jueves, 28 de mayo de 2020

La Educación y la Junta de Mayo de 1810.Te cuento las cuarenta. -28-05-2020.-

La política educativa de la Junta de Mayo

La Gaceta Mercantil. 28 de Mayo 2020.- Roberto Elissalde.

El autor pone la mirada en este artículo en las poco conocidas disposiciones del primer gobierno patrio para ordenar la educación en la Ciudad. El rol de Belgrano.
Ha sido y es uno de los mejores títulos de nuestros grandes hombres la constante preocupación y el ardoroso empeño que pusieron en favor de la educación. Los nombres de Domingo F. Sarmiento y de su ministro Nicolás Avellaneda suelen ser a menudo los que sobresalen en el conocimiento del público, en general, pero pocos saben que fue un tema de interés en figuras como Manuel Belgrano, desde el Consulado, o de Juan Martín de Pueyrredon cuando fue director Supremo. También fue de especial interés para la Junta de Mayo, como vamos a ver en estos breves comentarios.
En una interesante nota, el "Correo de Comercio" del 21 de julio de 1810 se refería a la educación, especialmente de la mujer, que a pesar de ser la dedicada a sembrar las primeras semillas, estaba condenada al imperio de las bagatelas y de la ignorancia. En nuestra ciudad funcionaba una sola escuela pública de niñas que se llamaba de San Miguel y correspondía al Colegio de Huérfanas, cuya maestra era una de ellas. Las demás subsistían por lo que pagaban las alumnas a las maestras que se dedicaban a enseñar, sin que nadie averiguara quiénes eran. El Estado debía ocuparse de verificar que no hubiera malas costumbres en quienes ejercían el magisterio, porque el ejemplo es el maestro más sabio para la formación de las buenas costumbres. No hay duda de que esta nota es debida a la pluma del doctor Belgrano, que tan nobles afanes dedicó a este tema desde el Consulado. Reitera el artículo la necesidad de fundar una universidad en esta capital, por lo que tanto se ha trabajado y se ha instado ante distintos gobiernos en todas las épocas, y siguió con el tema en el número siguiente del sábado 28 de julio.

La celebración del primer aniversario de la Revolución


En esa nota comentaba que algunos vecinos habían dejado en sus mandas legados para que se establecieran escuelas con ese destino, pero que a pesar del tiempo transcurrido en muchos casos no se había ejecutado su instalación y por eso debía el Estado cubrir las falencia. A su vez, el maestro de la escuela de primeras letras de la parroquia de la Piedad, don José Cirilo Conde, renunciaba a principios de julio a su empleo por no poder acomodar a su familia con la dignidad que correspondía en las habitaciones destinadas al efecto.
Estos artículos movieron al Cabildo porque a mediados de agosto conoció por don Tomás Manuel de Anchorena la apertura de una escuela de niñas en la ciudad por parte de una señora conocida como “la Miñona”, sin que la Corporación hubiera tenido la menor intervención. Ordenó a Anchorena hacer las averiguaciones del caso y determinó que se indagara por el escribano Núñez cuál fue el testamento que otorgara el presbítero doctor don Juan José de Roxas, que había dejado algunos legados para la erección de escuelas de niñas, y se tomaran a ese efecto las debidas providencias.

La inspiradora historia del Tedeum del 25 de mayo


En los meses siguientes no faltaron acuerdos y conciliábulos hasta que el 2 de noviembre el Cabildo escuchó el informe de los señores Paso y Aguirre sobre el estado de las escuelas de toda la ciudad, ya que luego de recorrer los establecimientos comprobaron que era necesaria una pronta reforma, uniformar la educación y organizar un método sistemático. Para dar principio a tan útil modificación presentaron un libro cuyo título era "Tratado de las obligaciones del hombre" con el fin de obtener el permiso para su reimpresión. Solicitaron que el Cabildo lo repartiera gratuitamente a todos los niños pobres y se obligara a los de padres pudientes a adquirirlos en la Imprenta; y que los preceptores los recogieran al finalizar las tareas escolares. El Cabildo dispuso también que en diferentes tiempos del año los alumnos habían de dar, ante él, un examen de todas las ramas del saber y que se premiaría a los más distinguidos. Los preceptores cobraban 300 pesos y 100 para la casa de renta y resultaba difícil cubrir los cargos, como en el caso de la escuela de la parroquia de la Piedad, vacante desde hacía un año y medio. El Cabildo propuso al Gobierno que se recompensara a los preceptores con 600 pesos por enseñanza y casa. Como era tan limitada la asignación por alquiler, las escuelas se ubicaban en piezas muy estrechas e indecentes, donde no podían colocarse con desahogo ni ejercitarse con comodidad los niños que a ellas asistían.
El 5 de noviembre, con gran celeridad, la excelentísima Junta aprobó lo dispuesto por el Cabildo para el mejor arreglo de las escuelas, con la posibilidad de que, de contar con fondos propios, edifique casas en lugares oportunos para su establecimiento. Tal celo por la educación pública fue motivo de especial satisfacción en esta ciudad y, en medio de urgencias y apremios, la Junta se ocupó de las primeras letras y también de otras instituciones como la Escuela de Matemáticas, de crear una Biblioteca Pública y otras tantas medidas, que aunque olvidadas son las bases de la educación después de 1810, que completarían los futuros gobiernos.

¿Había o no paraguas el 25 de mayo de 1810?


Al conmemorarse el centenario de la Revolución se batió la hermosa medalla que integra mi colección pero no tengo en este momento en mi poder. Casualmente y a modo de exquisito y artístico saludo por el 25 de mayo, me envió una foto de ella, sin saber que estaba escribiendo estas líneas, mi colega Tomás Hess, del Instituto Bonaerense de Numismática y Antigüedades, por lo que la casualidad ha permitido ilustrar esta nota con una obra de arte.
* Historiador. Vicepresidente de la Academia Argentina de Artes y Ciencias de la Comunicación. Autor de "Diario de Buenos Aires 1810"

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