todas las riquezas del Estado”, según lo manifestaba el médico francés François Quesnay. Solamente la agricultura es la actividad propiamente productiva porque proporciona alimentos y materias primas, posibilitando la existencia de la industria y el comercio. La agricultura es, siguiendo esta corriente, el único sector productivo capaz de generar riqueza pues producía más de lo que se necesitaba para mantener a los que en ella trabajan. La industria y el comercio debían ejercerse libremente, puesto que aunque no produjeran excedentes y en consecuencia no dieran producto neto, constituían fuentes de transformación y circulación necesarias. De hecho, Belgrano tradujo del francés al español los Principios de la ciencia económico-política, recopilados por varios fisiócratas. Estos escritos fueron atribuidos a Pierre Samuel du Pont de Nemours el primero (en su obra Origen y progresos de una ciencia nueva) y al Margrave Federico Carlos de Baden el segundo (en su obra Breviario de los principios de la ciencia económica). Más allá de estas consideraciones, cabe aclarar que Belgrano no fue un liberal definido, sino un ecléctico, dado que no adoptó en forma absoluta ninguno de los sistemas imperantes. Tomó elementos de Adam Smith, los fisiócratas, los economistas españoles e italianos del Settecento. Estos últimos cuestionaban algunos aspectos del liberalismo. La ilustración española influyó de una manera clara en la ilustración en Hispanoamérica: Precisamente, en algunas de sus Memorias Consulares y en artículos del Correo de Comercio se ocupó de la importancia de la agricultura como generadora de riquezas. A través de estos escritos, se oponía a la visión mercantilista, sostenida durante el reinado de los monarcas Habsburgos, por la cual solamente se consideraba a América como productora de metales preciosos cuyo destino era la Península. Por otra parte, si bien los Borbones, especialmente a partir de Carlos III alentaron la modernización y el desarrollo económico en la Península, América era considerada una colonia y su papel se limitaba a producir materias primas y consumir productos elaborados. De allí, la importancia de agilizar el comercio, que concretaron a través del Reglamento de Comercio libre de España y sus Indias de 1778, por el cual se habilitaron veinticuatro puertos en América (entre ellos Buenos Aires y Montevideo) y trece en España. La reforma en América estaba encaminada a una “reconquista productiva”, que llevó a un incremento fiscal. “Los economistas de Indias”, con el objetivo de lograr el resurgimiento de la Metrópoli, plantearon la reorganización económica y política del sistema colonial. En función de ello, Carlos III intentó delimitar en América áreas monoproductoras. Félix de Azara en su Memoria Rural del Río de la Plata (1801), fundándose en un determinismo geográfico y en los proyectos coloniales peninsulares, consideró que el litoral rioplatense debía abandonar la agricultura, las artes y los oficios y dedicarse totalmente a la ganadería. Podríamos llamar a esto un intento de globalización que no fue ni el primero ni el último. A este modelo se opuso Belgrano, proponiendo un “reformismo agrario”, que contemplara el tema de la propiedad de la tierra, la creación de fuentes de trabajo y la producción de cereales y cultivos industriales, como el lino y el cáñamo. Tengamos en cuenta que durante el último cuarto del siglo XVIII, época en que Belgrano escribió sus Memorias, la producción triguera representaba el 91 % de la producción agrícola bonaerense. La ganadería era considerada por Belgrano como un complemento de la actividad agrícola. Se ocupó del fomento del ganado lanar así como de la cría de los camélidos americanos (llama, alpaca y vicuña); en el caso del guanaco consideraba que no tenía buena lana. También se ocupó de la interrelación existente entre la agricultura y la industria y el comercio. Tomaremos como fuentes las Memorias Consulares, que redactó Belgrano, y los artículos del Correo de Comercio, donde desarrolló sus ideas acerca del papel que debería tener la agricultura. Debemos tener en cuenta que Belgrano, a través de sus escritos, promovió determinadas políticas. Si bien la acción del Consulado, como cuerpo, fue realmente muy poco significativa en relación a la producción primaria; no así la continua prédica belgraniana, que generalmente no se la tuvo en cuenta. El Virrey Pedro Melo de Portugal y Villena en 1796 convocó al Consulado a una junta general en 1796, para tratar acerca de la formación de un pósito de trigo, tantas veces recomendado por Belgrano. Se sumó a la campaña por la libre exportación de granos con su Memoria de ese año. En otra línea de acción, propia del agrarismo ilustrado, con el propósito de fomentar cultivos industriales, se promovió la introducción del lino y del cáñamo. Belgrano apoyó esta medida con su Memoria Anual de 1797, que luego analizaremos.

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