viernes, 8 de mayo de 2020

Secretos de la Batalla de Tucumán. -08 - 05 - 2020.-

Secretos de la Batalla de Tucumán, la gran hazaña de Belgrano en el norte.

Juan Thames, 26 de Septiembre 2015.- Difundido hoy 08-05-2020.-.

Con motivo del 203º aniversario del histórico triunfo sobre el ejército español, que superaba ampliamente a las huestes argentinas en número y potencia, Infobae rescata el increíble episodio

La batalla de Tucumán es, coinciden todos sus cronistas, uno de los hechos de armas más difíciles de describir. Atento a la gran variedad de eventos que la configuraron, así como a la amplia libertad con la que se movieron sus protagonistas, sin seguir órdenes superiores. Fue "la más gaucha de todas las batallas" que se lucharon durante la gesta de la independencia, al decir de Vicente Fidel López, y significó un importante punto de inflexión, después del desastre de Huaqui, que tuvo lugar el 20 de junio de 1811.

El 11 de setiembre de 1812 el Gral. Manuel Belgrano arribaba a la actual provincia de Tucumán, conduciendo mil seiscientos soldados, en estado deplorable, junto con los jujeños que, en masa, seguían al Ejército del Norte, en su retirada hacia el sur. El Gobierno había ordenado retroceder hasta Córdoba y no arriesgar sus tropas en ninguna acción, ante la clara superioridad del enemigo. El ejército del rey lo seguía de cerca, con tres mil trescientos soldados, dos escuadrones de caballería y trece cañones.Llevar consigo a cuestas a todo el pueblo de Jujuy, en la epopeya que conocemos como el éxodo jujeño, significó un gran pesar en el espíritu del Gral. Belgrano. Ver cómo familias enteras eran arrancadas de su terruño para acompañar a los soldados en su marcha retrógrada, lo afectó en tal medida que se prometió no volver a repetir una decisión tan drástica. El general estaba ya cansado de retroceder y buscaba cualquier pretexto para detenerse y jugarse el todo por el todo frente a su rival, el general realista Juan Pío Tristán y Moscoso, un viejo conocido suyo de sus correrías estudiantiles en España.Ni bien los tucumanos se enteraron de que Belgrano se encontraba cerca, fueron, alarmados, a reunirse con él y le ofrecieron todo lo que tenían a su alcance a fin de que no desamparase a la provincia y se quedara con ellos a enfrentar a Tristán. Cuenta Vicente Fidel López: "grupos numerosísimos de hombres decididos y bravos acudieron a tomar servicio en sus filas"."La situación del ejército de Belgrano era lúgubre: la cuarta parte de sus soldados estaba en el hospital, y contaba con apenas seiscientos fusiles".La actitud de los tucumanos le venía a Belgrano como caída del cielo. Era el pretexto que necesitaba para detener su retirada y enfrentarse al enemigo. El pueblo de Tucumán temía que Belgrano repitiera con ellos lo que había realizado en Jujuy y los forzara a dejar todas sus posesiones; o bien que los abandonara, como había hecho con Salta, dejándolos a merced de Tristán. En tal caso, el jefe realista se hubiera ensañado indudablemente con ellos, al haber adherido totalmente Tucumán a la revolución (a diferencia de Salta).La situación del ejército de Belgrano era lúgubre: la cuarta parte de sus soldados estaba en el hospital. Solo tenía seiscientos fusiles para mil infantes y únicamente doscientos quince bayonetas, esenciales para que los soldados pudieran defenderse en la lucha cuerpo a cuerpo. Había solo veintiuna carabinas y treinta y cuatro pistolas de caballería. Necesitaba de todo. Sin embargo, el Primer Triunvirato, en Buenos Aires, tenía que vérselas con la amenaza de una inminente invasión portuguesa desde la Banda Oriental. Por ello, no pudo enviarle a Belgrano sus mejores unidades: los Regimientos de Infantería n.º 2 y n.º 5 y los granaderos a caballo. No obstante, le remitió el cuerpo menos entrenado que tenía a mano: el Batallón de Pardos y Morenos, o de Castas, que, al mando del comandante José Superí, se cubriría de gloria en Tucumán y Salta.El 23 de setiembre los realistas llegaron a Los Nogales, veinte kilómetros al norte de la ciudad de Tucumán. Tristán podía tomar el camino de la izquierda, que lo conducía, por el acceso norte, a San Miguel de Tucumán; o bien tomar el camino de la derecha, también llamado Real o del Perú, que rodeaba a la ciudad por el oeste y desembocaba en la actual localidad de El Manantial, donde había un pantano cenagoso que se interponía entre el camino y la ciudad. Para acceder al pueblo, se debía cruzar un desvencijado puente de madera que desembocaba en el entonces Campo de las Carreras, al sudoeste del casco histórico y céntrico de la ciudad.Belgrano, para defender la plaza, salió con su ejército para interponerse entre el invasor y la ciudad, con sus hombres de cara al norte, esperando la aparición de Tristán en cualquier momento. Sin embargo, el ejército realista nunca se dejó ver. Solo envió algunas partidas de reconocimiento. Tristán decidió hacer noche en Los Nogales y no avanzar en lo que quedaba de ese día. Como el enemigo no avanzaba, Belgrano ordenó a sus hombres levantar la formación y dirigirse hacia la actual plaza Independencia, donde había establecido su cuartel general para descansar unas horas.A las dos de la madrugada del 24 de setiembre de 1812, Belgrano hizo incorporar a sus hombres (los pocos que pudieron pegar un ojo) y los llevó nuevamente hacia su anterior posición, al despuntar el alba. El tiempo pasaba y Tristán seguía sin aparecer. Ni siquiera se divisaron las partidas que habían incomodado a los patriotas el día anterior. ¿Qué había ocurrido? Simple: Tristán advirtió el plan de Belgrano y decidió no enfrentarlo en un combate frontal. De alguna manera supo o adivinó que los patriotas habían foseado la plaza y se habían atrincherado allí. Entonces resolvió sitiar la ciudad, aislarla en sus comunicaciones, tomando los caminos hacia el sur (Córdoba) y el este (Santiago del Estero) para desde allí dirigir los ataques o sitiar la ciudad. Por eso decidió tomar el Camino del Perú, situado a la derecha, abandonando el norte de la ciudad con el afán de desembocar en El Manantial.En las filas patrias eran las ocho de la mañana y aún no había señales de Tristán. Ansioso, Belgrano comisionó a un intrépido joven tucumano, Gregorio Aráoz de Lamadrid para que, con doce Dragones de la Patria fuera a observar, como partida de avanzada, qué había sido del enemigo. Al poco tiempo, Lamadrid le notificó que Tristán había levantado campamento y había tomado el Camino del Perú, por lo cual se esperaba que se le apareciera a Belgrano por el Campo de las Carreras, a sus espaldas.

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